Por Gladys Stagno | Esta semana, de la mano del decreto 755/2024, comenzó con un nuevo recorte del Gobierno a la ya vaciada área de género. Se trata del Programa Acompañar, la política más importante y federal que llevó adelante el ex Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad, y que el mileísmo ha convertido en la sombra de lo que fue.
Desde septiembre de 2020 hasta diciembre de 2023, el Programa brindó apoyo a las personas víctimas de violencia de género y un monto equivalente al salario mínimo vital y móvil por seis meses, para facilitar su salida de la situación de violencia en la que vivían. Para recibirlo no era necesario haber realizado denuncia policial previamente, dada la dificultad de muchas víctimas para radicarla. Desde el lunes —gracias al decreto que lleva las firmas de Javier Milei, el jefe de Gabinete, Guillermo Francos y el ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona—, la denuncia es requisito y el beneficio es sólo por tres meses, amén de que el salario mínimo, tras el primer semestre libertario, se ha vuelto el más bajo de América Latina.
“A partir del triunfo de Javier Milei se puso en cuestión en nuestro país la violencia por motivos de género. Con un gobierno negacionista, supimos que el Programa, si subsistía, iba a ser otra cosa”. El vaticinio es de Claudia Perugino, ex coordinadora nacional del Programa Acompañar, quien anticipó la involución en materia de políticas públicas que ya puede traducirse a números: durante la gestión anterior, 352.385 personas ingresaron al Programa Acompañar. Desde enero, sólo 1.919.
Como recuerda Perugino en diálogo con Canal Abierto, el Acompañar surgió como una respuesta a un reclamo histórico del movimiento de mujeres: que existiera un programa de apoyo económico. “Quienes veníamos acompañando a mujeres y diversidades en situación de violencia por motivos de género habíamos escuchado hasta el hartazgo: ‘yo sé que me tengo que ir, pero no sé cómo, no sé dónde, no tengo cómo sostener a la familia’. Por eso creamos este Programa”, afirma.
¿Cómo funcionaba el Programa Acompañar?
—La incorporación al programa era mediante las áreas provinciales o locales, así que primero se realizó un convenio con todas las provincias y después con municipios para garantizar el acceso de todas las mujeres y diversidades al programa. Se hizo así en parte por la urgencia que requería la pandemia, cuando en muchos casos las víctimas estaban 24 x 7 con sus agresores, imposibilitadas de salir a hacer la denuncia. Y se llegó a cubrir casi la totalidad del territorio nacional. Gracias al Acompañar se crearon direcciones, coordinaciones, secretarías locales con equipos técnicos que hacían la primera escucha e inscribían la solicitud de ingreso al programa en el Sistema Integrado de Casos por Violencia por Motivos de Género. Esa solicitud llegaba al Ministerio y allí todos los meses se ingresaba una nómina de personas destinatarias del programa.
¿Cuál era el tipo de apoyo que brindaba a las víctimas?
—El abordaje a la situación de violencia variaba de acuerdo al caso y a las necesidades de la persona. Había apoyo legal, psicosocial. Y con el apoyo económico algunas pudieron irse de su casa, otras terminaron sus estudios universitarios, muchas fortalecieron un emprendimiento que ya tenían, otras generaron emprendimientos nuevos.
Por otro lado el Acompañar, en medio de la pandemia, no sólo asistió a mujeres y disidencias en situación de violencia sino que generó un impulso económico en muchos municipios en un momento donde el consumo estaba muerto, porque ellas gastaban el dinero en los comercios de su zona. Así que no sólo ayudó a las mujeres, sino a que muchas fuentes de trabajo subsistieran.
¿Qué fue ocurriendo con el Programa hasta el decreto 755?
—En un principio pasó a Capital Humano y después a Justicia. Pero el Programa Acompañar, como lo concebimos, se terminó el 10 de diciembre con la asunción de Milei a la Presidencia de la Nación y su decisión de cerrar el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad. En este tiempo ingresaron muy pocas personas y muchas de las que lo cobraban ya no pudieron seguirlo haciendo. Del equipo de 50 trabajadoras, quedaron 8.
Esta gente, con un desconocimiento de la ley que preocupa, viene arrasando con todas las políticas públicas que tienen que ver con acompañar a las personas en muchos casos en los peores momentos de su vida, como es una tentativa de femicidio.
¿Qué significó el Programa en la lucha contra la violencia de género?
—Las personas con las que nos entrevistamos durante esos años nos manifestaban que a partir del Programa conocían que había un Estado, que lo que ellas sufrían les interesaba a otros, que había equipos para acompañarlas.
¿Y qué significa su desmantelamiento?
—Me parece que esto lo que cierra es la posibilidad de que la gente piense que hay un Estado presente. El Estado argentino se había reconocido responsable de acompañar los procesos de salida de situaciones de violencia por parte de las víctimas. Ese es el gran retroceso.
Cada día que me levanto pienso en las miles de personas que en todo el país están golpeando una puerta que nadie va a responder. El cierre del Ministerio lo que produjo es que las personas están más solas, más vulneradas en sus derechos, con menos posibilidades de ser escuchadas, acompañadas, asistidas.
Sabemos que todas las crisis traen aparejada la profundización de la feminización de la pobreza, donde la imposibilidad de conseguir un trabajo es enorme y las que peor la pasan son las mujeres de las barriadas populares. Es un panorama desolador que va a impactar en que vamos a tener cada vez más femicidios, con el agravante de que están silenciados por los medios hegemónicos que protegen al gobierno nacional.
3J: “Con Milei, las mujeres que sufren violencia de género están más desprotegidas”