Redacción Canal Abierto | “Rodolfo entra a la revolución a través de la búsqueda de la verdad”, lanza el escritor y periodista Miguel Bonasso. Y así resume lo que Rodolfo Walsh. El Documental, pretende contar: la vida de un hombre que asumió cada compromiso como si se le fuera la vida en ello.
La película -cuyo preestreno será esta tarde, a las 20, en la carpa que la CTA Autónoma emplazará a partir de las 17 frente al Congreso, para rechazar el proyecto oficial del Presupuesto 2019– está dirigida por Esteban Cadoche, es la segunda de su autoría y le llevó quince años de producción y dedicación.
Esteban, ¿qué vamos a encontrarnos al ver Rodolfo Walsh, El Documental?
-El documental habla de la vida y obra de los tramos más significativos de la vida de Rodolfo y, por ahí, lo que tiene de diferente es que intenta contar al Walsh completo. Muchas veces se hizo hincapié en contar al Walsh político, o militante. Acá, la idea era que estuviera reflejado el Walsh escritor, el periodista de investigación y el militante político. Porque eso es él, es un cruce entre esas tres avenidas.
Nadie es sólo una cosa…
-Nadie es sólo una cosa pero a lo mejor su virtud, entre muchas otras, es que sobresalió en cada cosa que fue. En todas fue un Rodolfo auténtico, entregó todo lo que tenía para entregar, y eso se ve leyéndolo en los momentos más significativos: Operación Masacre y la Carta Abierta a la Junta Militar, sólo para tomar el comienzo y el final de su figura pública.
Antes de Operación Masacre ya existía como escritor de cuentos policiales, pero no había ingresado a la cosa pública. Hasta allí, él no había tenido ninguna cercanía con el gobierno depuesto, el gobierno peronista, incluso al contrario. Que sin una filiación política ni una cercanía personal se decidiera a jugarse la vida en una investigación que incluía a la dictadura y a la Policía Bonaerense habla mucho de él. Lo que consigue, lejos de ser publicado por todos los medios, es ser perseguido, que nadie le quiera publicar el trabajo que finalmente aparece en una revista de muy poca tirada. Ese es el inicio de Rodolfo a la cosa pública.
¿Decís que Operación Masacre lo transformó?
-Sí. A tal punto que un par de años después estaba en Cuba, recién instalada la revolución. Por iniciativa del Che, que propone la creación de una agencia de noticias de la revolución, nace Prensa Latina. El Che propone a Jorge Masetti, un periodista argentino amigo de Walsh y de Rogelio García Lupo. Y allá se van, a ser los primeros redactores de la agencia.
Allí sucede uno de los hechos más impresionantes de la vida de Walsh, cuando descifra uno de los cables de la teletipo que parece estar plagado de errores. Él, que era un obsesivo, compra un libro para descifrar códigos y descubre que era mensaje en clave que iba de Guatemala a Estados Unidos anunciando la invasión de Playa Girón.ç
¿A través de qué voces vamos a conocer a Walsh?
-De Prensa Latina está Gabriel Molina, cofundador de la agencia; Conchita Dumois, la viuda de Jorge Masetti; Eduardo Galeano, en lo que creo yo que es uno de los tramos más hermosos del documental porque Galeano hablaba como escribía. También están el historiador Roberto Baschetti; Rogelio García Lupo, amigo y compañero de Walsh en un montón de sus aventuras periodísticas; está su hija, Patricia; y Miguel Bonasso.
¿Por qué te llevó quince años realizar este documental?
-Me llevó una década y media por razones fáciles de entender. Yo soy de Santa Fe y viajaba a hacer las entrevistas, con todo lo que significa en tiempo y costos, sin recursos más que los míos. Los amigos me dieron aliento, fuera de eso nadie nunca me dio nada. Había que pagar las cámaras acá, y lo fui haciendo muy de a poco. Había concertado una entrevista con la viuda de Walsh, Lilia Ferreyra. Cuando ella me dijo que sí, en diciembre de 2010, a mí se me habían acabado los recursos y estuve un tiempo sin venir. Después Lilia se enfermó, y ya no hubo posibilidades de hacerlo porque falleció.
¿Cuándo terminaste la película?
-Los primeros meses de este año. Y se estrena primero en el acampe, en la trinchera, y después el estreno formal, en sala, es el 18 de octubre a las 18 en el Hotel Quagliaro, con entrada libre y gratuita. Y aprovecho para hacer un anuncio. Esto empezó como un docuficción, es decir un documental con algo de ficción. Y Carlos Martínez -guionista, director y productor de cine, viejo militante del PRT-ERP y un gran amigo- me dijo: “¿Por qué no hacés primero un documental puro y duro, y después hacés la película?”. Así que hice eso, y ahora se viene la película. Estoy trabajando con un joven guionista de Santa Fe, Agustín Falco, un tipo muy talentoso y juntos trataremos de alumbrar un guión a la medida de lo que Rodolfo Walsh.
Considerando el esfuerzo y el tiempo que te llevó, ¿por qué te tomaste tantas molestias para contar esta historia?
-La respuesta que tengo ahora no es la que tenía hace quince años. Ocurrieron, en el medio, dos cosas muy interesantes. Cuando fui a grabar con Galeano, me dijo al final de la grabación: “Él era el mejor de nosotros”. Walsh era del 27, y Galeano del 40, entre esos años nacieron una larga y notable lista de intelectuales y militantes. Pasaron algunos años y yo estaba tomando el té en su departamento de Once con la maestra de todos los guionistas argentinos, Aída Bortnik. Le había llevado para corregir el guión del docuficción y le conté lo que me había dicho Galeano. Ella me respondió: “Claro que era el mejor”. Ahí me dije que, si estos dos monstruos creen eso de Walsh, quiere decir que yo no estaba tan errado. Ésta es la historia de un héroe.