Redacción Canal Abierto | En las últimas horas se llevó a cabo una reunión entre los referentes de los grandes gremios, «gordos» e «independientes», donde enfriaron un llamado a un paro general. Así, la mesa chica de la CGT sigue dilatando una convocatoria que potencie las protestas que ya están sucediendo en gran cantidad de sectores en rechazo de una política de ajuste, despidos y acuerdos paritarios en torno a un magro 15%.
La cita gremial tuvo lugar en la sede porteña del sindicato de estatales UPCN luego de que su secretario general a nivel nacional, Andrés Rodríguez se vanagloriara: “Los que firmaron el 15% le han hecho un gran aporte a la tranquilidad del país”. Sin duda, muchos interpretaron los dichos del “Centauro” Rodríguez como una referencia más a la tranquilidad del Gobierno que a la de la población o la de sus afiliados, quienes -según el INDEC- perdieron un 18% de poder adquisitivo del salario desde la asunción de Macri en 2015.
En la misma línea, a la salida del cónclave, otro de los dirigentes aseguró: “es tiempo de diálogo y no de paro“. La misma muletilla que un año atrás, cuando tras una marcha (sin paro) de la CGT se vio opacada por el “pone la fecha” de las bases y el ya histórico atril volador.
Aunque se presente como cualidad democrática, ese “diálogo” tantas veces enunciado no es más que la justificación de un sector gremial que prefiere negociar con el macrismo que enfrentarlo. Todo a cambio de beneficios y favores, claro está, como el otorgado por el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, a Luis Barrionuevo, que permitirá a su gremio -la Unión de Trabajadores del Turismo, Hoteleros y Gastronómicos (Uthgra)- agrupar personal que hasta el momento estaba fuera de su alcance.
El mismo reclamo dialoguista, aunque con tibias críticas, siguió al anuncio del Gobierno de recurrir a un préstamo del FMI, con las consecuencias en materia laboral y social que éste conllevaría.
El panorama es aún más complejo debido a las internas y disputas al interior de la CGT, y que bien supo fogonear el Gobierno en su provecho. Desde hace meses los llamados «gordos» (Comercio, Sanidad, Alimentación) e «independientes» (UOCRA, UPCN, Obras Sanitarias) vienen impulsando un proceso electoral que consagraría como secretario general a Héctor Daer, hombre de Luis Barrionuevo; pero en los últimos días Pablo Moyano anunció que daría pelea con una lista propia, más «combativa», en alianza con el bancario Sergio Palazzo.
Todo indica que en el corto y mediano plazo la CGT seguirá entrampada, ya sea por la complacencia o el quietismo de unos, o bien el internismo de todos.
De todas formas, mientras la CGT se encierra en su laberinto, los conflictos siguen ahí, no desaparecen, y espacios como la CTA Autónoma, juntas internas y movimientos sociales encabezan protestas de estatales, docentes, médicos, trabajadores del subte, el puerto y la alimentación, aceiteros, periodistas y aeronáuticos, por nombrar tan sólo a algunos.