Por Marina Caivano | Luego de una larga historia de demandas por su independencia y autodeterminación, Cataluña ha dejado de presionar políticamente al Estado español para asumir una postura de desobediencia absoluta. Esta posición se sostiene por una auténtica situación de “revuelta” popular que se mantiene organizada en la región. La resistencia pacífica catalana abre un escenario rupturista que algunos comparan con el 15-M y despierta debates sobre el futuro de la región. Abrir ese escenario de quiebre no garantiza el desarrollo de una república social ni en Cataluña ni en el resto de España, pero abre la posibilidad a la posible construcción de otros modelos.
Por su parte, Podemos -un partido de nuevo orden, nacido del movimiento ciudadano conocido como «los indignados» que se originó en 2011. producto de la crisis económica, y que hoy se presenta como la tercera fuerza en España y desafía la política tradicional- ha promovido una reunión entre todos los partidos para buscar un diálogo entre las partes y garantizar el respeto a los derechos civiles, en rechazo a la manera represiva en que el presidente Mariano Rajoy está abordando la situación.
El camino hasta aquí
El 6 de septiembre el Parlamento de Cataluña interrumpió su sesión plenaria para votar una ley de referéndum independentista. Pese a que la totalidad de la oposición (PSOE y Ciudadanos) se retiró del recinto en rechazo al planteo de la consulta popular, los políticos partidarios de la autodeterminación catalana votaron igual. Así fue que el gobierno regional catalán convocó formalmente al referéndum del 1 de octubre sobre su secesión de España, y aprobó una ley que regularía la transición a la independencia de ganar el Sí. El tema había sido históricamente rechazado y su debate, censurado.
La respuesta por parte del gobierno central de Madrid fue una dura negativa: Rajoy llamó a detener la consulta argumentando que estas leyes representan la «muerte de la democracia» y junto al Tribunal Constitucional exigió una suspensión inmediata de la iniciativa. La reacción no tardó en llegar, y en los días siguientes hubo un despliegue de fuerzas militares del Estado español en Cataluña. La ofensiva prosiguió con la denuncia y judicialización a 700 alcaldes catalanes defensores del referéndum que pretendían abrir locales para votar el 1-O, la detención de los trabajadores de una imprenta sospechada de imprimir papeletas para la consulta, y la intervención del Correo. También detuvieron a 14 cargos políticos, requisaron urnas y cerraron la pagina web del referéndum. Pero cada vez que el gobierno cerró una, la resistencia independentista abrió otra, en un movimiento de acción y reacción que ya lleva cerradas 140 páginas web.
Cataluña es un pueblo especialmente rebelde. La respuesta cerrada y represiva del Estado nacional sólo logró fortalecer la resistencia. “Hace una semana trajeron dos cruceros llenos de 4000 policías españoles al puerto pero los estibadores y amarradores catalanes decidieron por asamblea que no les darían los servicios mínimos. Esto ha sido lo más divertido de todo porque llegaron con un barco del Piolín y han sido las risas de todos”, cuenta la socióloga catalana Maria Pichel.
Un gran acto masivo de desobediencia civil pacífica puebla hoy las calles catalanas donde ciudadanos de todas las edades circulan con banderas y remeras reivindicativas de la independencia. Las convocatorias a reuniones, concentraciones, manifestaciones, actos, caceroladas, o acampes masivos por las noches se mueven rapídisimo gracias a organizaciones como la Assemblea Nacional Catalana o el Òmnium Cultural, a las redes sociales -sobre todo a Twitter- y a los medios de comunicación con línea editorial independentista.
Suceda lo que suceda, esto no se acabará el domingo. Después del 1-O, muchos políticos y activistas de izquierdas ya manifiestan que se necesitará la presión en la calle de manera diaria y contínua, en estado de “movilización permanente”.
Si bien gran parte del fundamento independentista se basa en reivindicaciones culturales como el idioma, un reconocimiento identitario como nación, y un pedido de mayor decisión sobre sus recursos; la revuelta catalana también incluye el descontento por el manejo de los ingresos fiscales de la región por parte del Estado español y un quiebre y cuestionamiento con el sistema establecido por el régimen del 78, que conlleva privatizaciones, reconversiones, pérdida de soberanía (en manos de la UE y la OTAN), continuidad con el franquismo, y un respeto a las jerarquía estatal, de los reyes y de la oligarquía económica.
“Muchos nos dicen la izquierda catalana se ha alineado con su burguesía y es cierto. Al igual que la izquierda (institucional) del resto del Estado español se ha alineado con la suya, a veces sólo por omisión u ambigüedad. La principal diferencia es que una de esas alianzas abre un escenario rupturista y la otra alianza persiste en la continuidad de un régimen dañino, corrupto y represivo”, afirma la catalana Carmen Parejo en Revista La Comuna.
La postura de PODEMOS
“Hemos logrado la asistencia de todos los partidos menos de PP, su marca blanca Ciudadanos, y el PSOE. Todos los demás grupos políticos del estado español, con las más diversas posiciones políticas, estuvieron reunidos este pasado fin de semana en un espacio de encuentro y diálogo promovido por Podemos para abordar soluciones consensuadas”-explicaron miembros de Podemos Argentina a Canal Abierto.
Para Podemos, en la situación actual, «la cuestión esencial no es independencia sí o no, sino derechos civiles y democracia sí o no». «La forma represiva y antidemocrática en que está abordando el problema Rajoy, la utilización partidista de las instituciones pone en serio riesgo el estado de derecho y las libertades de la históricamente poco desarrollada democracia española. Insistimos en la necesidad de comprometer a otras fuerzas políticas para sacar al gobierno del PP de la Moncloa como una medida urgente e indispensable. Condenamos el intento de judicializar el debate político y las vías represivas que se están tomando contra la sociedad civil», agregan.