Redacción Canal Abierto | Los estereotipos y roles de género socialmente impuestos no escapan a las profundidades del mar. El buceo sigue siendo visto como algo masculino y en el camino se cobra oportunidades de trabajo y crecimiento para las mujeres que lo desarrollan.
Este es el caso de Lucía Pasquale, la única mujer que obtuvo en Argentina la categoría más alta: el título de buzo profesional de gran profundidad. La jujeña de 37 años trabajó más de una década en la Patagonia (Puerto Madryn, Comodoro Rivadavia y San Antonio Oeste) y actualmente no logra conseguir trabajo estable en su profesión. “Nuestro sindicato, la Asociación de Buzos Profesionales, no nos ayuda. No nos ponen en las listas de trabajo que presentan en las empresas, y tenemos discriminación del lado empresarial y gremial. Son todos hombres y tienen esa fobia, ese rechazo hacia la mujer”, comenta.
Luego de cuatro años de estudios y mucha búsqueda para encontrar alguna empresa que decida aceptarla para trabajar profesionalmente, Lucía pudo reunir las horas necesarias para que Prefectura Naval certifique su título que le permite brindar servicios de mantenimiento y limpieza a buques que se encuentran a grandes profundidades o plataformas petroleras.
Aún con la experiencia y capacitación, el trabajo no llega porque se prioriza a los hombres. “Todas las mujeres que se desarrollan en el área marítima mercante están atravesadas por este problema de la discriminación abordo, y a las buzas nos pasa lo mismo. Las empresas siempre prefieren contratar hombres, tienen la prioridad”, señala Lucía.
De los más de 200 miembros registrados en la Asociación de Buzos Profesionales de Argentina, cinco son mujeres. El número ascendía a más, pero Lucía explicó que muchas “dejaron caer la libreta” o simplemente se abocaron a otras labores por no poder dedicarse al buceo. La estabilidad laboral es una utopía para estas mujeres y las que no abandonan deben complementar sus ingresos con otros empleos.
“Yo me convertí en buzo de gran profundidad en 2018 después de haber buceado casi 17 años. Poder llegar a esa libreta me tomó muchísimo tiempo. Ahora la tengo y es la más alta del país en lo que respecta a mi profesión, pero no estoy contratada. Y veo que sí contratan a buzos varones con dos o tres categorías más bajas. Y a mí, que estuve tantos años y con tanto esfuerzo conseguí esto, no me llaman”, expresó Lucía.
Al igual que en otros sectores copados por varones, las escasas mujeres que logran ser aceptadas deben multiplicar su esfuerzo y sufren discriminación por parte de las empresas, gremios y colegas. Mantener en silencio las múltiples denuncias por acoso y abuso sexual que se llevan a cabo dentro de las embarcaciones también es moneda corriente.
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Para poder resolver tanto en la inserción laboral como los abusos ocurridos en tierra y mar, más de 300 trabajadoras se nuclearon en la Unión de Mujeres Marítimas Argentinas (UMMA), para defender los derechos de las trabajadoras, creando proyectos de Ley que buscan reglamentar el cupo femenino y la protección de los derechos en el sector marítimo a partir de los crímenes de violencia sexual.
“Nos juntamos porque cada una pertenece a distintos gremios que no le dan importancia al reclamo de la mujer y a la pelea por la inclusión. Tampoco hemos tenido respuesta, ninguna de nosotras en nuestros gremios. De ahí nació la necesidad de tener una agrupación con todas las mujeres que estamos con libreta al día, con nuestras carreras cursadas y aprobadas, con capacidad de trabajar y nos pasa a todas lo mismo”, sostuvo la buza.