Redacción Canal Abierto | El paso de la motosierra por la administración pública es ya una costumbre para los argentinos. Sin embargo, hay decisiones que no dejan de asombrar, por su crueldad o incluso por el grado de estupidez que revisten.
Más grave aún es un cóctel de ambas, como sucede en este caso con la eliminación casi total de las programaciones locales de Radio Nacional, que a partir de hoy pasa a retransmitir buena parte de los contenidos producidos en LRA1 Buenos Aires.
En línea con la política de Javier Milei de silenciamiento de los medios públicos, la decisión lleva la firma del interventor y director de la emisora pública -y hasta ahora federal-, Héctor Cavallero, y afecta a 49 emisoras y millones de personas que habitan fuera del territorio bonaerense.
Para ejemplificar el impacto, en las últimas semanas trabajadores de Radio Nacional en la Patagonia alertaron sobre la necesidad de mantener la programación local para informar a la población mientras dure el temporal de nieve que sufre la región.
En los últimos días, Vialidad Nacional se vio obligada a interrumpir, incluso hasta por 20 horas, la circulación en varias rutas sensibles para localidades sureñas. El problema fue la falta de información a raíz de los recortes que ya viene sufriendo Radio Nacional, y que resultó en numerosos vehículos varados debido el temporal.
Esta porteñización de la emisora fue repudiada por la Federación Argentina de Trabajadores de Prensa (Fatpren): “Este anuncio se inscribe en el vaciamiento de la radio pública, que se manifiesta duramente los fines de semana y los feriados: no hay programas en ninguna emisora, incluyendo Buenos Aires”.
“La programación local de cada emisora garantiza que se informe según lo que ocurre en cada lugar, que se escuchen todas las voces en todo el país, que se fomenten la cultura y las economías regionales, que se promuevan derechos y la identidad de nuestro pueblo en cada uno de los rincones de la Patria”, agrega.
Trabajadores de Radio Nacional Córdoba contactados por el diario La Voz señalaron que estos cambios de programación se dan “en un evidente marco de apriete” y que hacen perder “soberanía informativa”, “autonomía” y “federalismo”.