Redacción Canal Abierto | En su reciente visita al país, la generala Laura Richardson, jefa del Comando Sur de los Estados Unidos, se codeó con funcionarios del gabinete e incluso fue recibida con honores de caniche por el presidente Milei. También concedió una larga entrevista a Infobae en la que dejó declaraciones preocupantes. Entre otras, sostuvo: “Es sólo cuestión de tiempo para que el fentanilo se convierta en epidemia en Latinoamérica”. ¿Se trata de una advertencia, un pronóstico o una amenaza?
¿Qué es el fentanilo?
Este fármaco es un opiáceo sintético aprobado por la FDA (Food and Drugs Administration, Administración de Alimentos y Medicamentos de los EEUU) para ser utilizado como analgésico y anestésico. Es 50 veces más fuerte que la heroína y 100 veces más potente que la morfina. Es prescripto por los médicos para cuidados paliativos en cuadros de cáncer terminales y como analgésico para dolores agudos en los posoperatorios.
“El fentanilo tiene un amplísimo uso médico, de hecho es uno de los opiáceos más nobles que utiliza hoy la medicina moderna para muchísimas intervenciones”, explica en diálogo con Canal Abierto Patricio Liddle, activista por los derechos de las personas que utilizan drogas y parte de la Asociación de Reducción de Daños de Argentina (ARDA – @ardadrogas). “Lo que está sucediendo desde hace unos 10 años, aproximadamente, es qué se está utilizando como una sustancia de corte en el mercado de sustancias ilegalizadas especialmente en América del Norte, en Estados Unidos y Canadá”.
“Esto sucede como producto de la prohibición. Dado que las drogas están prohibidas, quienes las producen de manera clandestina no tienen ningún tipo de control de calidad, ningún agente de contralor, entonces adulteran las sustancias para maximizar la rentabilidad. En este proceso de adulteración está cada vez más presente el fentanilo, con la particularidad de que en Estados Unidos los opiáceos son drogas consumidas ampliamente por la sociedad desde hace muchos años, tanto legal como ilegalmente. Es muy diferente lo que pasa en América Latina”.
Geopolítica y drogas
“Las declaraciones de Laura Richardson no son ninguna novedad. Van en línea con la política exterior de Estados Unidos respecto a las drogas desde el gobierno de Nixon en adelante: el enfoque de ‘guerra contra las drogas’. A partir de los 70, por razones de política interna y de control de las minorías raciales y políticas, el Estado estadounidense empezó a aplicar esta doctrina que básicamente fue una cruzada quijotesca para deshacerse del ‘peor mal’ que tenía la sociedad norteamericana que eran las drogas y su utilización”, explica Liddle.
“Se pusieron el objetivo irracional de hacer desaparecer las drogas y lograr un mundo libre de ellas. Con esa fantasía fueron creando, a lo largo de la historia, en todo el mundo, pero especialmente en América Latina, distintos enemigos con quién pelear esta guerra. En un momento fue la cocaína, después los carteles, ahora el gran fantasma es el fentanilo que a ellos los está afectando muchísimo”.
“Básicamente, lo que dice Richardson, es un nuevo cuco para poder seguir justificando las intervenciones militares y económicas en América Latina con la excusa de la posibilidad de que llegue el fentanilo a nuestros países”.
¿Fentanilo en Latinoamérica”?
“Todo el tema del fentanilo en la Argentina es un chamuyo. La verdad es que el fentanilo es más caro que la merca”, sostiene Emilio Ruchansky, editor adjunto de la revista THC e integrante del Centro de Estudios de la Cultura Cannábica (CECCA). “Más allá de la presencia de carfentanilo en la cocaína contaminada de Puerta 8 y las muertes que produjo, pero nunca va a quedar muy en claro qué pasó ahí”.
En América Latina no es importante el consumo de opiáceos. El mayor consumo de opiáceos es el legal, a través del sistema médico. “No es una droga que se venda ilegalmente a gran escala como sí lo son los estimulantes, el cannabis o los psicodélicos. En América Latina, las personas de poblaciones marginadas -a diferencia del Primer Mundo donde las personas pobres tienen la posibilidad de acceder a opiáceos-, acceden a otras sustancias, también con grandes alteraciones, pero otras”, explica Liddle.
Según el experto, no hay razones comerciales, económicas, ni de la cultura de consumo en nuestra región para que haya una epidemia de uso de fentanilo. “No hay evidencia, entre todas las organizaciones de reducción de daños latinoamericanas que hacemos análisis de sustancias, de casos de adulteración con fentanilo. Hay solamente un caso aislado en Chile y otro en Colombia, pero no hay muertes asociadas al fentanilo”.
Puerta 8
El 2 de febrero de 2022, 24 personas murieron intoxicadas tras consumir cocaína envenenada en los partidos de Tres de Febrero, Hurlingham y San Martín. Otras 80 sufrieron intoxicaciones con distintos grados de complejidad. La droga adulterada provenía del barrio Puerta 8, del partido de Tres de Febrero. Tras la investigación se descubrió que el agente tóxico era el carfentanilo.
En aquella ocasión, ante la masiva intoxicación el Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires emitió una “alerta epidemiológica” frente a “la identificación de casos con signos de shock, depresión del sensorio, dificultad respiratoria, excitación psicomotriz, en personas que presentan antecedentes de consumo reciente de cocaína, en establecimientos de salud de los municipios de Hurlingham, San Martín, Tres de Febrero, Morón, Tigre, Ituzaingó y General Rodríguez”. La comunicación incluía recomendaciones para los equipos de salud sobre cómo abordar la problemática.
Gracias a esta acción y a que se detectó rápidamente la intoxicación y se encontró un antídoto al fentanilo para tratar el cuadro, la cantidad de muertes se redujo significativamente.
“El caso de Puerta 8 es un caso aislado y tiene que ver con la violencia con la que se regula el mercado ilegalizado de drogas producto de la prohibición. En este caso no fue fentanilo sino carfentanilo, un opiáceo todavía más fuerte. Esta adulteración tuvo que ver con un ajuste de cuentas y con las dinámicas delictivas más que con nuevas tendencias de demandas de drogas en el público”, sostiene Liddle.
El fentanilo es producido legalmente por la industria farmacéutica. Pero también se produce ilegalmente. Se empezó a producir en un laboratorio de China y luego la producción fue migrando debido a las tensiones diplomáticas que generó en la relación cino-estadounidense.
Una guerra para el Comando Sur y para Pato Bullrich
“La ‘guerra a las drogas’ es una política que ha demostrado ser absolutamente ineficiente. Desde que empezó, aumentó la cantidad de consumidores, aumentó el poder del narcotráfico, aumentó la influencia militar de Estados Unidos en toda la región sin ningún tipo de resultado palpable en términos de que haya mejorado la situación. Veamos los resultados del Plan Colombia y lo que pasa en México, como ejemplo”, argumenta Patricio.
“Las declaraciones de Richardson tienen mucho que ver con lo que está pasando en la política argentina hoy, cuando estamos en una especie de nueva versión de las ‘relaciones carnales’. Siempre hay una buena manera de asistir a países con bajos niveles de soberanía para financiar algún tipo de guerra interna. Acá nos están diciendo: ‘ustedes van a tener una guerra, van a tener una invasión de fentanilo. Podemos prestarles plata para combatir esa invasión’ de una fantasía creada por ellos mismos y les permite tener un control financiero y militar sobre la región en un momento de suma fragilidad”.
Enlaces relacionados:
–ARDA (Asociación de Reducción de Daños de Argentina)
–Centro de Estudios de la Cultura Cannábica (CECCA).