Por Rodolfo Kempf | El pueblo argentino está siendo atacado como en la última dictadura. El gobierno de Milei quiere dar marcha atrás con todo aspecto soberano de nuestra historia. Quiere darnos vuelta como una media para imponer una Argentina Sociedad Anónima.
El 20 de diciembre del 2024 fue el día elegido por el Presidente Javier Milei para lanzar el plan nuclear. El acto contó con la presencia del Director General de la IAEA (Agencia (Internacional de Energía Atómica, por su sigla en inglés), Rafael Grossi, y el protagonismo del asesor de la jefatura de Gabinete y ahora flamante Jefe del plan nuclear, Demian Reidel, físico egresado del instituto Balseiro, quien estableció contactos directos con los multimillonarios del Silicon Valey.
Los mismos oligarcas multimilonarios más ricos del mundo que estuvieron en el centro de la inauguración del nuevo mandato de Trump -Elon Musk, Jeff Bezos, Mark Zuckerberg y el director ejecutivo de Google, Sunder Pichai- se sentaron simbólicamente con los elegidos para el gabinete de Trump. Una docena de multimillonarios serán parte de la administración Trump, mostrando una novedad en el salto de los oligarcas tecnológicos del Partido Demócrata al Partido Republicano
Cuando Milei dice explícitamente que hay que “acostumbrarnos a ser un país de servicios”, nos está diciendo que de aquí en más la matriz económica apunta a conseguir los dólares para “honrar la deuda”. El principal órgano económico pasa a ser el puerto: por allí exportamos granos, hidrocarburos, minerales. No es sorprendente entonces que Milei ofrezca nuestra Patagonia como enclave supranacional donde se emplacen granjas de datacenter de los pulpos informáticos, asistidos con energía de base segura por vía nuclear. Visitas a Silicon Valey, reuniones con los popes tecnológicos y la designación de Alec Oxemford, creador del unicornio OLX, al frente de la embajada Argentina en Estados Unidos, fueron gestos en ese sentido. Desde el diario La Nación encuadran esta iniciativa en la Economía del Conocimiento y con el objetivo específico de proveer de infraestructura para entrenar a los modelos de IA avanzados, se requiere maquinaria altamente demandante de energía y la Patagonia tiene características geográficas ideales para la instalación de los centros de datos por sus grandes superficies y su clima.
Sin embargo, está el plan nuclear. El “atractivo” o novedad del plan lanzado por Milei y Reidel es el de asociar la energía nuclear, particularmente los SMR o pequeños reactores modulares, con la Inteligencia Artificial. Por eso vamos a estudiar cuales son las tendencias mundiales en ese sentido anticipando que Argentina podría resolver en forma soberana, justamente con la vinculación entre CNEA, INVAP y ARSAT, que han desarrollado datacenter que fueron dejados de lado para poner la antena de Starlink de Elon Musk en la Casa Rosada.
El crecimiento exponencial de energía que exigen los servidores de IA pone en movimiento una confluencia con la generación de energía por vía nuclear. Al cerrar la marca y el escalado industrial del proyecto CAREM, se clausura un plan de desarrollo nuclear soberano (sostenido en la Ley 26566 del año 2009) para pasar a un plan de instalación de centrales nucleares (4 módulos del ACR 300), bajo negocios de privados estadounidenses. Un plan para una Argentina Sociedad Anónima.
¿Qué propone el plan nuclear de Milei?
Propone privatizar el 49 por ciento de Nucleoeléctrica Argentina Sociedad Anónima (NASA), la operadora de las tres centrales nucleares argentinas y para eso, ya hubo reuniones con Westinghouse. NASA entrega como resultado operativo unos 200 millones de pesos.
Quiere también privatizar la producción de uranio. Mendoza se encaminó a ello y ya hay nueve ofertas para la operación privada de la mina de Sierra Pintada, en San Rafael.
La alianza de Eduardo Eurnekian con mineras canadienses, se cita en el Financial Times. Piensan exportar nuestro uranio. Y lo que quede, nos lo venden.
El Gobierno quiere ocupar el sitio de las Atuchas 1 y 2, en Lima, provincia de Buenos Aires, para un reactor de uranio enriquecido y agua común a presión. Es un engendro copiado y se llama ACR300. Con esta ocupación de un terreno licenciado por la Autoridad Regulatoria Nuclear (sólo hay dos sitios habilitados en todo el país), queda fuera de juego la construcción de la central nuclear Hualong-1, de 1200 MW, con financiación china. Peor aún, se queda sin lugar el acuerdo original de 2014 entre Nucleoeléctrica Argentina y la China National Nuclear Corporation por otra central 70% argentina, una de uranio natural y tubos de presión. Esa se muere por olvido.
Una central de ese tipo, parecidísima a Embalse, estaría mucho más alineada con la historia nuclear argentina. Por definición, una central de uranio natural como las dos Atuchas o Embalse, resulta a prueba de boicots de abastecimiento de combustible.
El uranio natural abunda, aunque no mucho, en nuestra geología. El enriquecido es un producto artificial, y aunque es una tecnología que conocemos, no la tenemos a escala industrial. Así las cosas, al primer encontronazo diplomático, los EEUU o quien sea, podría apagar una central que, en el caso de que sea de 1200 MW, equivale a media provincia de Córdoba.
Créase o no, con apenas dos centrales medianas y una chica, todas de uranio natural disponible en el país, se genera el 10% del consumo eléctrico nacional, y con electricidad de alta calidad, disponible 24×7 todo el año.
Pero hay más. Se privatiza la Planta Industrial de Elementos Combustibles para Reactores (PIECRI), cuando estos reactores son la exportación tecnológica más importante de la Argentina, y la única exportación de tecnología nuclear producida por un país del hemisferio sur.
Como dijimos antes, se privatiza IMPSA -llamada Pescarmona durante todo un siglo antes de que se fundiera-, empresa metalúrgica de forja que rescató el Banco Nación. En el taller de IMPSA quedó arrumbado y sin terminar el recipiente de presión del prototipo de la central nuclear compacta CAREM, nuestra segunda mayor posible exportación de tecnología nacional.
El CAREM está puntuado en cuarto lugar entre 65 proyectos en el ranking multiaxial de la Nuclear Energy Agency, muchos de ellos copiados del CAREM. Pero el Dr. Germán Guido Lavalle, presidente de la CNEA, lo declaró invendible. Es un diagnóstico expedido por una funeraria, pues los médicos lo encuentran bastante robusto.
Se deja fuera de juego la puesta en marcha de la Planta Industrial de Agua Pesada de Neuquén (PIAP), cerrada por Mauricio Macri en 2017, cuando estaba recién reparada y a punto de empezar a fabricar la primera carga de Atucha III a uranio natural. Dicho nuevamente, la decisión a favor del uranio enriquecido nos deja a merced de los dueños del mercado internacional, un oligopolio perfecto.
Se mantiene a ritmo muy lento el reactor RA-10 de Ezeiza, multipropósito, apto para investigación en ciencia de materiales, pero muy orientado a producción de radioisótopos médicos, industriales y silicio irradiado para microelectrónica. Es una obra que terminada costaría U$ 400 millones, pagados casi íntegramente, y con un avance mayor del 90%. Terminada y en línea, en un año, podría vender U$ 100 millones, para empezar.
Se mantienen salarios bajísimos, mientras las empresas nucleares canadienses y estadounidenses bajan a llevarse camionadas de cuadros jóvenes desde nuestros institutos y laboratorios.
En fin, éste es un plan de privatización, extranjerización, desarticulación y descalificación del sector nuclear. Una continuidad del plan iniciado por la última dictadura. Ataca no sólo las instalaciones, sino la base educativa de los y las trabajadores.
Energía nuclear para Inteligencia Artifical
“Creo que la computación va a ser la moneda del futuro”, dijo el CEO de OpenAI, Sam Altman, en un podcast a principios de este año. Los desarrolladores de inteligencia artificial (IA) anhelan la computación, y la computación anhela la electricidad.
Altman fue favorecido por los recientes anuncios de Trump en cuanto a la IA, y considera que el futuro de la energía nuclear y la IA están inextricablemente vinculados. “No veo una manera de que lleguemos allí sin energía nuclear”, dijo a CNBC el año pasado.
Microsoft, Amazon, Apple, Google, Meta y otras grandes empresas tecnológicas están invirtiendo fuertemente en centros de datos, en particular en centros de datos de “hiperescala”, que no solo son masivos en tamaño, sino también en sus capacidades de procesamiento para tareas intensivas en datos, como la generación de respuestas de IA. Un solo centro de datos a hiperescala puede consumir tanta electricidad como decenas o cientos de miles de hogares.
Solo en el último año, las empresas eléctricas casi han duplicado sus estimaciones de cuánta electricidad necesitarán en otros cinco años. Los vehículos eléctricos, las criptomonedas y el resurgimiento de la fabricación estadounidense están absorbiendo muchos electrones, pero la IA está creciendo más rápido y está impulsando la rápida expansión de los centros de datos. Un informe reciente del banco de inversión global Goldman Sachs pronostica que los centros de datos consumirán alrededor del 8 por ciento de toda la electricidad de EE. UU., en 2030, frente al 3 por ciento actual.
Bill Gates, Jeff Bezos, Elon Musk, Mark Zuckerberg, Larry Ellison y otros “oligarcas tecnológicos” han pensado en cómo la industria energética puede, o debe, en su opinión, seguir el ritmo del rápido crecimiento de la IA y, al mismo tiempo, permitir que las grandes tecnológicas cumplan con sus compromisos climáticos. Todos han llegado a la misma conclusión: la energía nuclear, cueste lo que cueste, es la única solución viable.
En este contexto, las grandes empresas tecnológicas han declarado que revivirán las centrales nucleares existentes, desarrollarán reactores nucleares de próxima generación o ambas cosas. En Pensilvania, Microsoft tiene planes de revivir Three Mile Island. Hay que señalar que ese nombre es sinónimo de la desaparición de la energía nuclear en los Estados Unidos. Hace 45 años, una fusión parcial del reactor en la planta de energía nuclear de Three Mile Island, cercano a Harrisburg, Pensilvania, expuso a casi dos millones de personas a la radiación. Fue el peor accidente en la historia de la industria comercial de energía nuclear de Estados Unidos.
El reactor fallido nunca volvió a funcionar, pero un reactor similar construido en la misma isla en el río Susquehanna se reinició seis años después del accidente y luego recibió una extensión de licencia hasta 2034. Ese reactor se cerró en 2019, después de que su propietario, Constellation Energy, no pudo obtener subsidios del Estado de Pensilvania y consideró que el reactor era inviable económicamente. Ahora, sin embargo, Constellation planea reabrir el reactor y vender el 100 por ciento de la electricidad que generará, suficiente para abastecer a 800.000 hogares, a Microsoft.
Unos 80 kilómetros río arriba de Three Mile Island, Amazon compró recientemente un nuevo centro de datos junto a la planta de energía nuclear de dos reactores de Susquehanna. Amazon quiere aumentar la cantidad de electricidad que fluye directamente desde la planta nuclear al centro de datos, pero la Comisión Federal Reguladora de Energía falló en contra del cambio.
Meta, la empresa propietaria de Facebook e Instagram, tiene la intención de construir un nuevo centro de datos dedicado a la IA junto a otra planta nuclear existente, según informes recientes. Esto podría ser en la planta de energía de Diablo Canyon en California, que estaba programada para comenzar a desmantelarse este año, pero recibió una extensión de vida hasta al menos 2030.
En Michigan, la ya cerrada planta nuclear de Palisades podría volver a funcionar el próximo año. Los reactores de Palisades y Three Mile Island podrían ser los primeros que se reiniciarían después de su desmantelamiento.
El repentino interés en la energía nuclear se debe en gran medida a la IA, que está transformando rápidamente la industria tecnológica. Las empresas de servicios eléctricos pronostican que EEUU necesitará el equivalente a 34 nuevas plantas de energía nuclear de tamaño completo en los próximos cinco años para satisfacer las necesidades de energía que están aumentando drásticamente después de varias décadas de demanda en caída o plana.
El concepto SMR: Pequeños Reactores Modulares
El concepto SMR está intrínsecamente vinculado a la naturaleza de su diseño, es decir, a que son reactores pequeños y modulares. El Organismo Internacional de Energía Atómica (IAEA) viene promoviéndolo y presentándolo en las últimas Cumbres Ambientales COP28 de Dubai y COP29 de Baku, ubicando a los SMR en un lugar importante del proceso de transición energética a una energía limpia, en el marco del ecocapitalismo y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Dado que ocupan menos espacio, los SMR pueden colocarse en lugares donde no podrían ubicarse centrales nucleares más grandes. Las unidades prefabricadas de SMR pueden fabricarse y luego enviarse e instalarse in situ. Permiten ahorrar costos y tiempo de construcción y pueden desplegarse gradualmente para ir ajustándose a la demanda creciente de energía.
Uno de los desafíos de acelerar el acceso a la energía es la infraestructura —cobertura de red limitada en zonas rurales— y los costos de conexión a la red para la electrificación rural. Una sola central eléctrica debería representar no más del 10 % de la capacidad total instalada de la red. En zonas que carecen de suficientes líneas de transmisión y capacidad de red, los SMR pueden instalarse en una red existente o en una ubicación remota sin conexión, debido a su menor producción eléctrica, y así proporcionar energía con bajas emisiones de carbono para la industria y la población. Esto es especialmente pertinente para los microrreactores, que son un subconjunto de los SMR diseñados para generar energía eléctrica en general hasta 10 MW(e). Los microrreactores ocupan menos espacio que otros SMR y son más adecuados para regiones que no tienen acceso a energía limpia, fiable y asequible. Además, los microrreactores podrían servir de reserva de suministro de energía en situaciones de emergencia o reemplazar generadores de electricidad que a menudo funcionan con diésel, por ejemplo, en comunidades rurales o empresas alejadas.
En comparación con los reactores existentes, los diseños de SMR propuestos son, en general, más simples y el concepto de seguridad para esos reactores suele basarse más en sistemas pasivos y características de seguridad inherentes del reactor, como una potencia y una presión de funcionamiento bajas. Esto significa que en esos casos no es necesaria la intervención de un ser humano ni de una potencia o fuerza externa para parar los sistemas, porque los sistemas pasivos dependen de fenómenos físicos, como la circulación natural, la convección, la gravedad y la autopresurización. Estos márgenes de seguridad reforzados, en algunos casos, eliminan o disminuyen considerablemente las posibilidades de que se produzcan emisiones peligrosas de radiactividad al medio ambiente y el público en caso de accidente.
La primera central nuclear flotante del mundo, Akademik Lomonosov de Rusia, que comenzó a explotarse comercialmente en mayo de 2020, produce energía a partir de dos SMR de 35 MW(e).
Más de 70 diseños de SMR comerciales que se están desarrollando en todo el mundo apuntan a diversos resultados y diferentes aplicaciones, como la electricidad, sistemas energéticos híbridos, la calefacción, la desalinisación del agua y vapor para aplicaciones industriales. Entre los países que se encuentran desarrollando SMR están Argentina con el CAREM, Canadá, China, Corea del Sur, Estados Unidos de América y Rusia. Si bien los SMR tienen un costo de capital inicial por unidad más bajo, su competitividad económica aún deberá demostrarse en la práctica cuando se hayan desplegado.
Los SMR y las centrales nucleares ofrecen atributos únicos en lo que respecta a la eficiencia, la economía y la flexibilidad. Mientras que los reactores nucleares proporcionan fuentes de energía distribuibles —es decir, pueden ajustar la producción en función de la demanda de electricidad—, algunas energías renovables, como la eólica y la solar, son fuentes de energía variable y dependen del clima y la hora del día. Los SMR podrían combinarse con energías renovables e incrementar su eficiencia en un sistema energético híbrido.
Los SMR y la IA
Microsoft, Amazon y otros gigantes tecnológicos no solo están interesados en revivir las plantas nucleares existentes. También están financiando el desarrollo de reactores nucleares de próxima generación. El 14 de octubre, Google anunció un acuerdo para comprar energía nuclear de pequeños reactores modulares (SMR), que serán desarrollados por Kairos Power. Dos días después del anuncio de Google, Amazon dijo que había firmado acuerdos para invertir en cuatro SMR que serán de propiedad, construidos, y operados por Energy Northwest, un consorcio de empresas de servicios públicos en el Estado de Washington. Amazon espera que los nuevos reactores puedan alimentar un grupo de centros de datos que consumen mucha energía en el este de Oregón. Y Oracle está diseñando un centro de datos de IA que funcionará con tres SMR, según dijo el presidente de la compañía, Larry Ellison, que caracterizó como aparentemente “extraño” pero necesario para satisfacer las “locas” demandas energéticas de la IA. A nivel mundial, la demanda de electricidad también se está disparando y ahora se espera que sea un 6 por ciento más alta en 2035 de lo que pronosticó la Agencia Internacional de Energía hace solo un año. El consumo de electricidad de los centros de datos, de los que ya hay 11.000 en todo el mundo, podría alcanzar más de 1 millón de gigavatios-hora en 2027, casi la misma cantidad total de electricidad que Japón utiliza ahora anualmente, según un análisis reciente de la agencia.
“Compute” es la jerga técnica para la potencia de cómputo o los recursos informáticos: las unidades de procesamiento de alto rendimiento que hacen posible la IA. Los recursos, o “cómputo”, utilizados para entrenar modelos de IA recientes crecieron hasta cinco veces por año entre 2010 y 2024. La computación es una medida del procesamiento necesario para ejecutar supercomputadoras y sistemas de IA, normalmente expresada en billones de operaciones de punto flotante por segundo, o teraflops. Cuando OpenAI lanzó GPT-1 en 2018, se entrenó con 18.000 teraflops; Cuando GPT-4 se lanzó cinco años después, utilizó 21.000.000.000 de teraflops
También se requiere electricidad para procesar las consultas de IA. Una consulta de Google impulsada por ChatGPT, por ejemplo, utiliza casi 10 veces más energía que una búsqueda tradicional de Google, y se estima que solo ChatGPT responde a aproximadamente 200 millones de solicitudes al día. Cuantificar el “cómputo” utilizado por un modelo de IA en particular es más fácil que estimar la energía utilizada para fabricar el hardware, el software y la infraestructura de los centros de datos, y para mantenerlos refrigerados. Según una estimación del crecimiento exponencial de la IA, esta podría consumir casi toda la producción mundial de energía para 2050.
El auge de la IA depende en gran medida de las unidades de procesamiento gráfico (GPU, por sus siglas en inglés), chips de computadora especializados que pueden procesar enormes cantidades de datos. Estos chips son escasos, y una corporación multinacional llamada Nvidia controla casi el 90 por ciento del mercado. Nvidia, que tiene su sede en Delaware pero vende chips fabricados en Taiwán y México, superó recientemente a Apple y Microsoft para convertirse en la corporación más valiosa del mundo. Está valorado en 3,43 billones de dólares, frente a 1 billón de hace solo un año.
La plataforma más avanzada de Nvidia, que se llama Blackwell y se utiliza para entrenar modelos de IA, es un grupo de ocho GPU que juntas consume 15 kilovatios de energía, aproximadamente la mitad de lo que usa un hogar.
Además de OpenAI, Altman también preside Oklo, una startup de energía nuclear que salió a bolsa el año pasado cuando se fusionó con una empresa de adquisiciones de propósito especial que Altman también preside. Oklo planeaba construir su primer reactor rápido de sodio refrigerado por metal líquido en el Laboratorio Nacional de Idaho, en 2027. Sin embargo, la Comisión Reguladora Nuclear rechazó la solicitud inicial de licencia de la empresa —por falta de información— en enero de 2022 y aún no se ha vuelto a presentar.
En agosto de 2023, el Pentágono anunció la “intención de adjudicar” un contrato a Oklo para un pequeño reactor modular en una base de la Fuerza Aérea en Alaska. Sin embargo, el acuerdo fue revocado silenciosamente un mes después.
El cofundador retirado de Microsoft, Bill Gates, no está tan preocupado por las demandas energéticas de la IA como Altman, pero también es optimista sobre la energía nuclear. Entre sus múltiples inversiones en nuevas empresas nucleares se encuentra una empresa llamada TerraPower, que ha recibido fondos del Departamento de Energía y del Laboratorio Nacional de Los Álamos, para desarrollar un reactor rápido refrigerado por sodio similar al de Oklo.
Gates ha invertido más de 1.000 millones de dólares en una planta de TerraPower, que comenzó a construirse en Kemmerer, Wyoming, en junio. TerraPower dice que el reactor estará operativo para 2030. Pero la construcción del reactor Natrium de la planta aún no ha comenzado, ni ha sido aprobado por la Comisión Reguladora Nuclear, que aún está realizando revisiones ambientales y de seguridad.
Asimismo, a principios de este año, Microsoft contrató a un director de tecnologías nucleares y a un director de aceleración del desarrollo nuclear para liderar la estrategia de la compañía para impulsar los avances de la IA, con pequeños reactores nucleares in situ, así como para comprar energía de reactores convencionales más grandes como Three Mile Island. Microsoft, que ha invertido 13.000 millones de dólares en OpenAI y posee casi la mitad de su capital, planea utilizar la IA para acelerar el proceso de aprobación de las plantas nucleares y ha estado entrenando un modelo de IA en documentos regulatorios y de licencias.
En este pantallazo se puede concluir que existe una concatenación directa entre el crecimiento exponencial de la IA y el ritmo de la expansión energética, que este crecimiento esta tendencialmente ligado con el reverdecer de la energía nuclear, tanto en la extensión de vida de centrales nucleares que estaban cerca de concluir su ciclo, como con los SMR. Pero en forma concreta ninguna estaba tan adelantada en conocimiento como Argentina con el CAREM.
Planificar en forma soberana y por vía pública
El sector del bloque dominante que expresa Milei se dispone a llevar adelante una reorganización del área nuclear argentina coherente con el alineamiento taxativo a la OTAN y los lineamientos del fascismo del siglo XXI. Una perspectiva decadente y declinante.
Según un reciente estudio de Oxfam, los patrones de consumo del 10 por ciento más rico de la población mundial son responsables del 49 por ciento de las emisiones mundiales desde 1990, y Estados Unidos y la UE juntos representan la mitad de ese 49 por ciento, es decir, aproximadamente el 25 por ciento de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.
Cuando hablamos de enfoque de vía pública queremos decir la nacionalización de todas las empresas del área nuclear reintegrándolas verticalmente en un único directorio de la actual CNEA, donde se sinteticen todas actividades y tengan la participación de los trabajadores como de las comunidades organizadas de los emplazamientos donde se encuentren las instalaciones.
Para ser plenamente eficaz, este enfoque público debe desplegarse sobre el sistema energético en sus tres eslabones (generación, transmisión y distribución) integrándolos verticalmente tomando como antecedente el ejemplo de la empresa Agua y Energía, en el primer gobierno de Perón. Al mismo tiempo debe estar acompañado de reformas de nuevo tipo en la gobernanza mundial.
Para esto es crucial que el sector eléctrico esté anclado con una planificación soberana de la transición energética y la protección del clima con la propiedad y el control públicos de la energía. Ponemos foco en el sistema energético por estas tres razones:
- La generación de electricidad es el mayor contribuyente individual a las emisiones de CO2. Desde una perspectiva climática, la descarbonización del suministro eléctrico es una prioridad absoluta, porque cualquier esfuerzo serio para impulsar una transición de toda la economía hacia un futuro con bajas emisiones de carbono y verdaderamente sostenible dependerá de los cambios en la forma de producir electricidad.
- Cualquier intento de descarbonizar el transporte, la calefacción y la refrigeración, los procesos industriales, implica la generación de mucha más electricidad.
- Decenas de millones de personas en nuestro país y en la región carecen de acceso a la electricidad, y muchas más carecen de energía limpia para cocinar y calentarse.
Pero, ¿cómo se puede hacer frente a la falta de electricidad? ¿Vamos a ceder nuestra Patagonia y nuestros conocimientos en energía nuclear para los servidores de cómputos de los oligarcas tecnológicos del fascismo del siglo XXI o para las necesidades de nuestro pueblo? Un enfoque soberano de vía pública debe asumir la tarea de abordar la pobreza energética de forma coherente con la descarbonización de toda la economía.
En nuestro país la demanda y el uso de electricidad deben crecer, pero no para abastecer las granjas de datacenter asociados a la IA o las criptomonedas de los oligarcas tecnológicos, sino para resolver necesidades de calefacción residencial, energía para regiones remotas que estén fuera de la interconexión eléctrica, cogeneración de energía eléctrica y vapor para procesos de industrialización soberana y desalinización de agua de mar. Aprovechando la electricidad como el calor generado en el reactor pueden alimentarse una planta de desalinización destinada a la obtención de agua dulce para el consumo humano o agrícola.
Se puede imaginar un módulo de 120 MW del CAREM trabajando aislado de la red eléctrica en un sitio inaccesible, pero de alta demanda eléctrica, como una industria electrointensiva. O se puede acoplar un CAREM a una planta de desalinización que podría abastecer de agua potable y agua de calidad de reactor en modo de cogeneración, puede contribuir al rendimiento económico y a la seguridad nuclear y producir agua desalinizada a partir de agua de mar por destilaciones multiefectos. La planta de desalinización puede ser un hibrido entre una planta de osmosis inversa y otra de evaporación de multiefecto (destilación). La planta hibrida conectada a una planta nuclear tienen costos un 30 por ciento más bajos que si la fuente de energía fuese convencional. Con el vapor de salida de la turbina de baja presión que alimente a la planta de desalinización se pueden producir unos 100 millones de litros al día.
El costo del agua desalinizada estimado es competitivo con el costo de las tecnologías alternativas resultado en 0.43 dólar/m3
Las organizaciones populares de Nuestra América, que consideramos a la energía como un derecho, venimos advirtiendo de los peligros de la política energética y climática neoliberal y del denominado marco de “crecimiento verde” ecocapitalista. El fascismo del siglo XXI
Lo que el mundo está presenciando no es una transición energética, sino una expansión energética, marcada por el aumento de los niveles de uso de combustibles fósiles. El crecimiento exponencial de la IA implica una aceleración de esta expansión. La decisión de Trump de retirar a los EEUU del Acuerdos de Paris rompe con el principio de abordar el cambio climático como un desafío común del conjunto de la humanidad. Trump declaró la Emergencia energética en EEUU y como un buen gobierno del petróleo dice “Drill baby, drill” (perfora nene, perfora)
Queda claro el fracaso ecocapitalista. El enfoque neoliberal de «crecimiento verde» para la protección del clima y la transición energética ha sido socialmente regresivo y ecológicamente ineficaz. Las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) están en niveles récord. Sobre llovido, mojado, el triunfo de Trump implica desconocer el cambio climático, salir del Acuerdo de París y aumentar la producción de petróleo y gas.
Nuestra patria y los pueblos de Nuestra América necesitamos urgentemente una planificación económica y energética de vía pública, anclado en la ampliación de la propiedad pública de sectores clave, en particular del agua y la energía.
Frente a esta perspectiva que avasalla nuestra soberanía, tenemos en nuestras manos un sendero liberador como arma de futuro. Una nueva unidad del campo popular que recorra un camino que nos permita distribuir equitativamente las riquezas y tecnología; construir un mundo donde prime la autodeterminación de los pueblos, en unidad, donde no haya imposiciones que acrecienten la desigualdad, la fragmentación, ni la destrucción del planeta; que garanticemos el acceso a las necesidades humanas, sin despilfarro. Hay un futuro posible, si reconstruimos un proyecto de unidad y asumimos el lugar protagónico que nos otorga a los pueblos la historia.
En la segunda parte de este informe, el impacto en la economía argentina, el desmantelamiento y avance hacia la privatización del sector atómico y todos los detalles y las oportunidades que ofrece el proyecto CAREM.
*Rodolfo Kempf es físico, coordinador de Transición Energética en la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Industria (CNTI), investigador de la CNEA, especialista en Combustibles Nucleares y Residuos Radiactivos. Miembro de la Comisión Ejecutiva Nacional de la CTA Autónoma.