Redacción Canal Abierto | Mañana. El discurso presidencial insiste en la premisa del esfuerzo presente con miras a un supuesto futuro virtuoso.
“Les voy a hablar con el corazón, con la verdad. Y con la convicción de que si seguimos adelante vamos a lograr esa Argentina que soñamos hace mucho tiempo», comenzó Mauricio Macri los 25 minutos de un discurso autorreferencial y con tono mesiánico que pretendió aportar tranquilidad al caos reinante.
Aunque se presentó como un mensaje a la población, la psicóloga, escritora y especialista en vincular el psicoanálisis y la política, Nora Merlin, analiza otros interlocutores y sentidos múltiples presentes en el discurso.
Ese amigo (no tan) fiel: el mercado
Los rumores, las idas y venidas y renuncias de las últimas jornadas no sólo provocaron incertidumbre en la población, sino también en el mundo financiero. O al menos en aquello que el Gobierno caracteriza como “el mercado”.
Es a ellos a quien también interpeló el Presidente al confirmarles el rumbo, cueste lo que cueste. “Vamos a lograr la Argentina que soñamos”, “tengo la fortaleza necesaria”, les aseguró Macri. Según Merlin, esta afirmación y tantas otras pretendieron “mostrar seguridad y ser convincente ante potenciales inversores”.
Pese a ello y a que en Wall Street fue feriado, el dólar no se calmó: trepó 2,7% a $ 39,04 y se comió otros US$ 100 millones de reservas del Banco Central que intentó parar la corrida, una vez más, sin éxito.
Síganme, no los voy a defraudar
“Debemos madurar como sociedad, no seguir viviendo por arriba de nuestras posibilidades”, le dijo el Presidente a un electorado que, según todas las encuestas, tiende a volverse más chico y a creerle menos. Sin embargo, Merlin identifica en estas frases un destinatario: “el colonizado”. El votante Cambiemos “núcleo duro” que compró con el paquete de los globos amarillos el discurso del esfuerzo y la culpa por el goce, tan presente en la religión.
Luego de anticipar que “tenemos que ir más rápido”, en una forma elegante de decir que el supuesto gradualismo ya es cosa del pasado, insistió: “Recibimos un Estado que gastaba aún mucho más de lo que recaudaba, una mala política del gobierno anterior, la corrupción que tanta pobreza nos ha traído”. Para la psicoanalista, esas frases pueden leerse en un único sentido: “vivimos mejor de lo que merecíamos y es hora de pagar la cuenta. Es una forma de manejar la culpa del elector, apelando a que se haga cargo de los costos porque merece lo que le pasa”.
“Otra estrategia que utiliza Macri para dirigirse a su electorado es la victimización –analiza Merlín- presente cuando dice que ‘fueron los peores cinco meses’ de su vida después de su secuestro y se para ‘del lado de los que dejan la vida’ por el pueblo. Les dice que habrá sacrificio, que habrá más pobreza, pero a cambio les promete la felicidad de pertenecer, de ser parte del mundo. Su discurso tiene similitudes con el de la autoayuda».
La novedad está en que, solapadamente, ensaya por primera vez una suerte de disculpa. “Estos cambios en el mundo no los podíamos prever”, sostiene. Una fórmula que da cuenta de la profundidad de una crisis que por ahora no vislumbra salida en el horizonte cercano.
Al PJ, con cariño
“No fuimos capaces de mostrar unidad en nuestro compromiso de avanzar en las reformas estructurales”, fue la única línea que el Presidente le dirigió a la oposición, a un PJ que aporta muchos votos en la Cámara baja, maneja el Senado, y Cambiemos necesita como el agua para que apruebe una reforma del Estado tan feroz como la que anunció el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, al término del discurso de Macri, y que reduce el Gabinete a la mitad.
Para Merlin, ese mensaje buscó “generar consensos y seducir al PJ ‘racional’, al que necesita como aliados para que le voten el presupuesto”.