Redacción Canal Abierto | Para conocer el origen del término cuarentena es necesario viajar 600 años en el tiempo, cuando distintas ciudades medievales sufrían epidemias (entre otras, la peste negra) y sólo encontraban resguardo prohibiendo el desembarco de buques mercantes por el término de 40 días.
Es cierto, las precauciones adoptadas por las ciudades-estado como Venecia condenaban a numerosas tripulaciones por la sola desdicha de haber traído consigo a “la muerte”. Sin embargo, los principales perjudicados por las medidas de entonces eran, ni más ni menos, que ascendentes y promisorios mercaderes. Es más, en la Florencia de aquellas centurias era natural incluso obligar a los más pudientes a conceder préstamos o aportes excepcionales a las arcas públicas.
En la actualidad y ante una situación similar, aunque de proporciones globales y consecuencias desconocidas, resulta interesante este ejercicio histórico -y presente- que esboza un informe del Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas (IPYPP) que conducen Claudio Lozano y Tomás Raffo, con la coordinación de Ana Rameri.
No caben dudas, hoy la economía se encuentra congelada, y las perspectivas son críticas, en particular, para las PyMEs. Sin embargo, desde que comenzó la cuarentena obligatoria y a contra mano del esfuerzo requerido por el Presidente, son las grandes cadenas de supermercados y farmacias las que vienen protagonizando denuncias por remarcación de precios y desabastecimiento con fines especulativos.
Lo mismo sucede con los gigantes representantes del sector industrial y manufacturero. Mientras cooperativas y recuperadas buscan reinventarse para subsistir o incluso producir barbijos o alcohol en gel con fines sociales, pulpos empresariales como los que representa Paolo Rocca en Techint y Nicolás Caputo (el “hermano del alma” de Mauricio Macri) en Mirgor -entre otros- aprovechan para dejar en la calle a miles de trabajadores. En ambos casos, cortando por el eslabón más débil de la cadena laboral: los contratados precarizados.
Los que más tienen
En la edición de junio de 2019 (último dato disponible) Forbes presentó el ranking de las 50 familias más ricas de la Argentina. Según la revista, el agregado total de dichas fortunas asciende a U$S 57.260 millones, una cifra muy por encima del total de reservas que hoy acumula el Banco Central (U$S 43.585 millones).
“La cabeza de las fortunas del país es Rocca, el dueño del Grupo Techint, aquel que más debe aportar y que sin embargo, está haciendo todo lo contrario, despidiendo trabajadores y reduciendo el sueldo al resto”, indica el informe del IPYPP.
Más llamativa aun es la distancia entre quienes se ubican ala cola del ranking -entre otros, Marcos Mindlin (Grupo Emes y de Pampa Energía S.A.) o el propio Lionel Messi- y las primeras 10 familias. Estas últimas concentran nada menos que el 57% del total del patrimonio del selecto grupo.
Por otra parte, el estudio elaborado por el Instituto que comanda el director del Banco Nación también da cuenta de la expansión de las fortunas durante los últimos años de recesión en nuestro país. “La familia Rocca, dueña del Grupo Techint, fue una de las que más creció, en torno a los U$S 3.600 millones, lo que representa un crecimiento de su patrimonio en dólares del 81,8%. Similares crecimientos en porcentaje (por encima del 80%) presenta la familia Bulgheroni (dueños de Pan American Energy) y de la familia Perez Companc (dueños de entre otras, la firma agroalimentaria Molinos Rio de la Plata). Por su parte, el patrimonio que más se expandió en porcentaje fue el del dueño de la firma Mercado Libre, cuyo patrimonio creció en dos años, nada menos que un 150% en dólares”.
También te puede interesar: Una por una, las medidas para paliar la pandemia: a quiénes alcanzan, cómo, y lo que falta
Para tomar noción del modo en que se acumularon capitales en las grandes firmas propiedad de estas grandes familias, cabe aquí analizar las ventas de las primeras 200 empresas de mayor facturación que conforman el núcleo del poder empresario doméstico, “la cúpula económica argentina”.
Es en este sentido que la investigación arroja otro dato curioso: “Si al 2015 estas firmas representaban e 34,6% del PBI, al finalizar el 2018 representan el 43,2%. Se trata de un incremento de la concentración económica, que en términos del participación del PBI supone un aumento de 8,6 puntos porcentuales, o lo que es lo mismo, un aumento del 24,9% de participación”.
Otro aspecto que no menor es que en la cima de dicha cúpula figuran numerosas empresas del sector “Energía, Gas y Agua”, fundamentalmente concesionarias de servicios públicos que durante la gestión anterior vivieron una verdadera fiesta gracias a la política macrista de tarifazos. “Este grupo tuvo una expansión de su facturación global del orden del 1.036,5% en 3 años”, detalla el IPYPP.
Otros sectores que figuran como los grandes ganadores de la era Macri son -entre otros- el de alimentación y la industria farmacéutica, cuya facturación global se expandió un 481,4% en el período.
“En el contexto inflacionario agravado que vivió la Argentina durante la gestión de Gobierno anterior, los bancos privados tuvieron una rentabilidad que superó en un 83% el ritmo inflacionario, sostenidos por el pago de intereses de las Letras del Banco Central y luego de Liquidez (Lebacs y Leliqs) que Macri , Sturzenegger y Sandleris crearon para garantizarle negocios y liquidez a los bancos privados”, explica el informe.
Los que no saben perder
Días atrás circuló un mensaje de WhatsApp, en la cobardía del anonimato, cuyo título era “REBELION FISCAL. AHORA O NUNCA”. Ante el parate de la economía debido a la cuarentena, sectores empresariales, dieron por terminada la tregua sobre el prójimo y salieron con los tapones de punta a proclamar: “Unámonos TODOS en una REBELIÓN FISCAL. Dejemos de financiar a un Estado ingrato y abusador. Dejemos que se valga por sí solo, como lo hacemos nosotros. Llevemos juntos un mensaje contundente de BASTA DE ABUSO FISCAL. Que por una vez sea el Estado quien nos pida por favor que hagamos, en vez de nosotros suplicar para que nos dejen hacer. Refundemos Argentina sobre la base de lo que alguna vez nos hizo grandes: nuestro poder emprendedor”.
Lo más payasezco fue que remataron la proclama citando a José De (sí, con D mayúscula) San Martín: “No hay revolución sin revolucionarios”.
Y los de abajo…
En varios sectores de la sociedad, la cuarentena golpea fuerte y trae aparejado un montón de situaciones por las cuales no se puede dejar de pensar en el otro. Sobre aquellos que son más vulnerables ante un posible contagio, sobre aquellos que no tienen nada y ahora tienen menos porque no pueden salir a la calle a buscar lo poco que generaban, y, fundamentalmente, sobre quienes trabajan a destajo en situaciones precarias. Quizás los aplausos de las 9 de la noche nos generen algo de empatía, pero del otro lado avanzan y, una vez más, pretenden salvarse solos.
En un artículo publicado esta semana en este portal, Federico Chechele daba en la tecla al afirmar que la disputa en cuestión no es –ni más ni menos- que la exacerbación de una lucha de clases, que la sensibilidad piadosa e individual frente la pandemia es una mentira, que están ellos y estamos nosotros.