Por Néstor Espósito | Cuando desde distintos sectores de la política cuestionaron a la Corte Suprema no sólo por entrometerse en las tareas de otros poderes (por caso, legislar sobre el Consejo de la Magistratura) aparecieron también objeciones sobre su funcionamiento. El propio presidente, Alberto Fernández, motorizó esas críticas en un contexto en el que la figura de Horacio Rosatti comenzaba a perfilarse como el nuevo hombre fuerte de la Justicia y un resuelto actor en el escenario político.
El máximo tribunal respondió a esos cuestionamientos difundiendo en la página del Centro de Información Judicial (CIJ) un informe en el que proclamó que “la Corte Suprema cerró el año (2021) con el dictado de un total de 8.358 sentencias y habiendo fallado en 21.053 causas”.
El número impresiona. Según esa estadística, cada juez de la Corte dictó 23 sentencias por día los 365 días del año, sin feriados, sábados, domingos ni, tampoco, feria judicial. Ni de verano ni de invierno. Dictaron sentencias a razón de una por hora y dispusieron de una hora para comer, dormir e ir al baño. No hay salario que pague semejante esfuerzo, rayano en la esclavitud.
Pero si se toma como referencia el dato consignado como “habiendo fallado en 21.053 causas”, la estadística es mucho peor aún: casi 58 resoluciones por día, es decir más de dos por hora.
El informe se demuestra falso por reducción al absurdo. La realidad es muy otra.
El ex juez de la Corte Raúl Zaffaroni reconoció en un reportaje reciente que uno de los aspectos que más le costó aprender durante su paso por el tribunal fue comprender que debía firmar fallos cuyo contenido no conocía. Que los jueces delegan el trabajo en sus secretarías y que confían en ellas porque firman sin mirar lo que firman. Sólo ese dato bastaría para exigir ya mismo una reforma al Poder Judicial en su conjunto y a la Corte en particular.
Lo paradojal del caso es que, efectivamente, la Corte resuelve en cada semana un promedio de entre 250 y 300 expedientes. En su último acuerdo, del 3 de mayo pasado, salieron 255 fallos, según la información oficial del propio tribunal. La idea de un “fallo” aproxima a una solución elaborada y argumentada del conflicto que se presenta en una causa judicial. Sin embargo esos 255 fallos insumieron un total de 587 páginas, es decir que cada resolución tuvo en promedio 2,3 páginas. ¿Cómo es ello posible?
La respuesta está en que la mayor parte de los fallos que resuelve la Corte, los resuelve sin resolver. El deliberado juego de palabras tiene su explicación: de los 255 fallos del último acuerdo, 65 fueron cuestiones de “competencia”, es decir decidir si la Causa A le corresponde tramitar ante el juez Juan o ante la jueza María. De los 190 fallos restantes, 179 se resolvieron por “remisión”: La Corte se “remite” a fallos anteriores y aplica aquellos criterios. De tal modo, el tribunal escribió sólo 11 fallos.
Las estadísticas suelen ser útiles pero también tramposas.
Los datos del último Acuerdo de la Corte se repiten semana a semana, con ligeras variaciones que no alteran –vaya paradoja- el tramposo valor estadístico.
Desde diversos sectores de la política, especialmente los más volcados a la derecha y la ultraderecha, se reclama todo el tiempo la reducción del gasto púbico. Algunos, incluso, vociferan “que el ajuste lo haga la política”. Proponen recortar jubilaciones, planes sociales y se enfurecen con los sueldos de los funcionarios y los legisladores.
¿Cuánto le cuesta la Corte Suprema a la sociedad? Es injusto medirlo en esos términos, porque el servicio de justicia es indispensable para el funcionamiento de una república. Entonces, apartado el concepto de “costo”, ¿cuál es el presupuesto del Poder Judicial? En total, 136.011.604.233 millones de pesos. Simplificado: más de 136 mil millones de pesos. En dólar blue, unos 680 millones por año. ¿Y la Corte? Su presupuesto para 2022 es de 31.624.160.151 pesos. Más de 31 mil millones. Unos 158 millones de dólares anuales.
Cuando se busquen argumentos para explicar por qué es necesaria una reforma de la Corte Suprema, he aquí varios de ellos.
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