Basta de perder el tiempo en tonterías dialécticas y de una buena vez admitan y reconozcan su ignorancia y cobardía, hombres timoratos, sombras de la especie humana, cachafaces de la moral, adminículos del sistema, tremebundos hacedores de la quietud y la servidumbre. ¡Elecciones! ¿Elecciones? Magnífico placebo. “El pueblo habla a través de sus representantes…”. ¿Pueblo? ¿Qué pueblo? ¿Representantes? ¿Representantes de qué cuernos? Vamos, señoras y señores. Entreguensé, al menos por unos instantes, a un acto de contrición, a un saludable ensayo de intrepidez, y reciten cada mañana las palabras de Bakunin: “Nosotros no sólo no tenemos la intención o el menor deseo de imponer a nuestro pueblo o a cualquier otro pueblo tal o cual ideal de organización social, leído en los libros o inventado por nosotros mismos, sino que, convencidos de que las masas del pueblo llevan en sí mismas, en sus instintos más o menos desarrollados por la historia, en sus necesidades cotidianas y en sus aspiraciones conscientes o inconscientes, todos los elementos de su organización normal del porvenir, buscamos ese ideal en el seno mismo del pueblo; y como todo poder estatista, todo gobierno debe por su esencia misma y por su situación al margen del pueblo y sobre él, aspirar inevitablemente a subordinarlo a una organización y a fines que le son extraños, nos declaramos enemigos de todo poder gubernamental y estatista, enemigos de toda organización estatista en general y consideramos que el pueblo no podrá ser feliz y libre más que cuando, organizándose de abajo a arriba por medio de asociaciones independientes y absolutamente libres y al margen de toda tutela oficial, pero no al margen de las influencias diferentes e igualmente libres de hombres y de partidos, cree él mismo su propia vida”.