En la vida práctica de los argentinos hay que enfrentar la “destrucción de la destrucción”, como sostiene Diego Tatián. Hay que tramar “un embarazo del tiempo nuevo en el vientre de la comunidad sufrida”, como afirma Eduardo Grüner. Ambos saben que se trata de no caer en el tiempo homogéneo y vacío de la historia de siempre con su inercia colonial, que no se salda con la fiesta de una noche por el triunfo popular. Entonces, habrá que mirar y hablar con cuidado porque todos “los usos de la retórica han sufrido la decadencia junto con la catástrofe económica nacional”, como lo ha señalado Horacio González. Y desde esa catástrofe vendrá, como parte de una memoria común una nueva gestación de los ritmos del sedimento sensible, llamada en su fundamento o razón a conjurar, reparar y componer en la misma acumulación de las fuerzas que vienen desde abajo de la comunidad sufrida. Pero acecha un dolor que muerde la esperanza en el nervio mismo de la espera y de los fundamentos posibles de lo pensable. Ese dolor anuda tierra, hambre y oficio como parte de una determinación de la “geografía espiritual” de nuestros pueblos.
Nada puede ser más claro: el dolor le basta a la vida, no necesita a su vez del temor. El dolor es democrático; el temor, siempre es autoritario. El hambre no se habla porque es el nervio mismo del dolor trágico ¿Acaso los gobiernos lo ven? ¿Acaso lo saben? El contrasentido estalla. La barbarie habla del hambre pero el hambre está en los pueblos. La barbarie siempre es profesional y premia al mérito. Sabemos que no hay merito en tener mérito. Pero aprendimos que aquello que los pueblos saben, los gobiernos lo ignoran. La miopía es la más alta razón de Estado y el ritmo sordo de la opinión pública. Cualquier atenuación agrava los hechos. Se dice como programa político y consigna de campaña “No hay hambre, hay necesidades; si hay hambre, hay comedores”. Lo dicen y lo repiten sin cesar aquellos que han querido medir la fortuna de su gestión según la reducción del hambre a cero. Pero la comunidad sufrida acostumbrada a las odiseas reconoce las palabras vacías y los gestos sospechosos.
*Ensayista, filósofo. Enseña en la Universidad de Buenos Aires, la Universidad Nacional de La Plata y la Universidad Nacional de Avellaneda, donde dirige la Maestría en Estéticas Contemporáneas Latinoamericanas. Es autor de Gilles Deleuze. Una filosofía de lo ilimitado en la naturaleza singular, Pensamientos locales en Red Editorial, 2010); co-autor de Filosofía para perros perdidos. Variaciones sobre Max Stirner (junto a Ariel Pennisi, Autonomía en Red Editorial, 2018), además de compilador de otros títulos y autor de diversos ensayos y artículos.l blog Lobo Suelto!
Acerca de 27 de octubre: Una revista para pensar en la coyuntura electoral los posibles comunes. Una cuenta regresiva hasta la elección. Cada día una nota escrita por amigues diferentes. En cada nota el pensamiento como potencia de lo presente. Y un punto de llegada: fuerza de rebelión y de fiesta para no quedarnos solo con lo que hay.