Por Sergio Rodríguez Gelfenstein | En Estados Unidos están ocurriendo algunas cosas sorprendentes. La presidenta de la cámara de representantes Nancy Pelosi, durante un evento en Londres ha admitido que el capitalismo “no ha servido a nuestra economía tan bien como debería”. Asumiendo la diferencia entre la economía especulativa que hoy domina el país y la economía productiva que le dio esplendor en el siglo XIX, cuando tras la guerra de secesión pudieron unificarse en torno al capitalismo, Pelosi ha afirmando que “el cambio económico de las últimas décadas ha favorecido al ‘capitalismo de accionistas’”.
Aunque parezca insólito, la influyente dirigente demócrata llegó a decir que “no se puede tener un sistema en el que el éxito de algunos emana de la explotación de los trabajadores y brota de la explotación del medioambiente y el resto, y tenemos que corregirlo”. Ella cree que el sector privado se ha dado cuenta de esta situación y comprende la necesidad de hacer cambios.
No obstante, cuando el gobierno chino hace unas semanas se propuso incrementar el aporte que los ricos debían entregar a la sociedad a fin de avanzar hacia la prosperidad común, Estados Unidos y Occidente pusieron el grito en el cielo.
El propio presidente Joe Biden se ha quejado de que desde el inicio de la pandemia, la fortuna de los multimillonarios haya aumentado en 1,8 billones de dólares, y que 55 de las corporaciones más grandes del país no pagan ni un céntimo en impuestos federales sobre la renta. Biden calificó tal situación de “simplemente injusta”. Entonces, uno podría preguntarse, ¿por qué es injusta en Estados Unidos y no en China?
En Estados Unidos, la Cámara de Representantes se propone discutir una ley que aumentaría los impuestos sobre la renta a los ricos y a algunas corporaciones a fin de financiar la mayor parte del proyecto de ley de gastos públicos valuado en 3,5 billones de dólares elaborado por el presidente Biden. La medida impositiva elevaría las tasas de impuestos corporativos del 21 al 26,5%. La tasa máxima de ganancias de capital aumentaría a solo el 25%, lo que está muy por debajo de la tasa impositiva sobre las ganancias de capital de casi 40% propuesta por Biden.
El trasfondo de la preocupación viene dada, entre otras cosas, porque un informe de la ONU ha constatado que en Estados Unidos, una de cada tres familias con hijos pasó hambre. Incluso antes de la pandemia, en 2019, las estadísticas oficiales del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) detallaban que 35 millones de personas pasaban hambre y 10 millones de ellas eran niños.
De hecho, a mediados de este año, 63 millones de personas en Estados Unidos dijeron a los investigadores del gobierno que no podían pagar los gastos habituales de su hogar, en particular, el equilibrio entre la comida y el alquiler, pero que también incluía los préstamos estudiantiles y los medicamentos. Según el informe, la cifra también es muy desigual entre negros, latinos y blancos en términos de la insuficiencia alimentaria.
Por eso y no porque se haya vuelto socialista, Biden ha insistido en que “las grandes corporaciones y los súper ricos tienen que comenzar a pagar su parte equitativa de los impuestos”. “Hace mucho que esto debería haberse hecho”.
¡Biden hablando de equidad! Algo raro está pasando en Estados Unidos, tal vez sea que no saben como manejar la crisis porque ya no es solo de carácter coyuntural, sino que pareciera apuntar a las bases mismas del sistema capitalista.
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