Por Florencia Yanniello | Escribo esta crónica con el Encuentro aún en el cuerpo. Estoy disfónica y agotada, pero agradecida de haber podido ser parte de esto, del lado de la amorosidad pero también de la disputa. Todavía tengo gente alojándose en mi casa y estamos cerrando cuestiones operativas desde la Comisión Organizadora.
—Compas, se perdió una mochila ayer en el acto de cierre, si alguien la vio avise.
—Hay que retirar bidones de las escuelas y terminar de rendir la plata.
También llegan mensajes de agradecimiento y balances:
—Gracias por el enorme encuentro que armaron. Salió todo increíble.
—Lo dieron todo, gracias. Fue un encuentro histórico, plurinacional y disidente.
—Compas, qué gusto laburar con ustedes, qué lindo conocerles.
Los grupos de WhatsApp estallan.
Y todes nos hacemos la misma pregunta: ¿Qué vamos a hacer ahora los sábados? Nos reunimos quincenalmente desde noviembre de 2022 para armar este abrazo colectivo que fue el 36° Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans, Bisexuales, Intersexuales y No Binaries. El último mes participé de reuniones dos o tres veces por semana. Conocí gente muy valiosa, que le dedicó un tiempo infinito a una construcción genuina y potente. Se trabajó muchísimo en comisiones: logística y alojamiento, finanzas, talleres, articulación, prensa y comunicación, cultura, accesibilidad, sustentabilidad, cuidados. Hubo reuniones con funcionarios, sindicatos, cámaras de comercio y hotelería, comunidades, transportistas y una cantidad innumerable de actores locales.
Organizar un encuentro en una ciudad de menos de 200 mil habitantes tiene ese qué se yo pueblerino. Los almuerzos en el trabajo, las juntadas familiares, las cenas con amigas se volvieron monotemáticas: momentos de planificación, catarsis y rosca. A quienes nos apasiona la política vivimos una experiencia sin precedentes. Un evento híper masivo, que reunió a miles de mujeres y disidencias a una semana de las elecciones presidenciales, en un contexto en donde la ultraderecha amenaza con dar marcha atrás en los derechos conquistados. En este espacio convergimos personas militantes en organizaciones feministas, sociales, barriales, sindicales, estudiantiles, comunistas, anarquistas, peronistas, kirchneristas, socialistas, comunidades mapuche, asamblearias, independientes y una larga lista más de adscripciones.
Tuvimos tremendos debates y diferencias, pero logramos coexistir un año entero y generar las condiciones para que 70 mil personas participaran de un encuentro memorable.
—Esto es lo más zarpado que hice a nivel militancia y lo hicimos juntes —me dice Iri, amigo no binario con quien milito desde los 16 años.
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Sandrita me pide si puedo imprimir el cancionero trava para la Marcha Plurinacional contra los Transfemicidios y Travesticidos. Le digo que sí. Me manda dos audios con los cánticos, los desgrabo trasnochada en un Word y los imprime y recorta Pipi, otra compañera que le puso garra y corazón a la organización.
El sábado, primer día del Encuentro, al ritmo de “El matador” de los Fabulosos Cadillacs avanzamos encolumnades por la Avenida 12 de Octubre cantando:
Nos dicen sobrevivientes acá estamos
A la marcha plurinacional todas marchamos
Estamos aquí presentes, de toda nuestra nación
Las travas sobrevivientes ¡liberación!
¡reparación! ¡reparación!
¡reparación! ¡reparación!
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En mi casa los colchones no alcanzan. Improvisamos catres con aislantes y almohadones. Se quedaron a dormir amigas entrañables y compañeras de militancia de las asambleas socioambientales. También se quedó Moni, la mamá de una hermana de la vida, acompañada por Norma, madre de Tehuel de la Torre, joven trans desaparecido en 2021.
—Mi apellido es Nahuelcura, es mapuche. Deseaba mucho conocer este territorio, mis ancestros son de acá. Yo le puse a mis hijos Tehuel y Nehuen por eso —me dice Norma, que vive en San Vicente, Buenos Aires.
—¿Qué quiere decir Tehuel?
—Arisco, bravo —responde y se produce un silencio espeso.
Me cuenta que fue a la comunidad Millalonco-Ranquehue a una de las actividades culturales del Encuentro en la que se presentó la cantora Anahí Mariluan y que pudo hablar en el micrófono y contar sobre su identidad.
Norma está conmocionada: por estar en el Encuentro, por conocer Bariloche y por haberse tomado un avión por primera vez. Me agradece el alojamiento cada vez que nos cruzamos en estos días de fiesta y lucha feminista. Su afecto y su dolor me llegan en cada abrazo que nos damos; me aprieta con fuerza y se queda varios segundos con sus brazos alrededor mío. Me quedo suspendida, fuera de tiempo, pensando en la desesperación de una madre que tiene a su hijo desaparecido en democracia. Le digo que su lucha es nuestra lucha. Nos emocionamos. Es el día de la madre.
Para mí también es un día especial. Compartí esta tremenda experiencia con mi mamá. Marta fue parte del armado del Encuentro y facilitadora en el masivo taller de Extractivismo y conflictos ambientales. El día de la madre lo pasamos marchando juntas, en la movilización más potente que vivió la ciudad. Celebramos fundidas en la muchedumbre de las 30 cuadras de personas que bajaron por la calle Beschtedt. Es el tercer encuentro que comparto con ella, que me crió con valores feministas en décadas en donde la sociedad estaba aún lejos de deconstruirse en prácticas y discursos patriarcales.
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La plurinacionalidad de los Encuentros está en construcción constante y sigue siendo un desafío. Pero esta vez, el Encuentro se hizo en Puelmapu, territorio mapuche y en solidaridad con las presas políticas de la Lof Lafken Winkul Mapu, de Villa Mascardi. La wenüfoye (bandera mapuche) flameó en cada rincón y hubo participación de mujeres mapuche en los talleres y en todas las actividades.
La machi Betiana Colhuan Nahuel denunció que una parte de la comisión organizadora fue racista y violenta. Ciertas demandas y propuestas previas de las mujeres mapuche que estuvieron detenidas tras el desalojo de octubre de 2022, fueron resistidas por algunas personas en las reuniones plenarias y al no llegar a consensos, no fueron consideradas como ellas esperaban. Incluso hubo disputas durante la marcha por el encabezamiento. “No queremos que nos folcloricen”, dijeron.
A pesar de eso, somos muches quienes conocemos y acompañamos su lucha.
Una masiva caravana convocada por la machi el lunes después del mediodía, partió hacia el rewe (espacio ceremonial) para realizar un abrazo simbólico. Mujeres y disidencias de distintos lugares estuvieron en el territorio, entendiendo que el feminismo debe ser decolonial y antirracista.
Además de las potentes intervenciones de las mujeres mapuche en el escenario de apertura, y del video de Yessica Bonnefoi Carriqueo Antimil (quien todavía hoy cumple prisión domiciliaria), me quedan resonando las palabras de Betiana, Ailen y Melisa en la Asamblea de Feministas del Abya Yala; las de Moira en el taller de extractivismo, las de Luciana en el taller de genocidio. Me queda la imagen de Isabel filmando emocionada a su nieta en el escenario leer las conclusiones del taller de adolescencias libres y diciendo: “¿Qué mundo nos dejan los adultos, si hacen puras cagadas?” y la de Vale compartiendo las conclusiones del taller de intersexuales, pidiendo que los feminismos acompañen las demandas de su colectivo.
Si hacemos una recorrida general por el Encuentro se respiró solidaridad en cada espacio que brotaba entre los dogmas. Nos emocionamos escuchando a les integrantes del taller de niñeces libres. Nos angustiamos escuchando las conclusiones del taller de abusos y violencias. Nos enfurecimos escuchado las demandas históricas incumplidas del colectivo travesti trans. Tomamos consciencia con el pedido de no encasillamiento de les compañeres no binaries.
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El último día amanecí nerviosa. Me tocaba conducir el acto de cierre en donde se elige la sede del encuentro siguiente, junto con Sole, periodista cultural y feminista de Bariloche. En estos meses de trabajo previo nos hicimos amigas. Antes de subir al escenario con el público más masivo que vimos en nuestras vidas, nos dimos un abrazo sentido. Le dije que tenía un amuleto de mi abuela Beba en el bolsillo y que iba a salir todo bien.
—Sí, va a salir todo bien, Flor, porque somos dos personas amorosas— me dijo con una sonrisa de dientes brillantes.
Con euforia y aplausos que se multiplicaron por mil en todo el Velódromo Municipal se eligió Jujuy como la próxima sede para el 37° Encuentro de 2024. Nos vamos a la puna, a la tierra del Malón de la Paz, a acompañar a quienes le pusieron el cuerpo a tantos meses de resistencia y represión por la reforma inconstitucional del gobernador Gerardo Morales. Nos vamos a la tierra de la lucha docente y los conflictos por el litio. A una de las provincias que tiene el mayor porcentaje de población indígena del país: nos vamos a territorio kolla, aymara y quechua.
Mientras termino de escribir esta crónica, pienso: ojalá en Jujuy se sostengan todas las cosas buenas que pasaron en Bariloche y se mejoren las demás. Y que no se pueden resolver cinco siglos en una comisión organizadora, nos falta mucho.