Por Carlos Saglul | Los partidos políticos ya no presentan plataforma en las elecciones. ¿Para qué mentir? Más vale formular promesas abstractas cuyo cumplimiento pueda diluirse en el tiempo. Lo importante es saber utilizar la magia de los medios.
El agua que sacaba la abuela de la canilla se transformó, gracias a la publicidad y los medios, en un negocio multimillonario. No cambió el agua, el que cambió es el consumidor. “El cambio está en usted”, dice la publicidad de una compañía multinacional. Y así en México o el Congo, plantas de Nestlé y Coca-Cola embotellan agua que en muchas zonas de esos países escasea por falta de obras. El líquido vital no va por cañerías a los barrios sedientos. Viaja en botellas, listo para quien pueda comprarlo.
No hay poder mayor que saber mudar el sentido común. El agua era un derecho humano. “A nadie se le niega un vaso de agua”, solía decirse. Hoy, es una mercancía más. Y donde el mercado manda, la vida no vale nada.
La confirmación de este nuevo sentido común es diaria. Lo vivió Mariana Molina cuando intentó que Edesur le reconectará el servicio que le habían cortado por una deuda de 60 mil pesos. Su hijo de 5 años, Valentino, era electrodependiente. Estuvo sin luz entre las 7 y las 10. A las 21, Valentino falleció.
En Adrogué, la mamá de un nene con fibrosis quística debió llevar a su hijo hasta la sede de Edesur para poder hacerle nebulizaciones. Trataron de echarla pero el tema se solucionó cuando intervino la Asociación Argentina de Electrodependientes. La electricidad debería ser un derecho humano. Pero para los CEOs es “un recurso”. Usted es otro “recurso”, sólo que “humano”, siempre que tenga la suerte de tener trabajo. Los humanos que no son recursos y no generan ganancia merecen poca atención para los CEOs: jubilados sin medicamentos, discapacitados sin pensiones, las madres de los chiquitos del Garrahan a las que dejaron sin alojamiento.
Este último fin de semana las temperaturas bajo cero mataron pobres en Jujuy, Tucumán, La Plata y varios lugares más. “Por qué no se acondicionan algunas de las miles de propiedades que tiene el Estado para darle techo a esta gente, en lugar de andar regalando aeropuertos enteros a los amigos”, dijo encabronado un cura en referencia a la base aérea de Moreno, entregada gratuitamente a la empresa Vía Bariloche. Sus declaraciones fueron hechas con una indignación parecida a la eclesial, en boca de monseñor Jorge Lugones, quien advirtió sugestivamente el domingo, en el marco de la Semana Social: “no sólo tenemos que hablar de pobreza, sino de la riqueza mal acumulada”.
Los comedores de las escuelas ya no dan abasto. Y la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal, no tiene mejor idea que sacar el pan de la vianda de los chiquitos en nombre de la “alimentación saludable”. La frivolidad y el sadismo van de la mano.
“Pasan cosas” que afean el espectáculo. Macri prefiere la compañía de la Policía y la Gendarmería a la del público en lugares abiertos. Dice que es “por seguridad”, aunque en realidad se trate de la seguridad de que algo le van a gritar y no serán elogios. Su imagen cae.
Macri se ilusiona con que el FMI ha venido a salvarlo. El Fondo sólo vino a asegurar la continuidad de sus políticas. No es casual que las cláusulas firmadas obliguen al gobierno que sucederá al de Cambiemos a seguirlas.
Desde el organismo internacional miran con simpatía que el peronismo “racional” y los reformistas no hayan dado quórum a la sesión que pretendía establecer que el tratado con el FMI debía pasar por el Congreso. No menos simpático les pareció que la CGT llamará a un paro sin movilización.
El espectáculo debe seguir con Macri o sin él, quien ya ni siquiera baila en los actos. Algunos en el barrio del Poder pensaron que si de espectáculos se trata nadie sabe más del tema que Marcelo Tinelli. El animador se reunió con Sergio Massa y habló de economía con Marcos Lavagna. Especulan con que podría ganarles a los K en una interna que unifique a todos los demás sectores: desde peronistas “racionales”, hasta reformistas, pasando por los gobernadores. Con el aparato justicialista secundándolo –arriesgan- podría vencer a un Macri devaluado en la segunda vuelta. No se escriben programas alternativos al plan del FMI. Sólo libretos.
Entretanto, el dolor de la gente, el sufrimiento anónimo y sin titulares, es sacado a la rastra del primer plano de la realidad como esos mendigos que “afean” las puertas de los teatros. Escenarios donde brillan las luces y la frivolidad. Desde los que algún día habrá que bajar a la política, que sigue bailando el mal sueño construido por los CEOs.