Redacción Canal Abierto | El cineasta argentino José Celestino Campusano acompañó una restrospectiva de su filmografía que se realizó en Mexico. Además de las proyecciones de Los ojos de Van Gogh, Territorio, El clan Vega, Pelayo x Campusano y La reina desnuda, el realizador brindó una serie de masterclasses.
Lejos del circuito comercial, Campusano logró hacer una frondosa filmografía desde y sobre los márgenes, en lo que dio en denominar «cine comunitario» y la creación de la Red Internacional de Clusters que asocia a diferentes realizadores y productoras independientes, alternativas y comunitarias para fortalecer la producción y distribución de sus realizaciones.
Además, desde allí se organiza el Festival Internacional de Realziación Audiovisual (FIRA), que congrega a cineastas de distintos puntos del planeta para la producción de obras. Este año tendrá lugar en septiembre en Tandil y contará con el padrinazgo de Víctor Laplace, oriundo del lugar. Allí se relizarán 9 largometrajes, 7 ficciones y 2 documentales.
En diálogo con Canal Abierto, el director adelantó algunos de sus proyectos para el futuro reciente y contó que “en México tenemos socios potenciales. Hay un proyecto para un western. Particularmente a mí me encanta el western crepuscular, atípico e incorrecto. No tengo ninguno filmado, pero tengo todas las ansias de filmarlo y tengo un par de guiones ya escritos. Estamos esperando porque hay una productora en Estados Unidos que apuesta a este tipo de cine y también con los socios locales que activemos. La pata argentina está muerta, ya sabemos, pero eso no impide que estemos acá avanzando con estos proyectos”.
¿Cómo fue el proceso de configuración del cine comunitario?
-Si te fijas, desde nuestras primeras películas, nuestra obsesión fue plasmar la complejidad y la verdadera dramaturgia que habita en los tejidos sociales no sólo de Sudamérica, nuestro continente, sino también de otros países. Pero siempre, siempre, estamos a la par de las comunidades. En ese sentido, no nos interesa ser paternalistas ni quedar bien con todo el mundo. Al contrario, creo que nuestro cine es de mano dura. Pero siempre está ampliado, ya sea en Brasil, donde ya hemos filmado, en Chile, en los propios Estados Unidos, en México, en Bolivia, hasta en el sudeste asiático y, obviamente, bastante en Argentina.
Pero a mí particularmente, desde mi labor también de productor y guionista, no me seduce mucho el hecho de repetir esquemas ni generar una producción algorítmica sobre conceptos para mí ya agotados, sino descubrir nuevas formas de sociabilidad que hoy en día están tan atravesadas por la modernidad, por las redes, por esta psicosis política que vimos a nivel mundial en la que todo cambia cada 24 horas. Creo que es bueno que el cine registre estos procesos tan vertiginosos.
¿Y por qué la elección del término comunitario en vez de otros qua yq están instalados como independiente o under?
Nuestras películas muchas veces no son tan grandes como parecieran. Yo he tenido la oportunidad de recorrer varios países con la producción propia y justamente sale a cuento de cómo se consiguió hacer tal película tocando tales tópicos, cómo se financiaron y en realidad el dinero, fiel a nuestro entorno argentino y en crisis constante, siempre es muy medido. Son presupuestos mundialmente minúsculos que ni siquiera son tomados con seriedad. Pero el resultado es elocuente porque hay un apoyo total de la comunidad.
Yo te diría que en todas mis películas, pero en todas, hasta las que están en otro idioma, hasta la que filmé una en Manhattan, en Nueva York, que es considerada la primera en video 360 y ahí tuvimos un apoyo enorme de la comunidad actoral de Nueva York, pero enorme. De ahí surgió Donald Mann, que hoy en día es nuestro socio en Estados Unidos. Pero realmente, si no tuviéramos el apoyo de motociclistas como el Vikingo o Fantamas en la ruta, de las comunidades LGBT hasta te diría de colectivos que están vinculados a la marginalidad más pura y dura, nuestras películas serían muy pequeñas y no serían un fiel testimonio. Pero realmente podemos entrar y salir de ciertos estratos porque la comunidad nos avala. Entonces, no nombrar como cine comunitario a un cine que realmente se respalda por la incidencia de las comunidades sería para mí ser desagradecido.
¿Cómo surgió la Red Internacional de Clusters?
– Es una red que surgió en Banfield hace 13 años. Fue el momento en que entendimos que si bien el fílmico había dado lugar al digital, de repente no había cambiado mucho en relación a las instituciones que enmarcan el sector, como sindicatos, cámaras, asociaciones. Era más o menos lo mismo. Entonces, si bien el digital se fue un sismo, estas fuerzas no tardaron mucho en reorganizarse y también ser un factor de contención al talento y a las capacidades de semillero de las voces emergentes.
Entendiendo esto y también entendiendo que como gente del audiovisual somos privilegiados, porque a vida alrededor del cine para mí es fascinante. Te permite conocer personas súper interesantes, crecer a nivel creativo, intelectual, visitar lugares que de otra forma no los conocerías jamás, conocer estratos sociales que realmente están invisibilizados. Creo que ante eso tenemos que ser generosos y devolverle a la sociedad gran parte de lo que la sociedad nos da, porque no existimos por combustión espontánea, sino hay un entorno social que nos propicia.
Bajo esta óptica a partir de ahí tanto la propia obra, que estoy llegando casi a las 30 películas, como de gente amiga fundé la red. Porque en el cine publicitario, en el cine de autor o el cine industrial no ofrecen alternativas, no tienen las puertas abiertas, al contrario, son bastante expulsivos. La red nuestra no, estamos en casi 20 sedes y hacemos un festival de realización que nos une. Este año va a ser en septiembre en Tandil y vamos a filmar 9 largometrajes.
Planteaste que la pata argentina de la producción está muerta, entiendo que por los recortes y ataques implementados desde el Gobierno. ¿Qué consejo le das desde tu experiencia a productores y realizadores independientes que tienen que enfrentar esta situación?
-Hay algo que es clave y es acumular. Acumular guiones, acumular contactos, acumular producciones, acumular teasers de películas que no fueron filmadas. Pero acumular y no quedarse. En la labor que estés, en el rol que estés, es clave acumular. Eso genera un diferenciador que es importante en momentos tan oscuros para el cine y para la cultura. Porque son tiempos realmente oscurísimos en Argentina como nunca antes se han visto, donde se intenta diezmar a un testigo incondicional de los procesos de los pueblos, como es el audiovisual, el cine.
No es casual que haya pasado esto con la cultura y menos con el cine. Porque el cine es un testimonio de la posteridad. Pero igual, yo creo que como dijo Newton, que toda esa evidencia de fuerzas que genera una reacción proporcional en sentido opuesto. Así que esto no va a durar. En los años que tengo de vida han pasado muchos esperpentos como el que está ahora en el poder. Y después pasan y hay una reacción en sentido contrario. Pero también está lo otro que es no permitir que gente que no puede poner dos verbos en una frase, quiera determinar nuestra vinculación y nuestro destino en un área que amamos tanto como es el área audiovisual.