Redacción Canal Abierto | Damián Straschenco es secretario adjunto del gremio de Luz y Fuerza de Zárate y empleado de la central nuclear Atucha I. Se hizo famoso el 9 de mayo cuando los detectores colocados a la salida de su lugar de trabajo dispararon la alarma que detectaba radiación en su cuerpo.
Las sospechas de que se trató de un envenenamiento intencional descansan sobre dos hechos: que Straschenco trabaja en la zona de oficinas de la planta, donde no hay contacto con las sustancias contaminantes que se encontraron en su cuerpo, y que el atentado contra su vida podría ser la más violenta de una seria de acciones que Nucleoeléctrica Argentina S.A. (NASA), empresa controlante de Atucha, impulsa para “romper” la organización gremial, según denuncia el propio sindicato.
A poco más de un mes de haber sido envenenado –al parecer, por ingestión de agua con material radioactivo- Straschenco fue despedido. Esta mañana, se llevó adelante en el Juzgado Federal de Campana la audiencia en la cual él daría testimonio y aportaría documentación sobre el envenenamiento con agua pesada contaminada del reactor nuclear. NASA, en un giro inesperado de la causa, lo acusó de envenenarse como forma de sabotaje.
La hipótesis de sabotaje que argumenta la empresa ha sido hasta el momento la única línea de investigación considerada por el juzgado. “La idea de instalar por todos los medios posibles que Straschenco se auto envenenó es inverosímil y perversa, construida por las mismas personas que durante años intentaron deslegitimarlo y buscaron despedirlo -sostienen desde el sindicato-. A 24 horas de sucedido el envenenamiento, ya NASA había creado una comisión interna ad hoc que había instalado y difundido que se había tratado de un sabotaje”.
“Nunca, realmente, nunca pensamos que podía llegar a atentarse contra la vida de un compañero y posteriormente acusarlo de sabotaje, bajo hipótesis que se auto envenenó”, agregan en un comunicado.
El nivel de radiación hallado en su cuerpo de Straschenco, según los estudios preliminares, osciló entre 130 y 180 milisieverts. La medida máxima tolerada para un trabajador expuesto a la actividad del reactor nuclear es de 20 milisieverts por año. El episodio es inédito en la historia de la energía nuclear argentina.
En declaraciones al diario Ámbito, la responsable del área de Institucionales de NASA, Mabel Barbas, admitió a poco de sucedido que se trató de un hecho «deliberado, malicioso» contra el sindicalista.