Redacción Canal Abierto | “El racismo en Estados Unidos nunca desapareció, ha estado presente tras la abolición de la esclavitud. Episodios como el brutal asesinato de George Floyd a manos de la policía reavivan la problemática en la opinión pública”, sintetiza Esther Pineda, socióloga y autora de Racismo y brutalidad policial en Estados Unidos (libre para su descarga en Acercándonos Ediciones), entre otros libros.
Para Pineda, las revueltas que se propagan por el territorio estadounidense luego del asesinato de George Floyd a manos de policías de Minnesota son la respuesta a una situación que se mantuvo a lo largo de los siglos y, en ciertas épocas, tendió a agudizarse.
Un racismo que “cobró un carácter cada vez más explícito y violento, segregacionista, que ha ido reeditándose en diferentes momentos de la historia: a través de la brutalidad policial, de la pauperización de las condiciones de vida de la población, de la guetización, del encarcelamiento masivo, de la estigmatización de esta población, entre otras”, dice.
En un recorrido histórico, Pineda establece la aprobación de la Ley de Derechos Civiles como el momento en que la segregación deja de ser legal pero “en términos weberianos siguió siendo legítima, siguió manteniéndose en el entramado, en las dinámicas, en las perspectivas, en las formas de asumir las relaciones sociales en Estados Unidos”.
Y es que tras la prohibición bien tardía de la esclavitud, en Estados Unidos rigieron las leyes de Jim Crow, que propugnaban la segregación racial en todas las instalaciones públicas bajo el lema “separados pero iguales”. La Ley de Derechos Civiles, que se aprobó en 1964, le puso fin a la legalidad pero inauguró un período más hipócrita que igualitario.
La ilusión de Obama
La presidencia de Barack Obama, de 2009 a 2017, supuso el comienzo de un período de “avance para la población afroamericana del continente en general”.
“Se creía que íbamos a transitar a una época postracial, de superación del racismo, sin embargo esto no fue así –relata Pineda, en diálogo con Canal Abierto-. En primer lugar porque no hubo políticas específicas de mejora hacia la población afro en los Estados Unidos durante el gobierno de Obama. Por otra parte, reavivó las tensiones raciales con los grupos blancos conservadores. Se incrementaron los grupos de odio”.
Y agrega: “Durante los períodos republicanos estos grupos se mantenían estables. Esto lo asocio a que sentían que estos gobiernos garantizaban el statu quo, el sostenimiento de esa desigualdad social y racial que ellos demandan. Con la elección de Obama, ellos perciben que están perdiendo el país en manos de un afroamericano y los grupos de odio comienzan a aumentar, año tras año, exponencialmente”.
Según su investigación, a fines de 2019 existían 940 grupos de odio en los Estados Unidos, concentrados significativamente en el sur donde el racismo está más arraigado “y la gente todavía pone la bandera confederada”.
El grupo que mayor asociados concentra es el Ku Klux Klan, que cambió de estilo, pero no de convicciones. “El Ku Klux Klan ya no sale a quemar casas ni a quemar afroamericanos, pero en la práctica se siguen organizando y cometiendo delitos de odio contra esta población, no sólo afro: indígena, musulmana, migrantes, entre otros”, detalla la investigadora.
El rol de los medios
“En el momento en el que se ilegaliza la segregación racial se buscaron otros mecanismos a través de los cuales mantener la dominación de esta población. Y una de ellas ha sido la construcción y el fortalecimiento de los prejuicios y estereotipos raciales. Esto fundamentalmente se ha hecho a través de los medios de comunicación, el agente socializador por excelencia”, explica la investigadora.
Según su análisis, no hay producto mediático norteamericano donde el negro no aparezca como un delincuente, asociado a la violencia y a la pobreza. “Aparece como vendedor de droga, como traficante de órganos, como pandillero, las mujeres prostituidas. Esto se instala en el imaginario colectivo y es muy difícil de deconstruir”, afirma.
América Latina
Pese a que fronteras al sur de Estados Unidos el problema se ve como algo lejano, para Pineda eso no es así: “Existe en nuestro continente la tendencia a creer que el racismo ya está erradicado, que es cosa del pasado, que es una herencia colonial que ha desaparecido junto con la abolición de la esclavitud. No sólo en Estados Unidos sino en América Latina”.
“En América Latina hay un racismo más solapado, que se expresa más en el comportamiento, en la sospecha, en la duda, en la folklorización de la cultura afrodescendiente, entre otras. Pero en el continente entero el racismo sigue muy vigente, sobre todo en aquellos países donde existe una población afro importante”, confirma.
Entrevista: Diego Leonoff (@leonoffdiego)