Por Melissa Zenobi | Tras asistir a un homenaje post mortem a su ex marido, Silvia Monteferrante (Sofía Gala Castiglione) comienza a sospechar sobre la aparente accidentalidad de la muerte. Es así que lentamente comienza a verse envuelta en una oscura trama policial donde irá descubriendo que ni siquiera la muerte es lo que parece.
Lejos de escapar a los riesgos de la misión, la joven avanzará de lleno hasta descubrir qué pasó. “Al momento de escribir, sigo el sentimiento de los personajes con los cuales trabajo y a los que les doy vida. En este caso, esta investigadora que tratando de escapar de ese destino, justamente va de lleno hacia él”, reveló el autor en esta charla con Canal Abierto.
¿Cómo nace Natalia Natalia?
-Cada guion tiene su propio nacimiento, no hay un método que iguale todo. En este caso el origen fue un sueño, un sueño como tal mientras dormía, no como deseo. Y aparece recreado en una de las escenas finales de la película. El resto fue articular una historia que desembocara en ese sueño.
Tenés una protagonista que lejos de ser una pobre viuda es una activa investigadora de armas tomar ¿Cómo fue esta construcción?
-Surgió naturalmente en el desarrollo de la historia. Creo que son los personajes los que construyen esa historia. En el proceso de escritura del libro, que me gusta hacerla en bares, realmente me siento acompañado y rodeado de esos personajes, que me cuentan una historia. Creo más en la intuición creadora que en lo puramente racional.
La película revela además una trama de corrupción policial ¿Por qué hablar de esto?
-Al escribir no me propongo revelar nada, insisto que es ficción pura basada sí en hechos reales. Estas historias, que me son narradas a través de personajes que yo construyo, en este caso una hija de policía y mujer de policía, me cuenta una historia que trato de narrar del mejor modo posible, y que sea lo más verosímil posible. No me gustan los personajes maquetas que cumplen los deseos de un autor, que son marionetas que el autor usa para revelar algo. En mi caso es al revés. Sigo el sentimiento de los personajes con los cuales trabajo y a los que les doy vida. En este caso, esta activa investigadora de armas tomar que trata de escapar de ese destino, justamente va hacia ahí y se ve envuelta en una trama policial. Este fue mi mecanismo de creación en Natalia Natalia.
¿Cómo evaluás la producción del cine nacional en la era de las plataformas y los formatos importados?
-Hay diferencias en lo que es la exhibición del cine y un cine pasado por las plataformas. A mí me gusta el cine en proyección cinematográfica, donde uno entra como en un sueño compartido, no está solo, y tiene el mismo mecanismo del sueño. Porque uno no puede detener la proyección si llega el delivery, congelar la imagen, bajar, pagar, comer y después seguir viendo el relato. Uno está inmerso en una realidad, en compañía, en oscuridad, y donde no se puede detener. Obviamente la proyección, tanto del cine como de las series, en las plataformas no tiene esa característica, y se ha individualizado. Es ver de a uno, no de a muchos. Y las series además necesitan una construcción dramática donde cada uno de los capítulos terminen en un punto alto de no resolución, que se resuelve en el comienzo del próximo capítulo para ligar al espectador a ver todo el resto de la serie. Obviamente esto es otra cosa. Lo ideal es la convivencia, y yo milito por la continuidad de la exhibición, de la posibilidad de mirar cine colectivamente.
¿A qué se debe esto?
-En este momento, el cine se ha desarrollado numéricamente, incluso se producen más de las que se pueden mostrar, y muchas veces pasan fugazmente por la pantalla, a veces con temáticas muy buenas. Pero el sistema de producción en este momento, es decir el financiamiento a través del INCAA, es insuficiente y esto deteriora la calidad de las películas, porque se tienen que hacer en menos tiempo. Hace 15 años nuestro cine tenía mayor presencia en los festivales, era más esperado, y había una cantidad de películas con posibilidad de ganar mercados, y ser vistas afuera. En este momento, afortunadamente tenemos muchas voces, y muy diversas y federales, con temas que son muy interesantes. Pero creo que la calidad narrativa se está deteriorando porque el sistema así no puede funcionar.
¿Con qué mecanismo se puede defender la industria nacional del cine?
-Desde DAC (Directores Argentinos Cinematográficos) estamos tratando de implementar un nuevo plan de fomento, que permita la coexistencia de los diferentes tipos de cine: el que es para público masivo y con apoyo de plataformas, el cine independiente de calidad, las operas primas, el cine federal, el regional. Que haya un espacio para cada estilo y género, pero adecuado por ejemplo a la cantidad de semanas que hay. Es muy ingrato que en una semana se estrenen 3 o 4 películas al mismo tiempo y que se disputan un mismo público, que es escaso. Es un momento de crisis, pero espero que de aquí surja un cine potente, con la potencia de hace mucho tiempo.
¿A quién crees que le está hablando el cine argentino hoy?
-Lo ideal sería que el cine argentino encontrara su público. Creo que todo tipo de cine tiene su público y amerita que haya una producción para cada tipo de público: el masivo, el que mucho tiempo recuperó lo mejor del cine europeo, un público más exquisito si se quiere. El tema es que me parece que la cantidad de películas, en este caso, le está hablando a muy poco público, y en muchos casos, a sí mismo o a un pequeño grupo de amigos, y creo que esa no es la idea del cine. Tiene que haber un lugar para el cine experimental, uno para la opera prima, pero sin olvidar que el cine es un arte masivo, de una visión colectiva, y se debe apoyar, defender y promover un cine que se dirija a un público numeroso. No digo que todas las películas tengan que tener la masividad que consiguen los Francella y los Darín, pero sí un cine de calidad que va a tener su público y que sirva para difundir el cine argentino en el exterior y recuperar la espera que generaba hace unos cuantos años, como el cine de Aristarain o incluso de Lucrecia Martel, de Zsifron, de Trapero, de Bruno Stagnaro. Directores que encuentran respuestas que hacen honor al cine.