Por Augusto Taglioni (@AugustoTaglioni) | Jair Bolsonaro es el nuevo presidente en un escenario global que sigue sumando liderazgos autoritarios y rupturistas y una región que mira con atención lo primero pasos económicos de su posible ministro de Economía, Pablo Guedes.
Los tres primeros destinos a visitar por el presidente electo serán Estados Unidos, Israel y Chile. ¿Qué pasa con Argentina? ¿Qué lugar tendrá el Mercosur?
Estados Unidos e Israel, los aliados estratégicos
La composición del bloque de poder que acompaña a Bolsonaro está expresada, por un lado, por los intereses económicos alrededor de su asesor económico. Tal como sucedió en el primer turno electoral, subieron las acciones de bancos y energéticas, anticipando una profundización de la valorización financiera, un fortalecimiento del capital financiero transnacional y local, y la privatización y regulación a favor del capital concentrado del sector energético.
A su vez, Guedes pretende incorporar CEOs en un gabinete que, al parecer, deberán disputar los cargos con militares retirados que ya se anotaron en la lista. Los representantes de las empresas no responden al bloque globalista -que se encuentra en retroceso en el actual orden mundial- sino a los polos de poder que están apoyando a Donald Trump. Por ejemplo, el CEO para América Latina del banco estadounidense Bank of America (representante de Goldman Sachs en Brasil), la telefónica TIM (perteneciente a Telecom Italia), el director del banco español Santander, el titular del Banco Central, Ilan Goldfajn (ex FMI y Itaú Unibanco) y Sergio Eraldo de Salles Pinto, socio del fondo de inversiones Bozano.
Esta línea directa entre Washington y Brasilia anticipa una relación estrecha entre ambas administraciones.
Por otro lado, el empoderamiento de este sector, así como el de los neopentecostales y los evangelistas, preocupa a un actor importante de la actualidad internacional: el Papa Francisco. Su preocupación por el avance de los evangelistas lo llevó a viajar a Brasil en el inicio de su papado. A esto, se suma su malestar con el avance del liberalismo económico en América Latina.
Los pentecostales o neopentecostales tienen una relación directa con Estados Unidos. Su representante máximo en la Casa Blanca es el vicepresidente Mike Pence, quien se definió “cristiano, conservador y republicano” y en una entrevista a The Daily Beas en marzo de 2016 aseguró: “Soy un nacido de nuevo, católico evangélico”.
Bolsonaro entendió que el factor religioso le permitía ampliar su base social, construir una importante red de financiamiento, y estrechar vínculos con factores de poder en el orden internacional. Por este motivo, luego de bautizarse en el río Jordán, dijo que el primer viaje al exterior será a ese Estado de Israel con quien siempre tuvo coincidencias. Incluso, uno de los hijos de Bolsonaro aseguró que Brasil debe romper relaciones con Venezuela e Irán en una clara señal a Washington y Tel Aviv.
Así se visibiliza el eje Estados Unidos-Israel-Brasil y se instala el interrogante a propósito de la relación comercial del gigante latinoamericano con China. Otro dato clave en este sentido es el que aportó Igor Gielow en Perfil, vinculado al comercio con países musulmanes. De acuerdo con la Fambras (Federação de las Asociaciones Musulmanas de Brasil), el 45% de la carne de pollo y el 40% de la vacuna que el país exporta actualmente llevan el sello Halal, es decir que puede ser consumida según los preceptos islámicos. ¿Este comercio se verá afectado?
¿El fin del Mercosur?
“La Argentina no es una prioridad; el Mercosur tampoco”, confirmó Pablo Guedes pocas horas después de la consagración de Bolsonaro. Esto sería un golpazo para Argentina, ya que provocaría un aumento del déficit comercial, una probable devaluación de la moneda, una caída del sector industrial, un freno a las exportaciones y, por sobre todas las cosas, una economía cada vez más financiera y menos productiva. Todo lo que Mauricio Macri no necesita para transitar un año electoral con relativa tranquilidad.
Si Argentina accediera -como de hecho está haciendo de acuerdo con los últimos pedidos de la Cancillería– a flexibilizar el bloque para permitir que cada país firme acuerdos de libre comercio de forma bilateral, nuestro país perdería relevancia en las negociaciones. Con la Unión Europea, por ejemplo, y se diluiría esta “confluencia natural hacia la Alianza del Pacífico” que Mauricio Macri prometió luego de adherirse como miembro observador del bloque.
Justamente, el acercamiento a Chile tiene un par de elementos importantes para analizar. El primero, su pertenencia al bloque del Pacífico, que permite la libre circulación de bienes, lo que el Manual de Economía Liberal aconseja. El segundo tiene que ver con la valoración sobre su presidente, Sebastián Piñera, y ese estilo empresarial de gobierno que, según la lógica neoliberal, América Latina necesita.
La Alianza del Pacífico quedó huérfana con la derrota de Hillary Clinton y el arribo del proyecto neoconservador estadounidense que echó por tierra la lógica multilateral global. Ante esta situación, los países fundadores (México, Colombia, Perú y Chile) acudieron a China para que apadrine ese espacio. Aquí, hay una encrucijada para el súper ministro de Bolsonaro: ¿es compatible ser el mejor aliado de la Casa Blanca y acercarse a un bloque que pide a gritos la presencia de China en un contexto de guerra comercial?
Por otra parte, China representa una parte importante del mercado brasilero, es su primer socio comercial desde 2009, y el 80 por ciento de su producción de soja va al gigante asiático. En otras palabras, maneja la cadena de distribución de soja. A su vez, Michel Temer privatizó el puerto de Paranaguá -el segundo más grande de granos- y se la dio a la Empresa Estatal de Puertos china, Leading Case. ¿Entrarán los chinos en el esquema de privatizaciones que prepara Guedes? ¿Qué dirá la Casa Blanca, que apoya el corrimiento de las empresas chinas que estén vinculadas a casos de corrupción?
Muchos dilemas que trascienden las simpatías ideológicas. Evidentemente, gobernar la primera potencia más importante de Sudamérica será mucho más complejo de lo que se dice en campaña.