Por Mariano Vázquez | El domingo Bolivia concurre a las urnas en un clima enrarecido. A 11 meses del golpe de Estado, la derecha solo demostró que la une el odio a esa potencia plebeya que se nuclea electoralmente en el Movimiento al Socialismo-Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos (MAS-IPSP).
La violencia física y simbólica ejercida contra esta fuerza y sus organizaciones de base, los artilugios que retrasaron en tres oportunidades la fecha de elecciones y los múltiples intentos de proscripción no pudieron socavar los cimientos del proyecto sociopolítico que llegó al poder en 2006.
El MAS, en su año más duro de existencia, ha demostrado que es el único partido de alcance nacional, con una estructura, organización y capacidad de movilización. Las elites no han aprendido la lección de la historia: siguen subestimando a esas mayorías históricamente sojuzgadas que se convirtieron en sujetos de derecho a partir de aquella elección histórica del 18 de diciembre de 2005, cuando Evo Morales alcanzó el 53,7%. Esa base social es la que hoy pone al MAS a las puertas de una victoria en primera vuelta.
Bolivia no solo elegirá el domingo 18 presidente, vice y la totalidad de la Asamblea Legislativa Plurinacional. Se trata de una elección crucial para normalizar el ciclo democrático tras el golpe de noviembre de 2019 que inició un ciclo de restauración oligárquica y racista que pensó que con represión acabaría con el MAS.
A pesar de la escalada de violencia estatal y paraestatal, de la renuncia de dos candidatos para impedir una victoria en primera vuelta (Añez y Jorge “Tuto” Quiroga, ambos actores principales junto a Luis Fernando Camacho en el quiebre institucional), el MAS supera en todas las encuestas serias el 40% de los votos con 10 puntos de ventaja sobre el segundo.
El editorial del 10 de octubre del diario cruceño El Deber atragantó a la derecha con el título “El MAS a un paso de volver al poder”. “Lo que el MAS habrá demostrado una vez más el 18 de octubre (es) que representa una fortaleza política sólida y unitaria en el país, a diferencia de los otros partidos y agrupaciones, que pese a sus pobres arrastres hacen gala de una soberbia y un egocentrismo que colocan las posibilidades de la alternancia en el poder a unos cuantos años luz de Bolivia”, enfatizó.
Este escenario ha acrecentado la violencia, la campaña sucia y las amenazas para evitar la victoria de Luis Arce y David Choquehuanca. Esta semana subirá la presión sobre el ultraderechista Camacho (la Embajada de Estados Unidos trabaja con esmero) para que decline y sus votos (17%) migren a Carlos Mesa, de Comunidad Ciudadana (CC) y así garantizar una segunda vuelta, que en caso de ser necesaria se realizaría el 29 de noviembre. En Bolivia el clivaje regional ejerce mucha influencia en el voto. Mesa no tiene buena imagen en Santa Cruz. Camacho representa a la elite cruceña, gana en su terruño garantizando así una buena representación en la Asamblea Legislativa. Este valioso apoyo que cosecharía en su primer test electoral es un interesante trampolín para aspirar a la gobernación de su departamento en 2021.
Entre la euforia y la cautela
En el MAS predominan dos sensaciones. Euforia por la certeza de la victoria, la elocuencia de las encuestas y los multitudinarios cierres de campaña. Pero también hay cautela por la posibilidad de un fraude. Este lunes, su vocera, Marianela Paco denunció que “está en curso un segundo golpe a la democracia por la ausencia total de transparencia en el conteo rápido de votos del Tribunal Supremo Electoral (TSE), el retorno de los mismos veedores de la Organización de Estados Americanos (OEA), la declaratoria de toque de queda por seis días y la custodia de las actas por parte de militares y policías que participaron en golpe del año pasado”.
“A la fecha (el TSE) no le ha mostrado al pueblo boliviano si el sistema de conteo rápido tiene certificación internacional, como la que tenía el sistema de conteo del año pasado; no ha mostrado cuáles son las diferencias que han mejorado este sistema de conteo a diferencia del año pasado. Si se muestran los resultados por actas y con las fotografías, si se muestra los resultados por mesa o recinto, no nos han demostrado cómo va a funcionar ese sistema. Por tanto, ahí no hay transparencia”, denunció.
La Dirección Nacional del MAS solicitó al TSE “con carácter de urgencia, información real y documentada que acredite la transparencia del proceso electoral que se llevará a cabo el domingo 18 de octubre próximo”.
Esta situación llevó al MAS a conformar un sistema propio de conteo de votos que funcionará el día de las elecciones y permitirá conocer los resultados a la par que el conteo oficial. “Tenemos un sistema preparado para recibir información de todas las mesas en tiempo real”, explicó Luis Arce.
“Desde que tengo uso de razón en las elecciones siempre se reportaba por mesa, ahora, sin ninguna explicación lógica y por decisión del Tribunal Electoral, se va a reportar por recinto, en un recinto puede haber 15, 20 mesas, estamos absolutamente extrañados que esto suceda así”, dijo el candidato presidencial al respecto.
Otro factor de preocupación es el voto en el exterior, el cual representa al 4,1% del padrón e históricamente ha favorecido al MAS. Este sufragio puede otorgar la diferencia necesaria para que el MAS gane en primera vuelta.
Argentina agrupa al 47% de ese padrón con más de 142.000 electores. Sin embargo, organizaciones de residentes manifestaron preocupación por el accionar oscuro del TSE: “Esta denuncia la realizamos porque nos genera incertidumbre y preocupación no saber dónde vamos a votar, ya que hasta el momento no se actualizó esa información en el portal (www.yoparticipo.oep.org.bo), lo que impide que acudamos a las urnas”.
El derecho al voto de la comunidad boliviana en Argentina en riesgo de ser violado por el @TSEBolivia que envió lista de recintos electorales con cambios de última hora y errores que han dejado a ciudadanos sin lugar donde votar. Y hay más irregularidades registradas.
— Evo Morales Ayma (@evoespueblo) October 13, 2020
Viva la muerte
Dos noticias que denotan el clima autoritario que vive Bolivia pasaron desapercibidas. Ocurrieron el mismo día, el 8 de octubre. En la localidad de Vallegrande, Añez encabezó un acto en homenaje, con parafernalia de la Guerra Fría, a los militares que hace 53 años por órdenes de la CIA asesinaron a Ernesto Guevara. “La muerte del Che enseñó que la dictadura comunista no tiene paso en Bolivia”, sostuvo. Su ministro de Defensa, Luis Fernando López, calificó al guerrillero de “terrorista”, término muy extendido en el último año en el país andino-amazónico para calificar a cualquier opositor al golpe. “No vamos a permitir que extranjeros, venezolanos, cubanos, argentinos, cualquiera sea su nacionalidad (vengan a causar problemas), van a encontrar la muerte en nuestro territorio. Bolivia es digna y esa dignidad no se negocia”, bramó.
https://youtu.be/tudMdlZdLlM
También el 8, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) realizó una audiencia virtual en donde recibió información de las constantes violaciones a los derechos humanos desde octubre del año pasado. La Defensoría del Pueblo denunció que el régimen de Añez cometió delitos de lesa humanidad. “Es doloroso para los familiares de la víctimas de las dictaduras volver presentar denuncias sobre el incremento de masacres, detenciones arbitrarias y torturas”, expresó Ruth Llanos, de la Asociación de Familiares de Detenidos-Desaparecidos (Asofamd).
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Un 12 de octubre, pero de 1936, y del otro lado del océano, un episodio emblemático ocurría en la Universidad de Salamanca en un acto realizado por figuras del golpe que en julio había perpetrado Francisco Franco contra la Segunda República española. “Venceréis, pero no convenceréis”, le espetó Miguel de Unamuno a los arrogantes falangistas. La respuesta vino del mutilado general Millán Astray, quien sacó su arma e intentó ejecutarlo al grito de “¡Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte!”. Se salvó de milagro el filósofo de la futilidad de la vida. Se encerró en su casa y no volvió a salir más. Murió a los poco días.
Como en el golpe franquista, Añez y su corte racista iniciaron una “cruzada” para desaparecer a los “salvajes masistas”. Esta miopía les impidió ver la amplia base social que sustentó el liderazgo de Morales y que hoy transfiere sin fisuras su apoyo a Arce.
Los perpetradores de este interregno tenebroso obviaron que el MAS no es un partido tradicional, sino un instrumento político de los sectores populares, campesinos e indígenas dispuesto a gobernar nuevamente a Bolivia.