Redacción Canal Abierto | “En octubre el voto va a polarizarse más y la segunda vuelta va a ser la primera”, arriesga Beto Quevedo, de cara a unas PASO que funcionarán, según él mismo explica, como “un primer round de reconocimiento”.
Es que esta campaña, para el sociólogo, investigador y director de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), todavía no se impuso lo que él llama una “consigna dominante”, un consenso social sobre qué es lo que se juega real y profundamente en octubre.
“Hay varios temas que han sido insinuados en la campaña, pero que no se constituyeron en un debate sobre el cual cada uno de los sectores tenga una posición diferente. Más bien hablan en territorios que eligen y que no tienen muchos puntos de intersección”, sostiene en diálogo con Canal Abierto.
Pero algo sobresale: el oficialismo evita hablar sobre economía. “Es porque ninguno de los indicadores, ni de la macro ni de la microeconomía, son mostrables –analiza-. En la economía hay una especie de sándwich. Hay un discurso que es el de los candidatos. Macri y María Eugenia Vidal más bien apelan a una épica de la continuidad del cambio, una cosa un poco rara en un oficialismo, denostando a los otros partidos y sobre todo al Frente de Todos. Se habla de dicotomías como democracia o autoritarismo, o populismo, etc., pero sin hablar de los temas de la economía. Y la otra parte es la de los medios hegemónicos más concentrados que lo que hacen es proponer temas que también están acordados con el oficialismo pero que son menores en una campaña y van desde este Servicio Civil Obligatorio que no se entiende muy bien de qué se trata a la polémica entre el Indio Solari y el gordo Casero, de modo tal que la población hable de otras cosas pero no hable de economía”.
Este “ataque” permanente de Junto por el Cambio hacia lo que dan en llamar “el pasado” es una apuesta que en la última elección le garantizó el triunfo. “Es muy claro que la grieta fue un gran negocio para (el ex) Cambiemos y para Mauricio Macri en particular”, resume Quevedo. Y afirma: “El escenario ideal para Cambiemos es volver al 2015”.
Costumbres argentinas
El macrismo habilitó un discurso. “‘Si vos querés decir que no hay que darles planes a los negros que no trabajan, decilo así. Si vos creés que los peruanos que vienen acá nos vienen a robar, decilo así. Y nosotros nos vamos a encargar legislación de extradición de ladrones’, dijo. Ese pacto se monta sobre un pedazo de cultura argentina que no inventó Macri, que viene de otras historias. Lo que tradicionalmente en la Argentina se conoce como el gorilismo, el antiperonismo, que son sentimientos muy fuertes que vienen de la década del 50, del primer peronismo, Macri se monta también sobre eso. ‘Si vos creés que el peronismo es fascismo, y es autoritario, y el populismo es lo peor que nos pasó, acá es donde te podés refugiar con tranquilidad’”, analiza el sociólogo.
Para él, el electorado que se inscribe en esa tradición representa entre un 25 y un 30% de la ciudadanía, acompañó a Cambiemos incluso desde antes de 2015 y lo sostiene aun hoy.
“Detrás de toda elección siempre hay núcleos de culturas políticas. También en la Argentina hay un núcleo de cultura política fuerte que viene del socialismo y del anarquismo de principios del siglo XX, de los movimientos de clase media que el radicalismo representó a principios del siglo XX, y que viene muy fuertemente de la década del 40 y 50 con el primer peronismo. Esa tradición igualitaria se opone a la tradición oligárquica, clasista –detalla Quevedo-. Macri se presentó en 2015, con éxito, diciendo que él es el único que puede vencer a ese populismo, a la otra tradición. Hoy sigue él puesto en ese lugar y es muy difícil constituir una fuerza por afuera del macrismo para enfrentar a la fórmula Fernández-Fernández”.
Para aglutinar de su lado a toda esta tradición conservadora, y al mismo tiempo liberal, para el analista lo que hace el oficialismo es alimentar la “hoguera del odio”. “Todo Cambiemos trabaja mucho con eso: levantar asperezas en la sociedad. Levantar pasiones positivas siempre es más difícil”, afirma.
Luego aclara: “La política se nutre de razones y pasiones. Nunca nadie es del todo pasional cuando vota ni del todo racional cuando vota, todos somos una mezcla. Ahora, en esta coyuntura en particular, las pasiones son todas del kirchnerismo, las que están a favor y las que están en contra”.
El límite es octubre
“Hay un campo político que no está del todo ordenado. Creo que para las PASO esto se mantiene así, y para octubre se va a precipitar un poco más, porque me parece que va a polarizarse más todavía. Creo que la segunda vuelta va a ser la primera, que ahí se va a definir realmente el voto”, arriesga Quevedo.
Y agrega: “Creo que va a aparecer ese famoso voto útil que aparece en muchas elecciones. Va a aparecer el voto vergüenza que es ‘no me gusta pero igual lo/la voto, aunque no lo digo’. Y va a aparecer también una confrontación de más volumen que el que tenemos hoy. Hoy es, como el boxeo, un primer round de estudio”.
Entrevista: Gladys Stagno