Por Pablo Bassi | Para los juegos olímpicos de Tokio 2020, que debieron postergarse por la pandemia, estaba previsto que el hidrógeno verde impulsara la movilidad en la ciudad deportiva y mantuviera viva la llama olímpica durante toda la competencia. Presente en el plano internacional desde hace pocos años, la Argentina incorporó a su agenda el hidrógeno en sus diversas variantes como quien asoma la cabeza, con la organización en mayo de un foro internacional encuadrado en la misión Ecología Integral y Desarrollo Sostenible del Consejo Económico y Social que lidera Gustavo Beliz.
En el cierre de la actividad, el presidente Alberto Fernández alentó el diseño de una estrategia nacional de producción de hidrógeno para fin de año. Una señal lanzada al mundo que ve en la Argentina a una potencial productora, pero también una advertencia a otros países latinoamericanos, como Chile y Brasil, que ya comenzaron a producirlo.
Más allá de la intención del presidente y del Gabinete Nacional de Cambio Climático encabezado por el ministro de Ambiente Juan Cabandié, con la participación de representantes multisectoriales, las energías renovables –materia prima para el hidrógeno verde- no están en la agenda de los ministerios. Ni siquiera en la secretaría de Energía a cargo de Daniel Martínez, enfocada más en el proyecto de ley de hidrocarburos que pone la proa en inversiones en yacimientos convencionales de Vaca Muerta.
Desde la asunción del Frente de Todos, las políticas públicas de energía renovable pasaron de ser analizadas en una subsecretaría del Ministerio de Energía, a una dirección que depende de otra dirección que depende de la Subsecretaría de Energía Eléctrica, a cargo de Federico Basualdo. Tal vez porque la puesta en marcha requiera un financiamiento al que la Argentina hoy está vedada por la altísima deuda comprometida por el expresidente Mauricio Macri. O tal vez por el ruido que hicieron las denuncias a su gobierno sobre la compra de parques eólicos que luego vendió (Plan Renovar), generando una pérdida de millones de divisas al Estado. Macri está imputado por el hecho en una causa que involucra también a Carlos Tévez, Guillermo Barros Schelotto y a Claudio Caniggia como inversores.
Para Nicolás Gandini, director de Econojournal, el portal dedicado a la difusión e investigación de temas energéticos, el tema pasa por otro lado.
“Si la Secretaría de Energía no hace foco en el hidrógeno verde es por una falencia de gestión”, dice a Canal Abierto. “Y no lo hace porque tiene el foco en otro lado, porque la secretaría no es robusta, porque no tiene un buen cuerpo de técnicos con gimnasia, porque le faltan 30 ó 40 personas con liderazgo en el sector”.
Impacto ambiental
El hidrógeno se obtiene en distintos procesos con impactos diferentes, y cada uno de ellos tiene asignado un color. El hidrógeno rosa es producto de la energía nuclear. El azul es producto de la industrialización del gas con captura de carbono. Y el verde es el resultado de la electrólisis: un proceso que separa el hidrógeno del agua a partir de energía eléctrica generada por el viento o por la radiación del sol.
Para Julio Mateo, integrante de la Unidad Gabinete de Asesores del Ministerio de Desarrollo Productivo, enfocado en economía sustentable, pareciera que el Gobierno se encamina a una agenda multicolor del hidrógeno, aunque su norte sea el verde.
“El impacto ambiental del hidrógeno rosa es nulo, porque nace de la energía nuclear. En todo caso, el debate es qué se hace con los residuos. El impacto del azul es más dudoso: ¿cómo se almacenará ese hidrógeno? Se dice que en cavernas, ¿con qué riesgo?, ¿a qué costo?, señala Mateo.
Si bien el más limpio de todos es el hidrógeno verde, surgen dudas sobre la cantidad de agua necesaria para la electrólisis. Para Mateo, los datos hasta ahora relevados no parecerían ser causal de atención de riesgo ambiental.
“El consumo de agua para extraer petróleo o minerales es similar al necesario para producir hidrógeno. Esto es lo que se sabe a priori, a partir de experiencias a pequeña escala. Hay que ver qué pasa con los grandes proyectos”, advierte el especialista. “Marruecos y Arabia Saudita, por ejemplo, países con fuerte radiación solar, han decidido ir por la producción de hidrógeno verdea pesar de sus problemas de acceso al agua”.
La producción de hidrógeno despierta un creciente interés, lo que para la Argentina implica una enorme oportunidad por sus condiciones naturales. Es el elemento químico más abundante del universo, rinde tres veces más que los combustibles comunes y no genera emisiones de efecto invernadero en su combustión.
Oportunidad
Sólo el 1% del hidrógeno se genera a partir de fuentes de energía verdes. La mayor parte se obtiene a partir de gas, petróleo y carbón, emitiendo co2. Para convertir ese hidrógeno en verde se requiere de energía eólica o fotovoltaica. La Unión Europa cree que dentro de 15 años su desarrollo será muy importante. También Estados Unidos, China y Japón.
El tema ocupó un lugar central en la apertura de la primera jornada de la Berlín Energy Transition Dialogue, el principal foro internacional sobre transición energética que Alemania celebra desde 2013. Allí, el gobierno de Ángela Merkel aseguró que invertirá 2000 millones de euros en los próximos años para estimular la conformación de un mercado internacional de hidrógeno.
La potencialidad argentina para convertirse en productora es tan grande como el corredor eólico que puede construirse en la Patagonia, y tan intensa como la radiación solar en el NEA.
En el foro argentino organizado en mayo, el ministro de Hidrocarburos de Chubut, Martín Cerdá, contó que la provincia cuenta con 22 parques eólicos, y que fue la primera, en 2008, en producir hidrógeno verde. La experiencia se lleva a cabo a 200 kilómetros de Comodoro Rivadavia en una planta de Hychico, una empresa subsidiaria de Capsa-Camex.
El entusiasmo contagió a la gobernadora de Río Negro, Arabela Carreras, quien semanas atrás creó la Mesa Rionegrina del hidrógeno verde: un espacio interministerial, de agencias del Estado y científicos, con el aporte del instituto de investigación alemán Fraunhofer.
Para Gustavo Lahoud, analista en geopolítica de la energía y política exterior, integrante de la CTA Autónoma, organización sindical que participa del Gabinete Nacional de Cambio Climático, “la producción de hidrógeno verde alumbra la posibilidad de un esquema energético de producción descentralizada en regiones, que podría garantizar su desarrollo y la soberanía energética”.
Para Lahoud, podría pensarse el desarrollo de esquemas productivos integrados con los emprendimientos solares fotovoltaicos, en los que el hidrógeno funcione como vector de almacenamiento de energía. “Existen múltiples alternativas a la vista”, dice.