Por Sergio Alvez | La enseñanza de la medicina en Cuba comenzó en 1726, es decir, previo a la fundación de la Universidad de La Habana en 1728. “Los médicos se formaban para una práctica predominantemente individualista, biologista y mercantilista. La ausencia total de una política sanitaria, el escaso desarrollo de las instituciones de salud estatales, la carencia de atención médica a la población rural y la inadecuada formación de especialistas fueron algunas características de la formación médica y del panorama de salud de esa época”, apunta Fidel Ilizástigui Dupuy, médico que fuera vicerrector de Desarrollo del Instituto Superior de Ciencias Médicas de La Habana y Fundador del Partido Comunista de Cuba dentro de la Universidad de La Habana.

En 1959, cuando triunfó la Revolución, el derecho a la salud y el deber del estado de garantizarla se tornaron prioridades irrenunciables que, a partir de la creación del Ministerio de Salud Pública (MINSAP), del sistema de policlínicos para la Atención Primaria de la Salud  y de diversos programas de salud, junto a la formación de institutos de investigaciones médicas, instituyeron las bases para el desarrollo vigoroso de la salud pública cubana, que aún hoy, es una referencia ejemplar y mundial.

En marzo de 1999 abrió sus puertas La Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM), en La Habana. Con un sistema de colegiatura y residencia gratuita, la ELAM forma jóvenes de todo el mundo, desde una perspectiva donde la pata científica se complementa con una profunda mirada solidaria, humanista y ética.

A través de 14 graduaciones, la ELAM ha formado ha formado a casi 30 mil médicos de 90 países. Uno de ellos, egresado en 2010, es Sebastián Tiozzo, joven nacido y criado en Eldorado, provincia de Misiones.

Seba, el doctor del pueblo

Todos los días, el doctor Sebastián Tiozzo recorre Comunidades Mbya Guaraní y barrios humildes de la zona norte misionera. Por lo general, quedan registros fotográficos de su paso cotidiano por el sufrir de los más humildes. Son tomas donde se lo puede ver enseñando su estetoscopio con niñas y niños guaraníes, realizando controles de presión en ranchitos de madera, tomando mates con los vecinos y pacientes que asiste, y también, participando de asambleas en defensa de los derechos ambientales o bancando con el cuerpo diversas causas sociales. Es que Seba, además de ser un profesional solidario, de los que ya casi no quedan, es un militante comprometido con su pueblo y su provincia.

Sebastián nació en Eldorado, un pueblo del norte misionero lindante con la República del Paraguay. En el año 2000, mientras Argentina se encaminaba hacia una profunda crisis económica y social, Seba cursaba el tercer año de la secundaria y sufría una pérdida familiar irreparable, la muerte de su padre. “Papá era médico pediatra, y cumplía una labor social muy importante. Mi madre salió adelante con nosotros, cuatro hermanos, y yo tuve que salir a vender diarios para poder ayudar con la economía familiar” recuerda Seba.

En 2004, Sebastián viajó a Cuba becado por la Escuela Latinoamericana de Medicina, de donde egresaría seis años después. “Si se lo ve estrictamente desde lo científico y metodológico, seguramente el plan de estudios de la ELAM  sea similar al de la mayoría de las facultades de medicina del mundo. No obstante, la diferencia radica en que todas las ciencias, todo lo que se haga en el país, está al servicio del pueblo y para dar beneficios a toda la sociedad. Hay un componente político muy fuerte en la formación, a partir de  principios de solidaridad, del internacionalismo” señala Tiozzo.

Tras recibirse de médico, Seba realizó la especialidad de Medicina General Integral y trabajó en el Amazonas con Comunidades del Pueblo Yanomami, formando parte del Batallón 51 de la Brigada de Salud Dr. Ernesto Guevara. Esta experiencia tuvo lugar entre 2010 y 2013, y de ella emanó su libro “Crónicas de un médico en el Amazonas”.

El libro de Tiozzo está prologado por Aleida Guevara March, médica pediatra e hija del Che Guevara. “Seba, como cariñosamente le decimos, estudió seis años en Cuba y se llevó lo mejor de nosotros. No regresó a su casa para ver cómo podía compensar a sus seres queridos por la prolongada ausencia, sino que siguió un camino de solidaridad y formó parte de ese fantástico Batallón 51, que demuestran con su trabajo que un mundo mejor es posible”.

Culminada la experiencia en Venezuela, Sebastián pudo volver a Cuba, donde mantuvo un encuentro imborrable con Fidel Castro. “Estuvimos más de cinco horas y media hablando. Pude estrechar su mano y decirle ‘gracias por todo’. La ELAM fue una idea y obra de Fidel, por eso para los egresados de la escuela era un sueño poder verlo y decirle gracias. Pude entregarle un ejemplar de mi libro y escuchar atentamente sus palabras. Fue inolvidable”.

Promediando 2014, Sebastián volvió a Misiones. Cumpliendo con su palabra, regresó a su pueblo para servir a los más necesitados. Fue así que se incorporó al Proyecto de Salud Intercultural Tapé Porá, del Ministerio de Salud Pública, que trabaja con Comunidades Indígenas de la zona norte.

Desde entonces, el día a día lo encuentra entre los más humildes, curando, diagnosticando, acompañando, previniendo. A la par, desarrolla su militancia social desde el espacio político que eligió: Patria Grande. En las elecciones Legislativas 2017 fue candidato a concejal de Eldorado por el Partido Agrario y Social. Si bien no resultó electo, acumuló experiencia en una senda que probablemente lo lleve en un futuro a ocupar algún espacio de decisión y representación desde donde modificar la inequidad y la injusticia social en la provincia, de la cual es testigo a diario.

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