Canal Abierto Radio | El ex oficial de Inteligencia de la Policía Federal Argentina, Américo Alejandro Balbuena, fue condenado el viernes a dos años de prisión por espionaje ilegal a partir de su infiltración durante más de 10 años en la Agencia Walsh, donde se hizo pasar por periodista y movilero del programa de radio del medio de comunicación comunitario. La misma pena recibieron sus exjefes Alfonso Ustares y Alejandro Sánchez.
El juez Daniel Rafecas también ordenó que su fallo sea enviado al Congreso para evaluar la presunta inconstitucionalidad del Cuerpo de Informaciones de la PFA.
Belén López del Río es periodista, locutora, operadora técnica y docente de comunicación. En 2005 se sumó a la Walsh y con Maxi Bustos, Lucas Vadura y Balbuena comenzaron a hacer el ciclo radial en Radioeter, la emisora online de la escuela Eter, en la que estudiaban y trabajaban.
En comunicación con Canal Abierto Radio, recordó cómo se fue fortaleciendo el grupo “haciendo un programa y participando de un montón de distintas actividades, porque como en todo espacio autogestivo todos hacemos un poco de todo”.
“El día que me llamó Rodi (Rodolfo Grinberg, fundador de la agencia) se me vino una sola imagen –comenzó rememorando- que fue la de Américo en noviembre de 2005, en la Cumbre de las Américas y la Cumbre de los Pueblos en Mar del Plata, que hubo una represión, estábamos con otro compañero de una radio comunitaria recorriendo para ver si alguien necesitaba algo y en la ola de gente que venía corriendo llena de gases, apareció Américo, y lo primero que pensé cuando me enteré fue ¡hasta qué punto llegan!”
“Uno sabe que bichos hay, hubo y habrá, pero por una cuestión generacional uno creía que no te iba tocar una situación así en tiempos de democracia”, agrega.
Uno de los puntos más relevantes de la sentencia es la posibilidad de que la Comisión de Seguridad Interior de la Cámara de Diputados y la Comisión Bicameral de Fiscalización de Organismos y Actividades de Inteligencia del Poder Legislativo de la Nación analicen y eventualmente diseñen un proyecto de ley para cerrar el Cuerpo de Informaciones ya que, según la querella encabezada por los abogados y abogadas del Centro de Profesionales por los Derechos Humanos (CEProDH) Myriam Bregman, Matías Aufieri, Liliana Mazea y Carlos Platkowski, solo cumple la función del realizar espionaje político.
Para demostrar eso, la acusación subrayó durante el juicio la tarea full time de Balbuena en el medio informativo.
“Hacíamos el chiste de que le íbamos a tatuar el logo de la agencia en la cabeza, porque estaba en todos lados”, contó Belén al respecto.
“Todas las personas que lo tuvimos cerca sentimos un nivel de vulnerabilidad ante un montón de años compartidos, y sobre todo en aquellos que eran parte de la agencia, lo compartido desde lo afectivo, lo cotidiano, las reuniones de producción, los mates, los asados. Nos juntábamos con un grupo de la agencia en la casa en la que yo vivía con una amiga y estaba él, en el living de nuestra casa”.
“Ahí hay uno de los puntos más shockeantes y que inevitablemente la llegada del juicio movilizó al recordar que estaba en todos lados, en lo cotidiano”, recordó la mujer que en la actualidad participa de FM La Tribu, el medio en el que Balbuena había dado sus primeros pasos como falso comunicador.
Sobre los efectos negativos que el descubrimiento podría haber producido en los compañeros que compartían la tarea con el agente infiltrado, como desconfianza o dificultad para generar nuevos vínculos, Belén López señaló: “Uno lo sigue sosteniendo porque es difícil para los que nos formamos en los espacios comunitarios, alternativos o autogestivos desconfiar de los compañeros, te queda la sensación pero volvés a meterte, a involucrarte”.
“Uno vuelve a participar y a tomar recaudos, pero hasta te sentís ingenuo porque en su momento también los tomábamos, y lo teníamos adentro, por más cautelosos que uno pueda ser las cosas pueden suceder igual y lo que pasó con Américo fue confirmar eso, que hay situaciones que nos exceden y las manejan los poderes que están totalmente ajenos a la injerencia que uno pueda tener”, advirtió.
“En algún momento con los compañeros pensamos en que estaría bueno cruzarlo y preguntarle ‘¿qué onda?’ Para tratar de entender, más allá de las ganas de pegarle una trompada, preguntarle cómo se hace, porqué, para qué…”, sintetizó.
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Foto: Enfoque Rojo