Redacción Canal Abierto | El nuevo aniversario de los asesinatos de militares democráticos y militantes políticos civiles tiene la particularidad de que sucede con la instrucción de un juicio por la verdad en marcha.
Presentada a fines del año pasado, la denuncia tiene por objeto el esclarecimiento y el reconocimiento por parte del Estado argentino de los crímenes de lesa humanidad cometidos entre el 9 y 10 de junio de 1956 en el partido de San Martín durante la autodenominada Revolución Libertadora y que se conocieron popularmente como los fusilamientos de José León Suárez. La causa la impulsa la Comisión Memoria, Verdad y Justicia de San Martín -integrada por familiares, amigos y compañeros de las víctimas- y la representación de la querella está a cargo del abogado Alberto Palacios. La etapa de juicio oral podría comenzar una vez reiniciada la actividad luego de la feria judicial de invierno.
A instancias del Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional 2 de San Martín a cargo de la jueza Alicia Vence, la semana anterior comenzó la etapa de producción de prueba con la recepción de las primeras declaraciones testimoniales, entre las que se prevé la de uno de los sobrevivientes a los fusilamientos y el único con vida hasta este momento: Juan Carlos Livraga, quien se presentaría ante la jueza el próximo miércoles 14.
Las testigos que ya prestaron declaración son Berta Josefa Carranza –integrante de la Comisión de San Martín e hija de Nicolás, uno de los asesinados en el descampado de José León Suárez durante la noche del 9 de junio de 1956- y Delia Beatriz Garibotti –hija de Francisco, militante peronista y trabajador ferroviario, también víctima fatal de aquel operativo clandestino-.
Cabe destacar que el proceso judicial en marcha se resolverá eventualmente a través de un juicio por la verdad, procedimiento alternativo al juicio con efectos penales ante la imposibilidad de adjudicar, hasta ahora, los crímenes investigados a quienes lo cometieron –entre ellos, el por entonces jefe de Policía de la Provincia de Buenos Aires, teniente coronel Desiderio Fernández Suárez, muerto en 2001-.
En caso de que en los próximos meses surjan imputaciones sobre personas que aún estén con vida, el proceso legal se sustanciaría con un juicio ordinario con consecuencias penales en función de la imprescriptibilidad de los crímenes de lesa humanidad, y allí están puestas las expectativas y energías de la querella.
No obstante, los familiares y las organizaciones de derechos humanos reconocen que el juicio por la verdad serviría para una reparación histórica y para el establecimiento de una verdad oficial con reconocimiento estatal respecto a uno de los crímenes del terrorismo de Estado más resonantes de la historia argentina.
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Los fusilamientos de José León Suárez fueron una masacre de militantes políticos ocurrida el 9 de junio de 1956, ordenada por el gobierno de facto autodenominado “Revolución Libertadora” que encabezó el teniente general Pedro Eugenio Aramburu.
Ese día asesinaron a Mario Brión, Francisco Garibotti, Vicente Rodríguez, Carlos Lizaso y Nicolás Carranza. En tanto, Juan Carlos Livraga milagrosamente sobrevivió y hoy tiene 91 años.
Siete de sus compañeros, que también fueron detenidos en la localidad de Florida, pudieron escapar. La dictadura que encabezaba Aramburu perpetró, en solo tres días, 18 asesinatos de militares –entre ellos Juan Jose Valle y Raúl Tanco- y de 13 civiles en Suárez, en Campo de Mayo, Avellaneda, Lanús y La Pampa, entre otros lugares.
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Los testimonios
En una serie de entrevistas realizadas esta semana por FM Reconquista de José León Suárez, Berta Carrranza, hija del dirigente peronista y sindicalista ferroviario Nicolás Carranza, recordó: “Yo era muy chica, tenía dos años, y toda la información que tengo con respecto a la militancia de mi padre res a través de lo que me contó mi madre y Norberto Gavino, que fue compañero, se salvó esa noche del fusilamiento y llegó a ser intendente de San Isidro en el 73”.
“Reconstruir la historia costó muchísimo –continuó la mujer-, al punto que hace 67 años que los fusilaron y recién este año pudimos comenzar con un juicio por la verdad, que no van a condenar a los fusiladores pero vamos a tener la posibilidad de que sean declarados crímenes de lesa humanidad”.
“Son muchos años de lucha, uno siempre viene pidiendo que no se pierda y se quede en el olvido porque esos compañeros merecen justicia. Nosotros somos los hijos pero también fuimos víctimas”, sintetizó Carranza.
Por su parte, Jorge Costales, hijo del capitán Jorge Miguel Costales, subrayó: “Era un movimiento cívico-militar que se decide a hacer el levantamiento el 9 de junio. Mi padre era un capitán del ejército que tenía la misión, con otros compañeros militares y civiles, de entrar a un colegio, el ex Nº1 de Avellaneda, que tenía un equipo de radio desde el cual se iba a transmitir la proclama. Fueron detenidos y derivados a la regional de Lanús donde horas más tarde, por un juicio sumarísimo, se los ejecutó. Horas después sucede lo de José León Suárez, donde un grupo de civiles estaba escuchando la radio y esperando la proclama”.
“Este movimiento no eran solamente las 31 personas que fueron asesinadas. Muchos no fueron fusilamientos, fueron juicios en los que un capitán de navío en la regional de Lanús les tomaba declaración y decidía él, por sí mismo, matarlos. Con tanta cobardía que la partida de defunción de los seis muertos de Lanús dice ‘muerto en vía pública. Herida de bala en cabeza y tórax’”, agregó.
Finalmente, costales reconoció que “fue muy difícil, porque la historia se reconstruye gracias a un sobreviviente, que lo entrevista Walsh, pero en el contexto histórico uno tiene que situarse que la gran mayoría de los partidos políticos apoyaban a la Revolución Libertadora; que los militares había cometido atrocidades y la prensa también lo ocultaba, las tapas eran victoriosas, lo vitoreaban a Aramburu por el hecho de haber aniquilado a este movimiento. La grieta no la inventó Lanata. Perón llenaba la Plaza y cuando lo derrocaron, también se llenó la Plaza”.
Con información de Andar Agencia CPM y FM Reconquista
Foto tomada de Página/12