Redacción Canal Abierto | “Mañana tendremos un horizonte más despejado”, auguró Alberto Fernández en marzo de este año, a pocas horas de alcanzar un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para refinanciar los 44 mil millones de dólares otorgados por el organismo a la Argentina.
Pese a las críticas de numerosos sectores de la oposición e incluso figuras del oficialismo, semanas más tarde el Congreso de la Nación dio el visto bueno al pacto que terminó por legalizar el mayor préstamo en la historia del organismo, otorgado en 2018 a la gestión de Mauricio Macri.
Desde entonces, la economía nacional estuvo lejos de la prometida estabilidad que supuestamente iba a traer el entendimiento, a tal punto que tres meses más tarde derivó en la traumática salida del Gobierno de su ideólogo, Martín Guzmán, y luego en la de su sucesora, Silvia Batakis. Todo esto en un contexto de disparada del dólar y fuerte devaluación del peso, una escalada en los precios que marcó un nuevo piso inflacionario y una caída en las reservas del Banco Central que sólo menguó con los diversos guiños al mercado del hoy ministro de Economía, Sergio Massa.
El frente financiero tampoco estuvo exento de turbulencias: un informe del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG), el componente de intereses del acuerdo firmado con el FMI aumentó diez veces el valor inicial. Es decir que pasó desde prácticamente cero (0,05%) cuando estaba en plena negociación, a 0,22 % cuando se firmó y a 2,15 % en la actualidad.
Así, el promedio de lo que el Estado argentino debe pagar por intereses pasó desde apenas USD 75 millones anuales a USD 762 millones en el presente. “Ya representa un 41% de los costos totales del préstamo, que sumado al resto de sobretasas equivale a USD 1.8 mil millones, más de 33 millones de AUH, un 0,5% del PIB”, explica el análisis.
En buena medida, la suba se explica por el fuerte incremento de las tasas de interés de las 5 monedas que componen el DEG (Derecho Especial de Giro), con la excepción de Japón y en alguna medida China. Estados Unidos, por ejemplo, llevó su tasa de referencia desde prácticamente cero hasta casi el 4% en pocos meses, en un intento por poner un freno a su inflación vía absorción de masa monetaria. Esta estrategia del Tesoro estadounidense encarece y dificulta el acceso al crédito a nivel global, lo que dificulta la acumulación de reservas del Banco Central y re calienta el riesgo país.
¿Un error de cálculo? Según el CELAG, cuando se firmó el acuerdo técnico, el 3 de marzo pasado, “ya había buenos indicios de que la tendencia de los tipos de interés era al alza”.
“De todos modos, vale advertir, que esta cifra apenas representa un atisbo de lo que puede llegar a costar el acuerdo con el FMI. Si los tipos de interés internacionales subiesen al 5,2% anual, que fue la tasa de interés DEG promedio vigente en el período 1975-2020, Argentina terminaría pagando USD 1.700 millones anuales en concepto de intereses que, más las sobretasas, sumarían USD 2.760 millones anuales, una cifra cercana al 1% del PIB anual”, advierte el informe elaborado por Guillermo Oglietti, doctor en Economía Aplicada por la Universidad Autónoma de Barcelona y sub director de CELAG.
Ante lo que parece estar convirtiéndose en profecía autocumplida y frente a escenarios futuros que prometen complicar aún más la situación, el estudio plantea una necesidad que hoy por hoy no parece estar en la agenda del Gobierno: iniciar una nueva renegociación con el Fondo.
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Ilustración: Marcelo Spotti