Redacción Canal Abierto | Las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias desarrolladas el 11 de agosto dejaron abierto un nuevo escenario político de cara a las generales del 27 de octubre y al próximo mandato presidencial.
El triunfo contundente del Frente TODOS, encabezado por Alberto Fernández, queda en pole position para impedir la reelección de Mauricio Macri, primer presidente que desde la derecha liberal logra hacerse del poder construyendo una mayoría en el voto popular planteando abiertamente su identidad política.
“Macri saca el 24% en las PASO del 2015 y, sumando los votos de Carrió y Sanz llega al 30%. En las generales saca el 34%. Hoy tienen el 30%, se supone que van a bajar un poco. No es tanto lo que se ha modificado del macrismo puro y duro, que en 2015 ganó porque tuvo su ballotage. Pero en ese ballotage no era macrismo puro y duro, era heterogéneo. Siempre que hay una mayoría es heterogénea por definición. La derrota del 2017 se explica por la escisión del peronismo. A partir de esa experiencia, creo que la principal conclusión de Cristina y de Alberto Fernández fue la misma: sin el kirchnerismo no se puede derrotar a Macri, pero con el kirchnerismo solo no alcanza. Eso es lo que demostró esa elección”, afirma el antropólogo Alejandro Grimson, en diálogo con Canal Abierto.
¿Qué pasó para que el partido que parecía imbatible en el arte de ganar elecciones hoy parezca estar en franca retirada? Grimson plantea que hubo varios factores que convergieron en el triunfo de la fórmula Fernández-Fernández el 11: “Se fue acumulando bronca contra el Gobierno. A principios del año pasado empezó el cantito en la cancha y los transportes públicos. Lo que vos tenía ahí era la bronca, lo que no sabías era cómo se canalizaba. Cuando Cristina anuncia la fórmula abre la compuerta para que se canalice acá. ¿Por qué? Porque Cristina está, pero no protegoniza, Alberto Fernández logra que venga Massa y otros sectores. No es sólo el peronismo, es la unidad de ese peronismo más otros sectores. Es lo que muchas veces hemos denominado como unidad del campo popular. Prácticamente todos los que están en contra del neoliberalismo en Argentina están en el Frente de Todos”, plantea Grimson.
Y agrega: “Hubo un aprendizaje político sobre cómo lograr que desde el campo popular, el peronismo y la vocación frentista, ir hacia un frente que no permita que ese 25% se convierta en mayoría. Eso depende de los poderes de ese grupo, pero también de la propia subjetividad política de no ser sectario, arrogante, soberbio o estar gritando que todo el que no te ama a vos es un traidor. Se trata de no enloquecer e ir construyendo con paciencia y amplitud. No hay que perder de vista quién es el adversario político”.
Estos comicios devolvieron la polarización característica del viejo bipartidismo, cuando la UCR y el PJ acaparaban más de tres cuartos de los votos. También se dan en el marco que, desde distintos conversatorios políticos, definieron como “la grieta”. Al respecto, Grimson plantea que “hay una frontera política. Hay entre un cuarto y un tercio de la población argentina que es racista, misógina, homofóbica, xenófoba, desprecia a los pobres y podríamos decir que es peronofóbica. Eso es entre un 25% y un 30% de la población que es duro. La pregunta política es en qué circunstancias eso llega al 51%. Cuando la frontera política se coloca cerca del 50% es muy peligroso para los gobiernos y procesos populares. Porque Cristina sacó un 54% en 2011 y perdió por el 51% cuatro años después”.
Descontada la victoria de Fernández, las preguntas que dejan estas elecciones de cara al próximo período se circunscriben en la capacidad de supervivencia de la experiencia electoral de la derecha local y de los desafíos que se presentan al Frente Todos en caso de llegar al poder.
“Existió un proyecto que se va a retomar, que es el de tratar de construir un partido de derecha que gane elecciones. Ese proyecto existió y fue exitoso. Ganó elecciones en la Ciudad de Buenos Aires un montón de veces. Es más de una década de un partido ganando elecciones en la Ciudad y con proyección a muchos lugares, ganando en la provincia de Buenos Aires y la Nación. El PRO va a seguir existiendo bajo esta forma u otra. Pero el que crea que ese 25% va a dejar de existir está equivocado. El Frente de Todos no son todos los argentinos, hay muchos que van a votar otras opciones políticas. Y ese es el desafío de este frente: construir un proyecto político que interpele a más gente que los que lo voten ahora”, aventura el antropólogo.
“También está el contexto internacional. Por un lado, en Estados Unidos gobierna Donald Trump, que no es igual a cuando gobernaba Obama en ciertas dinámicas. El hecho de que en Brasil esté Bolsonaro y que en otros países haya gobiernos parecidos es un contexto muy grave y complejo para el próximo presidente de Argentina”.
“Creo que hoy hay un debate al interior de las derechas mundiales y procesos de derechas más tradicionales y de ultraderechas que emergen en distintos países del mundo. En América Latina también hubo una serie de episodios de golpes parlamentarios y destituciones a través de operaciones de distinta complejidad. Creo que es ahí donde la derecha se va a reconfigurar de acuerdo a cómo lo haga el mapa mundial. En Argentina puedo ver a una María Eugenia Vidal, y otros nombres, que seguramente van a seguir apostando a articular las fuerzas de derecha para ir a competir a elecciones. Eso es muy previsible, pero las otras dinámicas políticas mundiales que van a incidir en los factores de poder y en sus relaciones con el gobierno que asuma el 10 de diciembre es un gran interrogante que nos tiene que mantener muy alertas”, concluye Grimson.
Entrevista: Manuel Rodríguez