Redacción Canal Abierto | En los últimos días, en algunas verdulerías de Capital Federal el precio del kilo de lechuga llegó a $120. Sin embargo, quienes la producen no fueron quienes se beneficiaron.
Los principales productores de lechuga se encuentran en La Plata, Florencio Varela y Berazategui (que es el cinturón hortícola más grande de toda la Argentina) y producen para 12 o 13 millones de personas que viven en Capital y el gran conurbano. Allí, se cosechan las verduras de hoja además de la lechuga: espinaca, acelga y apio. Y las que tienen fruto: tomate, pimiento, berenjena, zapallito, que también se vieron afectadas por las intensas lluvias.
En la cadena de comercialización, quienes ganan son los que se quedan con lo que se vende y entre ellos las grandes cadenas de supermercados principalmente: “No fue sólo el aumento en la lechuga. La inundación fue en general en toda la verdura, un tema muy grande, pero se ve más reflejado en ese producto porque es de consumo masivo. Se consume mucho y se presiona sobre ese producto, la oferta y demanda, al no haber, aumentan los precios. Por otro lado existe la especulación y algunos vivos que aprovechan un poco la movida”, explica Agustín Suárez referente de Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT) en diálogo con Canal Abierto.
Pero la lluvia no es lo único que afecta a los pequeños productores. Actualmente, tienen que alquilar la tierra a precios muy altos y viven en casillas muy precarias. Además, el mal clima (primero las sequías y ahora la lluvia) afectó una gran parte de las cosechas y por consiguiente las ventas. A esto, se le suma la escalada en las últimas semanas del dólar: “Hay un 50% y hasta 60% de las producciones bajo agua. Lo que quedan son enfermedades en los cultivos, algo vamos a poder zafar pero hay que sembrar de vuelta –explica Suárez-. Es un gasto muy alto y el de los insumos que lleva a endeudarse con las semilleras porque está todo dolarizado: las semillas, los agroquímicos, los fertilizantes y hasta el nylon para los invernáculos, todo se cotiza en dólar y se vende en pesos”.
La situación de los trabajadores es crítica por ser un sector que no tiene respaldo económico para aguantar las crisis. Como consecuencia, la única manera que pueden salir adelante es trabajando más horas por día ya que las familias dependen por completo de lo que se cosecha y se comercializa, a precios muy por debajo de lo que se vende en los mercados.