Redacción Canal Abierto | La paritaria nacional para los trabajadores y trabajadoras del Estado terminó con un acuerdo a la baja que UPCN cerró con el Gobierno, con el rechazo de ATE. Silvia León, secretaria de Organización de este sindicato, explicó para Canal Abierto por qué el acuerdo perjudica a los estatales y por qué son las mujeres las que se llevan la peor parte.
En esta entrevista, un recorrido sobre la anunciada modernización del Estado, los «premios» por productividad y presentismo, el sistema patriarcal que impera sobre estas lógicas y la discusión de los Convenios Colectivos de Trabajo con perspectiva de género.
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El presentismo no llegó solito: el decreto 204
Por Marina Caivano
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En el marco del acuerdo paritario para los estatales que preve un escaso 20% que se percibirá recién en agosto, la instauración de los «premios» por presentismo y productividad anunciados llegaron acompañados de la Resolución 204. Esta normativa instala en los ámbitos laborales de la Administración Pública Nacional, ya teñidos de desesperanza, un ingrediente de fuerte violencia institucional.
Desde la Oficina Nacional de Empleo Público del Ministerio de Modernización se implementó el Reglamento General de Control de Asistencia y Presentismo, para la aplicación del decreto 204/E/207 en toda la Administración Pública Nacional. El mismo implica un sistema de control exhaustivo en los sectores donde no hay instalado sistema biométrico y molinetes; y las figuras de los Responsables de Control de Asistencia (RCA), que mayormente serán los mismos jefes o directores pero en otros casos han sido «reclutados» entre los mismos trabajadores, presionándolos a ocupar el lugar de controlador bajo «obediencia debida».
Esta situación ha generado abundantes situaciones violentas entre los mismos compañeros de trabajo, mayor competitividad, delación y predominio del «sálvese quien pueda». [/mks_one_half]
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Mientras el Gran Hermano Ministerio de Modernización juega a la empresa privada con los trabajadores estatales peor remunerados de la historia, en ambientes al estilo Mc Donalds surgen algunas solidaridades valientes entre miserias humanas, represalias y «carnereadas».
Entre las preguntas frecuentes del instructivo con alegres ilustraciones y que se titula «La importancia de estar presente» que se reparte en los sectores puede leerse: «¿Dispongo de una hora de almuerzo»? A la que le sigue una socarrona respuesta en negrita y mayúscula: «No se prevee horario de comida».
En el marco del decreto 204 de control, todo es plausible: que alguien que salga al kiosco sea buscado como esclavo fugitivo y que las intimidades deban ser enarboladas para explicar unos minutos de retraso que deberán ser compensados para cumplir las 8, 10 u 11 horas de jornada laboral.
La instalación de semejante régimen a mitad de año, sorpresivamente sobre trabajadores que ya tienen organizada su agenda diaria, sólo puede entenderse como un perverso plan de ajuste y maltrato para evitar que los trabajadores se organicen.
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