Por Leo Vázquez | Roberto Baschetti es sociólogo, investigador, historiador, editor y escritor, pero ante todo es poseedor de uno de los archivos más importantes del peronismo de todo el país. Y su inmenso museo es insumo tanto propio como ajeno, ya que lo comparte con quien lo necesite para otros trabajos y publicaciones.
Lleva escritos más de 50 libros y hace años fundó y dirige la editorial Jironesdemivida, con la que en 2022 publicó Trelew. A cincuenta años de la masacre, un impactante recopilatorio de los hechos conocidos sobre la matanza de los presos del ERP, las FAR y Montoneros que se habían fugado del penal de máxima seguridad el 22 de agosto de 1972, y otros materiales nunca antes difundidos o de muy poca circulación que hacen de este un documento atrapante aún para quienes leyeron La Patria fusilada de Urondo, La pasión según Trelew de Tomas Eloy Martínez, o que vieron Ni olvido ni perdón de Raymundo Gleyzer o La fuga que fue masacre de Mariana Arruti.
En esta charla con Canal Abierto, Baschetti describe los hechos históricos, los analiza en el contexto actual, siempre cambiante y desafiante, habla de la importancia de mantener viva la memoria a través de su trabajo cuasi antropológico y revive el pensamiento de Luis Eduardo Duhalde, abogado de los guerrilleros masacrados y luego secretario de Derechos Humanos de la Nación. Además, recuerda su propia participación en el funeral de los militantes asesinados en la sede del Partido Justicialista de Capital Federal, que terminó en represión.
¿Cómo contás las Masacre de Trelew?
-No fue la primera ni la última que se realizó contra el campo popular, nacional, revolucionario en Argentina. Un repaso por la historia del Siglo XX da pie a esto: año 1909, Semana Roja, en Plaza Lorea, al menos 14 obreros muertos y 80 heridos; en el 1919, 10 años más tarde, la famosa Semana Trágica, con el conflicto en la fábrica Vasena, 700 muertos, 4000 heridos; en 1920 a 1922, la Patagonia Rebelde, llevada a los libros y el cine con Osvaldo Bayer, en Santa Cruz, entre 1000 y 1500 peones asesinados; en el 55 el Bombardeo a Plaza de Mayo, con al menos 308 muertos, más de 1000 heridos y un año después, fusilamiento de civiles y militares peronistas con 33 muertos y también dos libros emblemáticos como fueron Operación Masacre de Rodolfo Walsh y el de Salvador Ferla.
Siempre, en todos estos hechos, estuvieron los mismos mentores ideológicos detrás de estos crímenes, patrones, estancieros, terratenientes, oligarcas, imperialistas que arman sus tropas de ocupación, ya sean policías o militares, para llevar adelante las matanzas que permitan preservar los privilegios para siempre, y Trelew no fue la excepción a esa regla.
¿Cuál fue el objetivo en ese caso?
-Yo lo veo como un laboratorio a perfeccionar, luego mejorada en la represión salvaje y sin escrúpulos de ninguna naturaleza, que sería norma y guía para las mayores aberraciones que efectuara la dictadura cívico-militar a partir del 76. Porque en estos asesinatos se condensan muchos de los presupuestos que después tendrían larga y siniestra aplicación, como una vez me explicó personalmente el doctor Luis Eduardo Duhalde, a quien consideré mi amigo. Esos presupuestos eran cinco: la pedagogía del escarmiento por el terror; el ocultamiento de la verdad; la política de exterminio; la aplicación de ley de fugas y el intento unificar a las fuerzas armadas a través de un pacto de sangre, tal como fue después.
Ahí hay algo que me parece interesante, porque este tipo de masacres a veces les terminan jugando en contra. Yo como investigador, cuando hago una entrevista a algún militante del peronismo, hay una pregunta que se repite siempre que es “¿Cuándo y/o porqué empezaste a militar?”, y los que tenían mi edad, yo ahora tengo 74 años, los que empezaron a militar en los 70 habíamos leído y nos quedó marcado Operación Masacre y nos revelamos ante una injusticia, y con la matanza de Trelew pasó exactamente lo mismo, con esos pibes que tenían 13, 14, 15 años, que comienzan a militar a partir de esa barbarie. Entonces, es interesante ver cómo esos fusilamientos en masa terminan de alguna manera, aunque sea parcialmente y para una coyuntura, jugando en contra del propio sistema.
¿Con qué intenciones y objetivos hiciste el libro?
-La idea es pasar revista de forma cronológica y ordenada a los hechos, y por ejemplo se incluyen algunas cosas interesantes que nadie se preocupó por rescatar antes, por ejemplo la historia del periodista y fotógrafo Emilser Pereyra, que honró su profesión y tomó esa imagen icono, en el aeropuerto con los guerrilleros rendidos pero jamás vencidos, estaba prohibido sacar fotos y él sin embargo sacó esa que recorrió el mundo. Se tuvo que exiliar sin haber participado en política hasta ese momento y se murió en el exilio en Venezuela.
También aparece una biografía política más completa de los presos políticos asesinados como así también la de sus circunstanciales compañeros de celda sobrevivientes, y por supuesto se denuncia y se marca a fuego, no solo a los verdugos y ejecutores materiales de la masacre sino también a sus cómplices militares, policiales y civiles, que fueron ejecutados luego por guerrilleros. El almirante Hermes Quijada, que mintió a la opinión pública sobre los hechos, habló por televisión; el juez Jorge Vicente Quiroga, integrante de la Cámara del Terror, que impidió el paso de los abogados defensores; Arturo Mor Roig, ministro del Interior del dictador Lanusse, y también el comisario Alberto Villar que se robó tres cajones con los cadáveres de la sede del Partido Justicialista, previa entrada al velatorio con una tanqueta, que además fue mentor de la Triple A.
Y luego en el libro se recuerda la fuga al Chile de Salvador Allende y a la Cuba de Fidel Castro.
Lo que también tiene como mérito el libro es que tiene lugar para imágenes inéditas sobre la liberación de los presos políticos el 25 de marzo del 73 pero en Rawson, y los homenajes en esa misma ciudad y en Trelew a los caídos un año antes. Esas fotos nunca se difundieron multitudinariamente, pero yo las pude conseguir porque eran parte del archivo de la revista El Descamisado y el diario Noticias. Y También incluye los homenajes populares que nunca tuvieron fin, en Plaza de Mayo, en cancha de Atlanta, en la Plaza de los Dos Congresos, en córdoba. Y aprovechando mi archivo, infinidad de solicitadas, volantes, panfletos, comunicados que tienen como columna vertebral a los héroes de Trelew.
Estuviste en el velatorio de Avenida La Plata…
-¡Sí! Yo tenía 22 años, el año anterior con 21 había hecho el servicio militar obligatorio, y después me consigo trabajar en EUDEBA, la Editorial de la Universidad de Buenos Aires, que sigue estando en Rivadavia entre Montevideo y Paraná, y ya, si bien había dictadura, teníamos una comisión interna. Cuando nos enteramos de la masacre decidimos salir del trabajo, caminar por Rivadavia dos cuadras y tomarnos el subte hasta Avenida La Plata. Ya en subte nos dábamos cuenta quiénes eran los militantes que iban para allá. Cuando empezamos a caminar se veían columnas y columnas de gente caminando para el mismo lado. Y cuando llegamos el lugar ya estaba repleto, los cajones estaban en la planta baja y en un momento dicen “hay que cerrar las puertas porque van a reprimir”. Nos fuimos a la azotea y nos sentamos todos ahí en el piso y empezaron a caer no solo los policías que ingresaron con la famosa tanqueta, sino que también llegaban por los techos de las casas vecinas, y nos obligaron a poner las manos en la cabeza, nos sacaban en fila, habían puesto camiones de culata o colectivos para llevarnos, pero en la confusión aprovechábamos y por cada uno que entraba, cuatro nos escapábamos por los costados. Los alrededores eran un campo de Agramante, piedras, bombazos, ladrillos, barricadas, la cuestión era mostrar nuestra indignación ante un nuevo asesinato popular masivo.
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El libro incluye material recogido por vos mismo en el momento de los hechos. ¿Cuándo decidiste que ibas a ser historiador?
-Quizá nunca lo racionalicé, pero cuando yo empecé a militar, a los 18 o 19 años, en ese tiempo estudiaba abogacía y me había conseguido un trabajo de Meritorio en un tribunal de Trabajo, que era muy divertido porque ibas y aprendías pero no te pagaban un peso, era meritorio enserio. En verano, yo como era pinche tenía que preparar la tarde anterior los juicios que se iban a tratar al día siguiente. El turno comenzaba a las 7 pero los primeros casos se demoraban siempre y se empezaban a tratar después de las 8, y la gente tenía que esperar. El servicio que nos daba el tribunal a nosotros era un mate cocido y un pedazo de pan, y yo siempre lo compartía con esa gente, porque me parecía un gesto humano, eso de “la patria es el otro”, como decía Cristina. Y con algunas de esas personas entrabas más en confianza y te empezaban a contar cosas, y todos coincidían en qué diferente era cuando estaba Perón, porque te cumplían los derechos laborales, se respetaba al trabajador etc., y ese fue el empujoncito que me faltaba para empezar a militar, y a partir de eso empezar a leer todas las revistas partidarias de izquierda o nacionales y populares, que eran muchas, clandestinas y legales, y en cada una de esas revistas siempre había un anotador que reflejaba hechos anteriores, por ejemplo revistas del 70 del peronismo que tomaban la primera Resistencia, o la toma del frigorífico Lisandro de La Torre, etc. entonces me empecé a hacer de una cantidad impresionante de material sobre ese periodo y me empezó a gustar. Y la otra buena decisión que tuve fue que cuando vino el golpe no tiré ni quemé nada, sino que lo escondí, y eso me permitió salir con ventaja cuando volvió la democracia porque mi primer libro, Documentos de la Resistencia sale en el 87, y mucha gente pensaba que yo era un viejo de la resistencia, y no un pendejo que había juntado cosas. Pero a partir de ahí también hubo un buen efecto porque cuando me empezaron a conocer me empezaban a entregar sus propios archivos y recuerdos. Y después la cosa no paró nunca más.
Ese material derriba los prejuicios que alguien que ya conocía en detalle los hechos de la Masacre de Trelew pudiera tener con tu libro…
-Claro, porque es un fresco de la época. Una manera de entender lo que ocurrió son esas miles de manifestaciones que generaron un amplio rechazo a la dictadura, no solo en ese momento sin a posteriori. Es irrefutable, yo puedo tener juicios de valor, porque el imparcial no existe, pero si yo me remito al papel, es irrefutable.
Mucho se habla de un giro a la derecha de la militancia juvenil, inclusive de manera decisiva para la última elección que ganó Milei. ¿Por qué es importante que los pibes conozcan lo que sucedió en la Base Almirante Zar en 1972?
-Fundamentalmente porque, como dice la canción, si la historia la escriben los que ganan eso quiere decir que hay otra historia. Un poco tiene que ver con eso, otro poco tiene que ver, que esencialmente fue el motivo de mis libros de documentos, con mostrar que había otra historia escrita y protagonizada por el pueblo, y que si no la escribíamos nosotros no la iba a escribir absolutamente nadie, y que las modas y las circunstancias pueden pasar, pero la esencia, lo que significan los intereses del pueblo, eso siempre está. Es un momento complicado, hay un avance de las derechas en el mundo, pero si vos mirás el panorama de América Latina tenés a AMLO en México, Petro en Colombia, Lula en Brasil y muchas posibilidades de que el Frente Amplio vuelva en Uruguay. En Europa parece más jodido, pero en Gran Bretaña después de tanto tiempo ahora gana el Partido Laborista, en Francia hay una elección de vida o muerte y no gana la derecha. Entonces no todo está perdido….
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