Redacción Canal Abierto | Salir este invierno costará un 77,6% más que en el invierno de 2015. No sólo hacer una escapada vacacional fuera del lugar de residencia, sino todas las actividades que suponen pasear con los chicos, como el cine, el teatro, los restaurantes o los juegos, que son justamente los rubros que más subieron.
Los números surgen del informe Turismo invernal, del Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad de Avellaneda, que releva la ocupación hotelera, la variación en los precios de los consumos típicos de la época invernal, la evolución del turismo social y los márgenes de ganancia del sector, entre otros factores.
Según el informe, la canasta turística promedio presenta un incremento del 70% acumulado respecto a 2015 impulsada por el aumento en las entradas de cine (85%), teatro (75%), restaurantes (73%), y juegos (65%), las actividades de esparcimiento más tradicionales para realizar en familia durante el receso escolar. Incluso las canastas de vacaciones más austeras son las que más aumentaron. “Los habitantes de la Ciudad de Buenos Aires que, por ejemplo, decidan vacacionar en la ciudad y dediquen parte de sus días a pasear por el centro porteño con sus hijos, almorzando en algún local de comidas rápidas y disfrutando de alguna obra infantil de teatro harán frente a aumentos de precios que se ubican por encima de los incrementos que han experimentados los ingresos de las familias de la ciudad. Por caso, una entrada de cine de los locales más conocidos de la Capital Federal costaba alrededor de $100 en la temporada invernal del 2015. Hoy, por la misma entrada, se deben desembolsar cerca de $200”, detalla el estudio.
Esto coloca a la canasta turística algo por encima de la inflación promedio que, según el IPC Congreso, alcanzó un 60,6% (2,7% promedio mensual) en los últimos 18 meses, en gran parte por las subas de tarifas aplicadas en 2016-2017.
El impacto de esta suba no se refleja solamente en las actividades urbanas, sino en las economías regionales que viven del turismo interior en temporada invernal. “Entre los factores que influyen sobre los flujos turísticos en el corto plazo se destaca en primer lugar la relación entre precios internos y salarios. También tiene incidencia la tasa de interés y el tipo de cambio, aunque de manera secundaria”, afirma el estudio. Además, sostiene, se profundiza la reacción frente a la pérdida de poder adquisitivo del año pasado, ya que “se espera un segundo año de salarios reales a la baja. Eso conlleva una actitud más conservadora en muchas familias a la hora de tomar la decisión de salir de vacaciones de invierno”.
En los estratos más altos –que son quienes más gastan- la suba del dólar del año pasado y la primera parte de éste volvió al turismo fronteras afueras más atractivo y barato que pasear por la Argentina. La reciente escalada del dólar podría haber atenuado esta fuga de turistas, aunque esto no es necesariamente así porque gran parte de los paquetes se compran con antelación.
Es en el rubro hotelero donde las mediciones se vuelven más desalentadoras. Los resultados del estudio marcan una ocupación de plazas de un 25% menos respecto al pico del invierno del año 2015. Asimismo, más del 20% de los establecimientos hoteleros cerraron o piensan hacerlo. Si se suman aquellos hoteles que decidieron abrir sólo en temporada, acumulan más del 50%. De allí que los márgenes de ganancia de los empresarios del rubro se redujeran del 40% al 20% en menos de dos años.
Por su parte, el turismo social –típico de jubilados y estratos medios y bajos- disminuyó un 30% respecto de 2015. Las previsiones más pesimistas marcan que, a nivel general, la actividad turística este invierno se reducirá hasta un 10% respecto al año pasado.