Redacción Canal Abierto | Este miércoles 4 de julio, la Corte Nacional de Justicia ecuatoriana emitió al director de la Interpol en Quito el pedido para que se cumpla la disposición de la jueza Daniela Camacho, quien solicitó la localización y captura del ex presidente Rafael Correa para ser extraditado al Ecuador.

A poco de dejar la Presidencia en mayo de 2017, Correa se mudó con su familia a Bruselas, de donde es originaria su compañera Anne Malherbe Gosseline. A pesar de que el actual presidente Lenín Moreno llegó a la primera magistratura de su mano y al frente de su partido Alianza PAIS, apenas iniciada la gestión surgieron las disidencias entre ambos y han ido escalando. Hitos de este enfrentamiento fueron la prisión del vicepresidente Jorge Glas, implicado en sobornos en la causa Odebrecht, y la Consulta Popular celebrada en febrero de este año que entre otras cosas bloqueó la posibilidad de Correa de volver a ser candidato presidencial ya que rubricó con el voto popular el impedimento de más de una reelección.

El pedido de la jueza Camacho se origina en una causa que investiga el presunto secuestro del ex diputado Fernando Balda en 2012 por parte de agentes ecuatorianos en territorio colombiano.

Balda vivía en Colombia desde mediados de 2010, después de que el Estado ecuatoriano lo demandara por injurias y por atentar contra la seguridad nacional. Como le cabía la posibilidad de ser detenido, solicitó asilo en el país vecino. Desde el exilio se había convertido en un férreo opositor a la gestión Correa. El proceso que lleva adelante Camacho vincula a Correa con una presunta operación de inteligencia e intento de secuestro de Balda en territorio colombiano.

La jueza citó a Correa a presentarse periódicamente ante la Justicia y rechazó la presentación del ex mandatario en territorio extracontinental. Así se origina el pedido de captura.

Sobre las implicancias del hecho y las consecuencias en Ecuador, el sociólogo y periodista Decio Machado –consultor internacional y con residencia en el país donde supo colaborar en el primer equipo de gestión de Correa-, sostiene: «En principio, es una decisión tremendamente forzada por parte de Camacho, una jueza de la Corte Nacional de Justicia, porque la sede consular en Bélgica donde se presenta Correa es una extensión del territorio ecuatoriano en aquel país, y por lo tanto debería ser válida para que él haga sus periódicas presentaciones ante la Justicia.»

«Lo que está detrás de esta decisión de poner una orden de captura en la Interpol es que el ex presidente no vuelva al Ecuador -explica Machado-. A diferencia de lo que ha hecho Lula en Brasil, que demostró un gran valor y una lógica estratégica en quedarse detenido con la finalidad de hacer frente al proceso y siendo capaz de movilizar la simpatía de los sectores populares que lo apoyan. Correa, a la inversa, en lugar de quedarse en el Ecuador y afrontar las lógicas jurídicas, en las cuales él indica que está convencido de su inocencia, se ha ido a Bélgica y genera un desacato al no presentarse en la Corte Nacional de Justicia»

Para el analista, esta decisión del ex mandatario provoca la situación actual: que se lo considere un prófugo. «Y si acepta el asilo político en Bélgica, porque dijo que está estudiando esa posibilidad, el proceso se detendrá ya que no puede prosperar sin acusado. Esto significa que, a partir de ese momento se precisan cerca de nueve años para que la causa se caiga y sea sobreseído. Por lo tanto, Correa no podrá volver al Ecuador ni podría salir del territorio belga porque podría ser detenido en algún otro país debido a la orden de captura de Interpol.»

De acuerdo con las leyes vigentes, de aceptar el asilo, «Correa estaría firmando su defunción como actor político en Ecuador, una estrategia muy diferente a la de Lula», explica Machado.

Y agrega:  «A mí me parece una derrota política de Correa ya que significaría la renuncia a hacer política en el Ecuador ante un gobierno al que define como traidor. Por parte del gobierno de Moreno es una victoria absoluta: se deshace de la figura de Correa por los próximos diez años. Así, Lenín tendría a su principal opositor político fuera del escenario sin la incomodidad de tenerlo en una cárcel de Quito, como es el caso de Lula. Sería un gran triunfo estratégico”.

Las cartas están echadas. Mientras tanto, en la calles de Quito, este jueves hubo una gran manifestación contra el neoliberalismo y para denunciar lo que los partidarios de Correa, ahora agrupados en el MANA (Movimiento Acuerdo Nacional), consideran una persecución política.

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