Por Carlos Fanjul | Uno ya no sabe si lo que está viendo es realidad, o ficción… Pero realmente está pasando, ocurre. Bah… o tal vez los actores solo están amagando a que va a ocurrir.
Puede ser cualquiera de las variantes, pero lo cierto es que los protagonistas principales de la rosca del fútbol mundial no paran de combatir en todos los escenarios imaginables. Y cada vez elevan la vara y parecieran ir por más.
Ya contamos en estas columnas que el Pelado Infantino es una máquina de producir hechos rumbo a que crezca más y más el negocio del fútbol. También que a mil por hora, siempre genera hechos y agenda que lo tienen bien arriba en el vértice de las decisiones. Hemos contado además que los popes continentales más importantes, empezaron por tenerle resquemores, después vieron que había que juntarse para frenarlo y, hoy, constituyen una sociedad inalterable que se le opone a todo.
Así, de parecer distanciados Alejandro Domínguez por la Conmebol, y Aleksander Čeferin, por la UEFA, hoy son como la reencarnación de ‘Los hermanos Corsos’, de aquella genial novela de mediados del Siglo XIX de Alejandro Dumás, ambientada en la isla de Córcega, que cuenta las historias de los gemelos Lucién y Louis quienes nacieron unidos por el costado y que luego, aunque ya separados, sentían el dolor, los placeres y las acciones del otro como si fueran propias, sin importar la distancia que los separase.
Vayamos al grano…
Recordemos el escenario ya contado por acá: el Pelado combatiendo a muerte con los hermanitos Corsos propone Mundial cada 2 años y encara una gira mundial para convencer cuerpo a cuerpo a los distintos países. Para hacerlo le invade la jurisdicción a cada uno de sus rivales, ni los saluda, hace lo suyo y se vuelve para Suiza desde donde maneja la multinacional del fobal.
Se cuenta que mientras esto ocurría, Domínguez y Ceferin, no paraban de conversar entre sí. Se nos ocurre pensar, primero azorados por el atrevimiento del otro, quien (y esto no es menor en esas alturas) no cumplió con ninguno de los preceptos de la diplomacia más elemental. Avisarles de la idea o hasta invitarlos a su gira aunque sea para que no estén presentes, algo que cuidara las formas al menos. ‘Los meó desde arriba de un banquito’, graficarían un par de curdas en la sobremesa de cualquier asado.
Claro, aunque lentos de reacción primero, pero muy activos luego, por separados pero juntos, los Hermanitos le contestaron negativamente a eso de competir cada dos años, y fueron logrando que la mayoría de sus países le mostraran fuerza opositora al Pelado.
Pero no se quedaron solo en la negativa, sino que lo amenazaron públicamente con ni siquiera mandar a sus selecciones en caso de que prevalezca la iniciativa. Es decir, le contestaron con una baraja que también está por fuera de cualquier chamuyo de la diplomacia.
Tan feo olfateó el panorama, que el capo de la FIFA amainó con su propuesta y la guardó en un cajón cercano, a la espera de que fueran apareciendo otros vientos favorables.
En las últimas semanas, la rueda pegó algún giro positivo para el Pelado, quien vio con agrado que Noel Le Grae, presidente de la Federación Francesa de Fútbol, se despegara un poco del el resto de Europa y, al menos, estuviera dispuesto a dialogar la idea: “No deberíamos pensar solo en Europa occidental y en sus países ricos. Europa está en contra porque tiene lucrativas competencias. Pero África, por ejemplo, necesita más partidos. El presidente de la FIFA debe presentar un plan económico viable, de hecho, vendrá a Francia en diciembre, al igual que el presidente de la UEFA”.
El viernes pasado, la citada Confederación Africana de Fútbol (CAF) votó por unanimidad a favor de la propuesta de Infantino, o al menos de apoyar por ahora aquel estudio de viabilidad para competir mundialmente cada dos años.
Cabe remarcar que la CAF es así la primera confederación en dar su aprobación de manera pública a la cuestión, por lo que el Pelado vuelve a tener algo de la iniciativa perdida con la dura negativa de las dos confederaciones más importante.
Se chamuya por ahí, que pronto estarían por llegar también los apoyos de Asia y Oceanía. Cuanto menos para escuchar las supuestas ventajas de la cuestión.
Esos vientos, resultan una brisa fresca en la calva cabeza del capi di tutti li capi de la redonda, quien, de olfatear mayores respaldos, se hará fuerte en la próxima cumbre que la FIFA viene proponiendo –la propone y le quita impulso según la dirección de aquellos vientos– para el próximo 20 de diciembre en París. Ahí se contarán los porotos y se verán los pingos.
¿Global qué?
Conocedores de la aceleración que imprime el Dolape a cada cosa suya, los Hermanitos vienen desde hace semanas construyendo su contraofensiva. Por ejemplo, trascendió en estas horas en los pasillos de la AFA que Chiqui Tapia en esta misma semana, o a más tardar en la siguiente, sería parte de un encuentro –¿virtual o presencial?– con los demás países miembros de Conmebol. La intención es seguir conversando sobre la postura en la mencionada cumbre de fin de año, pero también, y sobre todo, estudiar un poco más aquella iniciativa que partió de Europa de una Liga Global de las Naciones, que primero contemplaba la invitación solamente de Argentina y Brasil, pero que luego, planteo de la Conmebol mediante, incluyó a los diez países sudamericanos.
El tema está muy bancado por los Corsos, quienes pretenden defenderlo a capa y espada en esa cumbre, a sabiendas de que su forma de disputa es atractiva y que, están convencidos, hará que los hinchas del mundo se prendan en su desarrollo.
¿Cómo sería la cosa? Los países –por ahora europeos y sudamericanos– se repartirían por alguna forma de mérito logrado hasta el momento en una primera división llamada Liga A, una segunda categoría (B) y una tercera (C). Y por ahí una categoría mas (D). Esos torneos distintos generarían ascensos y descensos entre las tres divisionales, con lo cual habría como una continuidad en el tiempo, similar a la que existe en los campeonatos locales de cada país. Por ejemplo, en 2020 los europeos jugaron la ronda de grupos, clasificatoria de cada divisional, y en este 2021 desarrollaron Octavos, Cuartos, Semifinal y Final con aquella consagración lograda por Francia, con España segunda, seguidos por Italia y Bélgica. Y para 2022 ya está previsto que en mayo arranque otra vez la fase de grupos de la siguiente Liga de las Naciones, y así seguirá la rueda de la pelota.
Imaginen a nuestra selección siendo parte de algo así. Los promotores están seguros del gancho de ese formato, que en principio estaría propuesto para ser disputado entre Mundiales, pero que como parece olvidar un detalle bien actual, pinta para que se transforme directamente en una cosa o la otra. Y no en una competencia paralela.
¿Qué? ¿Podría no haber más Mundiales?
Ese detalle no razonado públicamente hasta ahora es el cuasi acuerdo de las confederaciones con cada uno de los principales clubes del mundo de restringir el tiempo de cesión de jugadores para competencias de selecciones. ¿Se acuerdan? Un mes por año, o a lo sumo 45 días, para terminar con los viajes continuos y las ausencias de las estrellas por las que garpan millones.
Recuerden que la cosa que sería bancada por esos clubes es que solo en un mes de cada año, jugadores como Messi y Cía. estarían a disposición de país, y que el resto del tiempo cada uno sólo se alistaría en el club que sea su patrón.
¿Y entonces? Quien puede imaginar que en ese breve lapso ingresen los partidos de eliminatorias y/o mundiales, pero también los de la Liga Global?
¿Será cierto lo que se dice ya en algunos países de aquí y de allá respecto de que los hermanitos Domínguez-Ceferín tienen mejor imagen que Infantino en las distintas asociaciones locales y que eso llevaría a mayoría de apoyo para el nuevo formato?
¿Conmebol y UEFA seguirán presionando hasta que sea una cosa o la otra?
¿La Liga Global terminará remplazando al viejo y querido Mundial?
¿Llegarán a tanto en su intención de borrar al Pelado?
Ni cada 4, ni cada 2, sino otra cosa bien distinta y manejada sin la FIFA. ¿Será eso posible?
Continuará…