Redacción Canal Abierto | El dato de inflación de febrero opacó una serie de importantes anuncios y novedades en materia económica. Pero, ¿qué implican, por qué quedaron en un segundo plano y a quiénes beneficiaban?
Entre otras cosas, pasó desapercibido el megacanje en pesos por el cual el Gobierno logró patear vencimientos de deuda por $42,6 billones para 2025, 2026, 2027 y 2028. Según informó la cartera que conduce Luis “Toto” Caputo, la operación tuvo una aceptación en torno al 77% sobre el total de títulos (aproximadamente, unos $60 billones), en su mayoría en manos del sector público (Banco Central y Fondo de Garantía de Sustentabilidad, entre otros).
Y si bien su secretario de Finanzas, Pablo Quirno, publicó un tuit celebrando e canje -“ahorro de intereses de $555.000 millones (0,1% del PIB)”-, resulta curiosa la baja aceptación entre los actores que cosechó en el sector privado. En particular de los bancos, que se vieron desolusionados ante la falta de puts (seguros de liquidez u opciones de recompra que la autoridad monetaria venía otorgando, y que salvaguardaban el dinero ante “cualquier eventualidad” macroeconómica).
El Gobierno incluso intentó aplacar este síntoma evidente de la poca confianza en la sostenibilidad del programa por parte del sistema financiero local con un gran premio que desde hace tiempo venían reclamando los banqueros: la desregulación de tasas mínimas de interés para los plazos fijos.
Cabe señalar que la medida no es más que un paso más en el proceso de licuación de los ahorristas, como reconoció días atrás el Presidente: sin tasas mínimas estipuladas por el Gobierno, los bancos están ofreciendo tasas anuales del 75% (muy por debajo de lo que el Banco Central abona a los bancos para asegurar su liquides) con proyecciones de inflación que superan el 150%.
El esperable desarme masivo de plazos fijos en favor de ahorro en dólares que podría sobrevenir tampoco quita el sueño a Caputo ni a Milei, quienes especulan con aprovechar esta situación para calmar las presiones devaluatorias del complejo agroindustrial. ¿Cómo? Alentando una suba en las cotizaciones de los tipos de cambio alternativos, como el Contado con Liqui con el que los exportados están obligados a liquidar el 20% de su cosecha.
Es decir, un juego a varias bandas que contenta al campo, beneficia a los bancos y allana el camino a la dolarización sin la necesidad de nuevas devaluaciones oficiales, evitando así el impacto sobre los precios y el conflicto social que esto implica. Negocio redondo para unos pocos, licuación de los ahorros para todos.