Redacción Canal Abierto | En estos tiempos en los que el reinventarse tomó fuerza para sobrellevar el encierro, el arte se puso a disposición de la enseñanza. De esa mezcla nació Susurrando Escuela, una serie de mini cortos que pone imagen a los audios que circulan entre docentes y alumnos, que resalta sus voces y su creatividad.
Y es que las clases en realidad nunca se suspendieron. Lo que sí pasó es que se cerraron los establecimientos escolares. Pero los docentes hoy reparten sus días –ahora más largos- entre todos sus alumnos y los padres que se suman a la tarea de enseñar. En esta nueva realidad, surge el desafío de la planificación y la adaptación.
De la docencia, la arquitectura, las artes visuales y el diseño de imagen y sonido surgió una nueva forma de ver la escuela. Violeta Abus Tasat, Julieta y Sonia Adamow Giunta, Marcela Bravo y Marcela Giunta conforman el equipo de Susurrando Escuela.
“Nosotras nos encontramos próximas a personas que forman parte de la comunidad educativa, y esto fue lo que nos inspiró a realizar este proyecto, ver a la escuela entrar y colarse por las ventanas de nuestras casas. A pesar de la crisis sanitaria y económica que vivimos, les agentes de la comunidad educativa siguen tejiendo el manto que les une. Cuando hablamos de escuela, no nos referimos a ella específicamente como una institución, si no como un lugar de amparo y de intercambios sociales y culturales. La escuela establece redes de afectos y abrazos que, a pesar de la distancia, se sienten cercanos”, cuentan las artistas.
En estos mini cortos se escuchan los audios que niñas y niños envían a sus docentes en esta cuarentena. Los cuentos, poesías y canciones que protagonizan se combinan con ilustraciones que acompañen, sin opacar, resaltando sus voces y todo aquello que tienen para decir.
“Nos gustaría que este proyecto invite a reflexionar sobre los propósitos de la escuela en estos tiempos de pandemia. Es difícil continuar con la rutina y la `normalidad´ educativa, considerando que nuestra realidad actual se aleja mucho de ser normal. Planteamos repensar a la escuela, no sólo como un lugar donde se trabaja, sino también como un lugar donde se puede crear una comunidad de apoyo y empatía ante las ansiedades, el estrés, diferentes emociones y trabas materiales que puedan estar viviendo les niñes que envían sus audios”, agregaron las realizadoras.
La docencia en tiempos de cuarentena
Morena Demedichi es docente de una escuela en Bajo Flores. Allí, donde hace mucho la vulneración de derechos es moneda corriente, esta crisis la profundiza y la tarea de acompañar es más urgente.
“A mí, como a todos los docentes, nos está costando poder pensar, sostener un vínculo pedagógico y al mismo tiempo preguntarnos cuál es ese vínculo, si seguimos enseñando y qué. Sobre todo cómo se sostienen lazos y vínculos de solidaridad”, comenta.
La propuesta desde los organismos de Nación es mantener una currícula a través de diferentes plataformas que se pusieron a disposición para esta enseñanza en tiempos de emergencia sanitaria. Pero en la práctica, no todas las niñas y niños cuentan con una computadora o acceso a internet para mantenerse al día con los contenidos. Por eso, Morena y muchos otros docentes recurren a los mensajes de Whatsapp.
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Además, está la ansiedad y el estrés que el encierro provoca. “Las familias se ponen muy nerviosas con los aprendizajes de sus hijos porque no son profesionales de la educación, y no tienen por qué saber cómo enseñar tal o cual cosa. En la medida que pueden están a disposición de nuestras propuestas, pero no hay exigencias porque en este momento no estamos para exigir, estamos para acompañar”, expresó la docente.
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Las nuevas formas, los nuevos vínculos, esta nueva y rara forma de vivir que trajo consigo la pandemia del coronavirus despierta preguntas y hace replantear lo que hasta ahora se conocía como normalidad. Y en este caso, la docencia no queda exenta. “La escuela se va transformando. No puede seguir siempre igual porque queda descontextualizada y nos aleja”, finalizó la maestra.