Por Gladys Stagno | “Después de unas pizzas con cerveza, a Lucre se le ocurrió bailar… ¿cómo sería posible eso, si está en silla de ruedas? Resulta que tiene alas, la muy agrandada”. En el grupo de arte Magia en Movimiento describen así esta iniciativa que tiene varios propósitos, aunque ya logró el primero: que Lucrecia Peñalva vuelva a bailar.
Once años atrás, su historia era bastante usual. Tenía 30 años, una hija de 6 y estaba embarazada de la segunda. Le gustaba la danza y era administrativa en una clínica de la ciudad de Neuquén, la misma donde comenzó su infierno personal.
“Me colocaron mal la anestesia para la cesárea y me generaron aracnoiditis adhesiva crónica, una enfermedad que inflama la membrana que recubre el sistema nervioso y no tiene cura. Genera dolor crónico, debilidad muscular. Hice un juicio y lo perdí. Es muy complicada la Justicia, y más en lo que es mala praxis. Son todos colegas y todos se conocen, sobre todo en un pueblo chico. Y ellos tienen plata y una no. Me ganaron por cansancio. Por eso no puedo nombrarlos”, relata.
Luego dice: “Esto es mi lucha. Hice juicio no sólo para tener justicia yo, sino para que no pase más. Hice mucha campaña contra la violencia obstétrica. El error puede estar, pero el tema también es el después. Las mujeres somos un envase que tiene al bebé. Cuando yo decía lo que sentía, lo desestimaban. Dibujaron la historia clínica. Tuve que bancarme miles de pericias”.
Con espasmos cotidianos en espalda y piernas y un dolor crónico en aumento, Lucrecia debió reinventarse. “Hay consecuencias físicas, psicológicas. Tengo dolor las 24 horas del día desde donde te ponen la peridural para abajo, y la enfermedad, que es progresiva, también va generando problemas en los órganos. Yo no tengo sensibilidad en lo sexual, por ejemplo, así que tuve que volver a replantearme las sensaciones en la vida, con 30 años –recuerda–. Adapté mi casa como pude, porque todo lo que es ortopedia es carísimo. La silla me la compré cuando ya no pude más con los bastones canadienses, pero es una silla de traslado que adapté con una motito que se incorpora y así puedo generar un poco de independencia. Pero me empeora la calidad de vida, porque la postura está mal, el almohadón no es el correcto, y todo eso va generando más dolor. Las sillas que se hacen a medida son de afuera, y son carísimas”.
Y así, con eso en mente, cerveza y pizza mediante, nació el segundo objetivo de esta iniciativa artística: juntar plata para la silla de Lucrecia. “Magia en Movimiento surgió de una charla con dos amigas artistas. A mí siempre me gustó bailar, yo bailaba de chica. El baile es algo que siempre amé. Así salió esto de transmutar la injusticia a través del arte, y juntar plata para que yo pueda cambiar la silla, para tener una mejor calidad de vida y para poder seguir bailando –cuenta Lucrecia–. Somos dos mujeres bailando, es otra mirada. Quisimos mostrar que el arte no tiene barreras. Quisimos que la gente nos empiece a ver (a las personas en silla de ruedas), porque hay una sociedad que no nos quiere ver, y también es una forma de que nosotros podamos disfrutar de eventos a los que no podemos asistir de otra forma, porque falta muchísimo para que podamos ser independientes en una ciudad”.
Junto con su partenaire Rocío Benigar, Ni Loca Producciones, músicos varios y lo que Lucrecia llama “un grupo de gente sumamente humano” se armó este primer video de danza donde la silla ya no importa. Y, quienes lo vean, pueden dejar una donación a través de la aplicación Cafecito.app.
Contra la violencia obstétrica, la mala praxis, los derechos de las personas con discapacidad… ¿cuántas luchas en paralelo estás emprendiendo?
–(Se ríe) Muchas. Y por los derechos de las mujeres. En violencia obstétrica creo que hay cierto cambio en las clínicas, en algunos médicos. Están un poco más conscientes de las madres. A mí me alcanzaría que cuando entren en un quirófano se acuerden de mí y eviten que otras pasen por lo mismo. Y sobre el cambio en las ciudades para las personas con discapacidad… capaz que yo no voy a verlo, pero ojalá que futuras generaciones no tengan que sufrir lo que sufrimos, el depender de todo el mundo para manejarte. El derecho está pero no se cumple. Pero a mí me gusta plantearlo desde el lado copado, no desde la queja, desde la construcción. Para eso es Magia en Movimiento.