Redacción Canal Abierto | Como cada 1 de diciembre, se conmemora el Día Mundial de Respuesta al VIH.
En este marco, organizaciones de la sociedad civil buscan re instalar el reclamo por una de las cuentas pendientes de la política de este 2021, la necesidad urgente de la nueva ley de VIH, Hepatitis virales, Tuberculosis e Infecciones de Transmisión Sexual.
Durante el último mes, el proyecto consiguió dictámenes de las comisiones de Salud y Presupuesto y Hacienda, posibilitando así su tratamiento en Diputados. Sin embargo, son varios los bloques opositores que se niegan a dar su conformidad, o ni siquiera prestar el quórum para evitar que pierda estado parlamentario por tercera vez consecutiva.
El nuevo proyecto viene a mejorar la actual ley de SIDA, que ya tiene 30 años y fue escrita con un enfoque biomédico. Plantea un abordaje amplio e integral desde un enfoque de Derechos Humanos que toma en cuenta los determinantes sociales de la salud y hace eje en el trabajo contra la discriminación y el estigma, con perspectiva de géneros.
Para entender en qué consiste y cuál es la importancia de una normativa, Canal Abierto dialogó con José María Di Bello, presidente de la Fundación Grupo Efecto Positivo (Fundación GEP). Además, los avances y retrocesos de las últimas décadas, y las perspectivas de cara a un escenario político que pareciera girar hacia la derecha.
¿Por qué es necesaria una nueva Ley de VIH, Hepatitis, ITS y Tuberculosis?
– Es sumamente urgente una nueva Ley de VIH, Hepatitis, ITS y Tuberculosis. La norma vigente del año 1990, y es una muy buena ley que en su momento fue una de las primeras en el mundo y la región. Pero es una ley con más de tres décadas, con un enfoque biomédico en un tiempo en que casi no existían organizaciones de la sociedad civil. De hecho, la Red Argentina de Personas con VIH recién se formó en 1998.
El proyecto que hoy está en el Congreso se comenzó a construirse en el año 2014 con toda la sociedad civil, organizaciones académicas y el Ministerio de Salud es una ley que tiene un enfoque en derechos humanos y en los determinantes sociales de la salud. Esto hace a la diferencia fundamental porque muchas veces las personas que fallecen por causas relacionadas con el VIH, en la actualidad no tiene que ver con que no acceden a los tratamientos sino que tiene que ver con la situación de vulnerabilidad en la que se encuentra en la mayoría de las personas con VIH. Es un enfoque sumamente amplio e integral.
Es la tercera vez que presentamos el proyecto: en la primera oportunidad tuvo dictámenes de comisión pero nunca lo trataron, en 2018 ni siquiera pasó por comisión y esta última vez llegamos a un lugar donde nunca antes con dictamen de las comisiones de Salud y Presupuesto. Estamos listos para llegar a al recinto y lograr la medida de sanción. Si no hay quórum y se trata antes de que terminen las sesiones ordinarias, va a volver a perder estado parlamentario.
¿Qué sectores del Congreso son los que no estarían dando quórum?
– Es la oposición la que no daría el quórum en la primera sesión antes de que terminen las sesiones ordinarias, supuestamente no porque rechacen a este tema sino por los otros proyectos en agenda.
Y en el medio, mucha gente que termina siendo rehén de la puja política…
– Según los últimos datos, hay 136 mil personas con VIH. Pero a eso hay que sumar mucha gente con hepatitis y tuberculosis. Ahí la cifra ronda las 600 mil personas
¿Cómo es vivir con VIH en Argentina?
– Respecto a la respuesta al VIH, Argentina se encuentra en una situación de meseta hace aproximadamente unos 12 años. Por entonces supimos estar a la vanguardia global, pero después la respuesta se estancó, lo dicen los números: mantenemos alrededor de 1.400 personas por año que fallecen por VIH, unos 4,800 nuevos casos notificados cada año.
Es cierto que logramos acceder a los tratamientos, con excepción de algunos periodos como el macrismo, cuando tuvimos que tomar la calle por los faltantes de medicamentos. Esto es muy bueno, no todos los países en el mundo este tienen el nivel de acceso a tratamiento que tenemos en la Argentina. Pero hay otra situación, y por la importancia de la nueva ley, y tiene que ver con que hoy el 90% del presupuesto para VIH se invierte en tratamiento y no queda resto para otras políticas sociales de prevención.
¿Hace cuánto no tenemos una campaña de prevención masiva?
– La última fue en 2008, la del lema “Sin triki triki, no hay bang bang”
La verdad es que ahora se habla mucho de que las personas no están utilizando preservativos. Y esto tiene concordancia con los datos, por ejemplo que en los últimos años triplicamos la cantidad de contagios de sífilis en la Argentina.
Esto fundamentalmente tiene que ver con la implementación de la Educación Sexual Integral (ESI), pero también con esta falta de campañas y el acceso a los preservativos. Antes ibas a la salita de salud de tu barrio y lo conseguías de forma gratuito y hoy los preservativos son carísimos. Tampoco hay difusión de que se distribuyen preservativos, cuando muchas veces sí los hay.
¿Es posible una regulación del mercado de preservativos?
– Creo que debería existir, no sólo con los preservativos sino con todas las tecnologías médicas.
Desde la primera gestión de Ginés González García y salvo durante los años del macrismo, el Estado argentino sí tuvo una política de compra masiva de preservativos. El tema que se dejó de hacer es difundir su utilización.
Hablas de los cuatro años macristas como de retroceso, ¿hubo una recuperación en esta materia durante estos dos años?
– Terminamos 2019 sin preservativos ni medicamentos, no hubo planificación en las compras. Antes teníamos un año y medio stock, ni leche de fórmula para los bebés de personas con VIH. Como sucedió con la salud en general, desmantelaron todas las políticas de respuesta al VIH. Ahora, pandemia mediante y con mucho por mejorar, hemos ido mejorando un poco estas cuestiones. Todavía resta revisar por qué pagamos tan caros los medicamentos, a pesar de haber logrado que muchos medicamentos se produzcan en el país.
Es un hecho que el foco puesto en el Covid-19 hizo que se dejen de lado un montón de patologías y problemáticas sanitarias, ¿pasó esto con el VIH y otras enfermedades de transmisión sexual?
– El 2020 fue un año terrible para las personas que tenemos VIH. Muchos no pudieron atenderse en el sistema público de salud, cuando el 70% de las personas con VIH en Argentina se atienden en el sistema público. En Argentina tuvimos situaciones muy difíciles con muchas personas con VIH durante la cuarentena.
La pandemia del VIH lleva 40 años, por eso nosotros decimos que la del Covid es la segunda pandemia. La diferencia es que la estigmatización del VIH hizo que durante muchos años no se le prestara atención. Para tener una idea, Naciones Unidas tardó 20 años en tratar el tema, mientras que con el Covid todos los organismos y laboratorios se pusieron alerta enseguida.
Si en 40 años no encontramos una cura para el VIH, en parte es porque los Estados cedieron soberanía ante el mercado. Pero el mercado no nos quiere muertos, nos quiere vivos y crónicos, tomando pastillas todos los días.
Como endeudados…
– Exactamente.
En el ámbito nacional pareciera darse un giro político hacia la derecha, ¿qué escenario futuro imaginas en materia de derechos?
– Vivimos el macrismo como un retroceso en temas vinculados a las diversidades, hasta hubo un protocolo de seguridad que explicaba cómo tratar a las personas de la diversidad sexual. Terrible.
Algo que aprendimos y logramos implementar con este proyecto de Ley de VIH, Hepatitis, ITS y Tuberculosis fue el compromiso de diputades de todos los bloques. Por suerte, no quedó ningún bloque sin firmar, lo que entendemos como un compromiso. Por otro lado, la Marcha del Orgullo de este año fue la más grande que tuvimos en años, con más de 800 mil personas y presencia de referentes de todos los espacios. Entre las consignas de la marcha figuraba este proyecto de ley. Ahora esperamos que den quórum y cumplan.
Entrevistador: Diego Leonoff (@leonoffdiego)