Por Leo Vázquez | Jirones de mi vida: de Espartaco a Montoneros es el nombre del último libro de la galardonada pintora y escultora Nora Patrich. Se trata de un compendio de recuerdos personales que cuentan una historia colectiva y que atraviesa algunos de los momentos más revisados de la historia política reciente de nuestro país, y otros de fama pequeña.
Los relatos comienzan a encadenarse a partir del inicio de un exilio obligado tras la caída en combate de su marido Horacio Machi, alto mando de la organización, en 1977, con evocaciones propias y compartidas, registros caseros y afectivos, fotos, dibujos y archivo, todo producto de un efectivo sistema de ayudamemorias que la autora fue cuidando durante décadas con el objetivo del traspaso generacional de la experiencia vivida.
Nora conoció a Horacio en el 1971. Ambos ya militaban. Ella empezó en la Línea de Izquierda Revolucionaria, luego pasó a la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), siguió por la Juventud Universitaria Peronista (JUP) y así llegó a Montoneros. Cuando la muerte los separó, tenían dos hijos. En Canadá se convirtió en una consagrada artista, aunque su vínculo con la cultura comenzó mucho antes. Antes, inclusive, de haber integrado el Grupo Espartaco, un movimiento artístico de fuerte impronta y compromiso político surgido en la década del 60.
En esta charla con Canal Abierto recorre su vida y su trayectoria, vuelve la vista sobre el pasado con lentes de actualidad y regala miradas sobre temas siempre candentes, hoy incendiarios, como la lucha armada, la militancia juvenil, los juicios de lesa humanidad, la Contraofensiva montonera, la actualidad nacional y el gobierno de Milei, sobre el que advierte: “Quiere barrer de la faz de la tierra a una clase social”.
“Es bueno saber lo que ha pasado en el pasado”, anuncia.
¿Qué es lo que contás en el libro?
-Son memorias, no es una autobiografía, es lo que yo recuerdo de mi vida como artista y como militante. Se puede decir, inclusive, como guerrillera: yo fui guerrillera, pero soy montonera. No reniego de lo que soy y lo que hice, con aciertos y errores.
Y después he tenido una vida artística rica, reconocida tanto en el exterior como en Argentina, y hablo de cómo he podido incorporar mi profesión a la militancia.
Escribí el libro y me saqué un peso de encima, ya no tengo la presión de obligarme a mi misma a recordar.
El arte llegó a tu vida antes que la militancia…
-Claro, si, de muy chiquita. Mi interés por el arte viene de antes porque mi papá tenía galería de arte en Argentina y en el exterior. Fue así que descubrí a los Espartaco, a los 10 años, y me quedé re enganchada, por alguna razón, porque no eran cosas bonitas, por ahí una piba a esa edad busca arte más efímero, más romántico, pero a mí me enganchó por ese lado. Y después estuve casada con un Espartaco.
¿Qué le puede aportar tu experiencia a nuevas generaciones?
-Es una especie de conexión entre pasado, presente y futuro, porque lo que no queremos es que nos pase lo que quiere el poder real, que empecemos siempre de cero, que no aprendamos de lo que hicimos, de lo que nos pasó. Vos fíjate que a San Martin también se lo acusó de subversivo y extremista, también se fue al exilio, le pasaron muchas cosas de las que nos pasaron a nosotros, y no es que me quiera comparar con San Martin, pero es bueno saber lo que ha pasado en el pasado y creo que nuestra época fue muy interesante porque habla de algo que hoy en día nos estamos olvidando y es esa consigna tan linda que escuchamos durante un periodo que era “la patria es el otro”, el abrirnos y brindarnos hacia el otro, sabiendo que cuando te brindás hacia el otro también lo haces hacia vos mismo, porque mientras los demás estén mejor, vos también vas a estarlo. Mientras haya otros que están mal, a vos también te va a afectar.
Creo que en los 70 hubo mucho compañerismo, mucha claridad en cuanto a lo que sucedía y el porqué, y creo que hoy en día hay muchos sectores que no lo entienden así, y por ahí también tenemos que ver nosotros por no haber podido profundizar en lo que dicen y no quedarse con lo que escuchás porque parece divertido o bizarro, como pasó ahora con Milei. Si más personas hubieran analizado un poco más, no estaríamos donde estamos.
Se escribió mucho sobre la lucha armada, pero hoy vuelve a ser una idea demonizada….
-Por eso mi libro. Montoneros era una organización político-militar, la prioridad era lo político y esa era la exigencia que teníamos nosotros, estar insertados en los barrios, estar trabajando, yo cuento muchísimas cosas que se hicieron a través de las universidades, fabricar medicamentos, el Operativo Dorrego con las inundaciones, que se construyeron casas con el Ejército y los compañeros de Arquitectura, de todo eso nadie habla, no se sabe, entonces en primer lugar hay que entender que se trató de una organización política y que si se recurrió a las armas, como dice la Constitución, fue por el derecho a la resistencia y a proteger al pueblo. Esto ha sido reconocido en algunos juicios, por ejemplo el juicio Contraofensiva.
Vos participaste en ese juicio…
-Ahí declaré yo, declaró mi compañero Roberto Baschetti. Yo tengo siete familiares desaparecidos y quedamos dos vivas. Mi cuñada también declaró, y en ese juicio se reconoció el derecho la resistencia. Y si se hubiera roto la ley, hasta un asesino serial tiene derecho a un juicio, y no es lo que pasó con las personas que están desaparecidas, que fueron asesinadas o tiradas vivas desde los aviones.
Las armas no fueron nuestra primera elección, yo soy pacifista, pero eso no es sinónimo de ser pelotuda.
¿Creés que estos juicios pueden servir para explicar eso?
-Sí, lo que pasa es que tampoco se sabe mucho, porque es difícil no tragarse las fake news y la ideología que implanta el enemigo. Como la teoría de los dos demonios, ¿cuánto tiempo se tardó para poder ir desenmarañando toda esa teoría que ya casi no se escucha más?, pero en una época todo el mundo pensaba eso, y es por la desinformación y por esa incapacidad de profundizar, porque si vos te ponés a pensar en la Contraofensiva, nadie fue obligado a venir, que es una de las cosas que siempre se dijeron…
Que la Conducción mandó a los pibes a morir…
-Yo estuve un año en la guardería montonera en Cuba, y si hubiéramos venido engañados habríamos venido con los hijos, y los que decidieron dejar los chicos es porque tenían total conciencia de a qué se venía. Además no se venía a hacer una guerra, se venía a hacer trabajo político. Mi cuñada, que cae en la Contraofensiva, venía a intervenir la radio y la televisión, que de alguna manera lo hacían para contar lo que los medios no te contaban. Los milicos se fueron por la guerra de Malvinas pero también por un montón de cosas que estaban sucediendo en el país, estaban por ocurrir las huelgas más grandes de la historia de Argentina, por eso lanzan la guerra. La Contraofensiva, un trabajo conjunto de las fábricas, los barrios, gente que quedó descolgada pero igual siguió militando…
El libro habla mucho del exilio, ¿Qué representa esa experiencia para vos?
-La mitad del libro habla del exilio porque estuve en muchos países. Pero además también hay mucho humor, mucho amor, mucha poesía, porque también nos pasaban cosas graciosas, no éramos soldados, psicópatas, éramos gente común y silvestre que de repente tomó conciencia de lo que estaba pasando y en ese momento, esa era una de las respuestas posibles.
Hoy en día es otra realidad, no había democracia. También hay que ubicarse en la etapa, estaba la revolución cubana, veníamos de Vietnam, los Pantera Negra en Estados Unidos, había un clima internacional…
En tu caso la distancia, además de los compromisos y los afectos, implicó otras pérdidas y dificultades importantes
-Sí, ¡hambre! No siempre tuve con qué alimentar a mis hijos. El mismo día que lo matan a Horacio mi hija cumplía dos meses. Yo me escapé de Rosario con mi hija de tres días. Y de Buenos Aires me fui a Miramar con mi hija de una semana. Y tenía tres meses cuando me fui a Uruguay, y de ahí a Israel. Ahí nos organizamos las viudas, fue el único momento y lugar que las viudas se organizaron como viudas, había del ERP, de Montoneros, las dos más jovencitas, que tenían chicos, tenían 18 y 19 años. Nos apoyamos, nos ayudamos, había que conseguir trabajo, conseguir casas. No fue fácil. En Canadá fue donde mas fácil me fue, porque viví más de 30 años y pude tener una carrera, trabajaba para el gobierno, me desarrollé como artista plástica, gané muchos premios y después empecé a ir y venir de Argentina a Canadá haciendo muestras y cosas en ambos lugares.
Al monumento mío sobre el Bombardeo a Plaza de Mayo en Casa Rosada, Naciones Unidas lo tiene como Lugar de Memoria en su Mapa Internacional. Y una Evita mía está en la exposición permanente del museo de América de la Unesco representando a la Argentina. Entonces, a través del arte uno no solo concientiza, sino que va ganando espacios.
¿Cómo estás viendo este momento del país y cuál es el aporte que puede hacerle un libro como el tuyo a esta etapa?
-Por un lado que sepamos lo que nos pasó y tratemos de entenderlo y el porqué de la importancia de seguir luchando y nunca jamás bajar los brazos. Tengamos lo que tengamos, porque lo que vamos logrando hay que cuidarlo. Ahora estamos viendo cómo hemos perdido un montón de derechos ganados. Tampoco cuando estaba Alberto estaba todo ganado, ni antes con Macri, fueron los momentos en los que más perdimos, Macri, Alberto y ahora con Milei, hay que estar siempre con los brazos alzados y la mente clara. Porque mira en siete meses todo lo que hemos perdido, y eso está pasando a nivel mundial, el poder real es muy poderoso.
¿Que representa Milei?
-Tiene características de psicópata, no lo digo yo, lo dicen sus actitudes que han sido estudiadas por psicólogos. Ha quitado medicamentos, alimentación. Y el que apoya este tipo de cosas es cómplice, eso es lo que yo veo, es terrible todo esto.
El gobierno de Alberto tuvo mucho que ver, si bien hizo cosas buenas como lo de la pandemia, él preparó de alguna manera el terreno para que esto suceda, por el descontento.
Fijate que cuando sube Hitler, también había hambre, necesidad de trabajo y la gente se desespera. También hablaba haciéndose el loquito, gritando y gesticulando, hay muchos paralelos. Hitler quiso barrer de la faz de la tierra a una raza, y éste está haciendo lo mismo con una clase social.
Contás una anécdota de una cita a la que fuiste en Córdoba, el compañero con el que te tenías que encontrar te iba a reconocer por una pulsera, pero era una cita cantada, cuando se cruzaron no frenó, para no delatarte…
-Son pocos los compañeros que cantaron en relación a los que sí lo hicieron. Pasamos uno al lado del otro, me miró a los ojos y yo me di cuenta que tenía que seguir de largo. Todavía la tengo la pulsera.
La alegría y el humor a pesar de las enormes dificultades son una constante en compañeros y compañeras de tu generación…
-Soy muy apasionada, me puedo cagar de risa o de bronca. Pero no militábamos porque nos gustaba flagelarnos, luchábamos porque amábamos la vida y lo que queríamos no era mejorar nuestra vida, era mejorar la vida de todos, que todos pudieran tener derecho a la risa, a divertirse, a tener tiempo con la familia.
Jirones
Jirones de mi vida: de Espartaco a Montoneros fue publicado a mediados de 2023 por Jironesdemivida, la editorial que dirige Roberto Baschetti, uno de los historiadores y archivistas del peronismo más importantes del país, actual marido de Nora Patrich.
Cuenta con un prologo de la periodista Sandra Russo y otro de Pablo Verna, abogado en juicios por delitos de lesa humanidad e integrante del colectivo Historias Desobedientes, en tanto su padre es un médico militar condenado por crímenes aberrantes en Campo de Mayo durante la dictadura.
Artista
La obra de Patrich se caracteriza por una fuerte presencia de mujeres, compromiso político, derechos humanos y cultura popular. Es la autora del imponente Monumento a las Víctimas del Bombardeo de Plaza de Mayo, ubicado en el jardín de la Casa Rosada, y en la actualidad se encuentra trabajando en un monumento a los colimbas desaparecidos que será emplazado en el Espacio para la Memoria que funciona en Mansión Seré. “Es poco lo que se sabe. Estaban como desertores, pero estaban desaparecidos y Cristina hizo que se los reconozca como víctimas del terrorismo de Estado. Son más de 200 compañeros que estaban haciendo el servicio militar obligatorio”, cuenta.
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Producción: Silvio Soler
Fotos: Facebook “Nora Patrich, murales y otras yerbas”