Cuando la política queda encerrada en el Estado bajo la forma “democracia” y se organiza en partidos -que son instituciones estatales- que proponen programas a desarrollar una vez instalados en el poder, el mecanismo de la representación viene a completar este circuito cuyo efecto principal es desactivar la capacidad y responsabilidad real de los pueblos para transformar la sociedad.
Afortunadamente, los sistemas no están cerrados para siempre y algunas veces se abren brechas que dejan al descubierto las reglas de su juego. La tarea más importante de esas reglas es impedir que se constate que todas las variedades que organizan no pueden, finalmente, escapar del juego. Más aún –y esto es muy importante tratándose del dispositivo que hoy encierra a lo que aún se sigue llamando “política”–, la ley que organiza el juego consiste precisamente en permitir y alentar que se desplieguen esas diferencias, en crear enfrentamientos y si es necesario que se abran “grietas” insalvables, etc. Cuando se padece este tipo de dominación sin que se corporice y sea visible el mecanismo de opresión, se produce la conocida figura subjetiva de aquel que vive su esclavitud dentro de la ilusión de ser libre. Algo así como una dictadura perfecta.
*Docente de filosofía política en sus célebres grupos de estudio, abogado de profesión, fundador de la revista Acontecimiento, tradujo y dio a conocer el pensamiento de Alain Badiou en Argentina. Autor de Subvertir la política (Autonomía, en Red Editorial). Publicó numerosos artículos y ensayos.
Acerca de 27 de octubre: Una revista para pensar en la coyuntura electoral los posibles comunes. Una cuenta regresiva hasta la elección. Cada día una nota escrita por amigues diferentes. En cada nota el pensamiento como potencia de lo presente. Y un punto de llegada: fuerza de rebelión y de fiesta para no quedarnos solo con lo que hay.