Por Carlos Saglul | ¿Hasta dónde el casi seguro próximo presidente de la Argentina, Alberto Fernández, tiene la capacidad para enfrentar los condicionamientos que el FMI y Estados Unidos tratan de imponerle respecto a las relaciones con China, que sin lugar a dudas son estratégicas?
Casi nadie duda que el final norteamericano como potencia hegemónica no pasará de este siglo, el único interrogante es si podrá evitarse la guerra entre ambas potencias. De estos y otros temas hablamos con Francisco Cafiero, presidente del Centro Latinoamericano de Estudios Políticos y Económicos de China y candidato a diputado nacional por el Frente de Todos.
-Uno de los condicionamientos que planteará el FMI para renegociar la deuda es limitar la relación con China. ¿Te parece factible que el gobierno pueda admitir presiones de este tipo?
No nos parece factible admitir condicionamientos de política exterior de ningún tipo, sea en relación a nuestro vínculo con China, con países latinoamericanos o con cualquier otro.
El crédito del FMI impuso condiciones que violan los principios de soberanía e independencia, centrales para el normal desenvolvimiento de cualquier Estado moderno.
En el caso de China también tenemos deudas contraídas a raíz de distintas inversiones que se están desarrollando, como así también un compromiso financiero debido al swap de monedas. Pero en contraposición a lo que ocurre con el Fondo, China no ha establecido condicionamientos de política exterior para estos acuerdos.
En particular y en relación a la pregunta, no veo al futuro gobierno argentino involucrado en tensiones o disputas de terceros países.
-¿Cómo caracterizas el modelo económico chino?
El modelo económico chino es el que han denominado “socialismo con características chinas para la nueva era”. Consideran que es el modelo que mejor se adapta a su necesidad de desarrollo, y ha tenido muy buenos resultados en los últimos cuarenta años.
El modelo toma tanto principios socialistas como capitalistas: por un lado podemos encontrar fuerte planificación estatal, control del sistema financiero, foco central en la reducción de la pobreza y protección de sectores estratégicos; y por el otro, fuerte impulso a la iniciativa individual, liberalización del mercado inmobiliario, promoción de la inversión extranjera y protección de la propiedad privada en sectores no estratégicos.
En los últimos cuarenta años China ha logrado sacar de la pobreza a más de 740 millones de personas. Esto es un dato de enorme magnitud. La calidad de vida del pueblo ha mejorado considerablemente en términos reales y esto se ha logrado siendo flexible con el sistema socialista, buscando la competencia y la motivación, como también limitando los efectos del mercado en ciertos sectores.
-¿Qué diferencia a China de Estados Unidos en materia de relaciones internacionales? ¿Se puede hablar de dos modelos de colonialismo o es incorrecto?
Naturalmente ambos países son diferentes en materia de relaciones internacionales porque sus historias, experiencias, cultura y sistemas políticos son distintos.
China fue numerosas veces invadida por Japón, Alemania, Francia, Portugal y el Reino Unido. No consideramos que en la actualidad busque someter o apropiarse de otros países.
Esto no significa desconocer que en relaciones internacionales todos los países actúan por su propio interés nacional.
La fuerte apuesta de China al multilateralismo lo diferencia de la actual administración de Estados Unidos. Sin embargo Estados Unidos fue el impulsor y promotor del multilateralismo finalizada la segunda guerra mundial y gran parte del siglo XX.
Me parece que la mirada tiene que estar puesta en lo que hacemos en América Latina. Cuando hay integración regional, intereses comunes y proyectos convergentes se dan las condiciones de posibilidad de relaciones más simétricas con las potencias mundiales.
Vine China a participar, como presidente de @clepecrpc, de un Congreso Internacional organizado por el Ministerio de Educación de China, el gobierno de la provincia de Hunan, la ciudad de Changsha y la UNESCO.
Me recibió Xu Dazhe, gobernador de Hunan. pic.twitter.com/Ml95xhMePq
— Francisco Cafiero (@FranCafiero) September 19, 2018
-¿Qué le asusta más a Estados Unidos, la “piratería china” o su capacidad de avance tecnológico?
De acuerdo a la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), China es en la actualidad el principal solicitante mundial de patentes (43%, local e internacional). Este rápido desarrollo en China de un sistema de propiedad intelectual ha fomentado aún más la innovación, lo que da muestra de los importantes aportes chinos en esta materia.
Es cierto que la protección de la propiedad intelectual no ha sido una prioridad para el Gobierno chino en décadas pasadas. También es verdad que con esta política muchas empresas norteamericanas en China se han beneficiado enormemente.
No hay dudas de que el avance significativo en un sistema ordenado que proteja los derechos de propiedad intelectual en China es muy alentador. En este sentido, que el 80% de las universidades chinas ya hayan establecido instituciones para el manejo de propiedad intelectual es una noticia determinante para la atracción de inversión local y extranjera, pero también de estudiantes, científicos e investigadores motivados por desarrollarse.
Este avance ocurre en paralelo con la enorme inversión en Ciencia y Tecnología, destinando un presupuesto en I+D de 2,18% del PBI, que se ha multiplicado por 123 desde 1991 con un crecimiento anual promedio del 20%. Entendemos que este desarrollo puede generar temores en Estados Unidos, que ha liderado la ciencia durante gran parte del siglo XX.
-¿Podría admitir Estados Unidos sin una guerra de por medio, tal vez la última, que el siglo XXl marca su final como aquel Imperio que creyó poder reinar en forma global luego de la caída del Muro de Berlín?
Es difícil predecir el desenlace de acontecimientos a largo plazo, donde influyen tantos factores y variables locales e internacionales. Sin lugar a dudas Estados Unidos ve amenazada su hegemonía.
Actualmente se menciona reiteradamente que la cuestión definitoria del orden mundial para esta generación es si China y Estados Unidos pueden evitar caer en la trampa de Tucídides, en referencia a la tensión estructural que se produce cuando una potencia nueva reta a otra establecida, que crea las condiciones para que estalle una guerra.
Lo cierto es que Estados Unidos no es una potencia imperial tradicional, y aún hoy continúa convencida de su excepcionalidad. Los principales productos de exportación de Estados Unidos han sido sus valores, mientras que China nunca se interesó en exportar valores ni ha iniciado guerras en búsqueda de hegemonía mundial en cuatro mil años. Lo que podemos llegar a ver en el siglo XXI es bastante novedoso y quizás los parámetros del siglo XIX y XX no sean los más adecuados para predecirlo.
Foto: Cafiero con representantes de la embajada China en Argentina. Tomada de @FranCafiero