Redacción Canal Abierto | En el encierro producto de la pandemia, asomados a nuestras ventanas o balcones, mirando hacia un pulmón de manzana sombrío, con los pibes adentro de una casilla o un departamento, muchos y muchas empezamos a pensar, o volvimos a preguntarnos qué hacemos viviendo amontonados en las ciudades.
“Está quedando claro con la pandemia que las grandes concentraciones urbanas son insalubres de por sí y son el pasto para las situaciones de este tipo. Nos tenemos que animar a hacer las cosas mejor, animarnos a ser audaces para crear el modelo de desarrollo que nos puede cuidar”, reflexiona Eduardo Balán, educador y comunicador popular, militante de la CTA Autónoma e impulsor de El Culebrón Timbal.
Nuestro país tiene uno de los más altos índices de concentración urbana a nivel mundial. Ocho grandes urbes concentran cerca del 50% de la población argentina y sólo una de ellas, el Área Metropolitana de Buenos Aires, aglomera al 32% de la población total.
A más de 30 años de recuperada la democracia, el corto plazo, lo coyuntural, la mirada electoralista priman a la hora de definir políticas públicas de desarrollo. El resultado de este tránsito y el devenir histórico hacen que la primarización productiva, extractivista y exportadora de los recursos naturales, sean el sello de la economía de nuestro país, gobierne quien gobierne. Así, un territorio extenso, rico en bienes comunes, variado en climas y biomas, está prácticamente vacío y el éxodo hacia las ciudades de la escasa población rural sigue desangrando al campo donde crece la soja ensopada en agrotóxicos y generando divisas para un puñado de familias, multinacionales y grupos financieros.
En este escenario comienzan a surgir iniciativas que dejan de mirar hacia «el centro” para buscar la solución al problema. “Desde un conjunto de organizaciones populares del conurbano que trabajamos con niñez y juventud desde hace tiempo veníamos verificando que nuestro trabajo tenía un límite muy concreto en el tipo de proyecto de vida que podíamos contribuir a generar entre nuestros jóvenes, en el sentido de que la calidad de vida de nuestros barrios estaba cada vez más deteriorada, en materia de alimentación, de condiciones de salud, de violencia social, de inseguridad, de temas ambientales”, comenta Balán a Canal Abierto.
“Al mismo tiempo, verificábamos que no había existido en estos años de democracia una política nacional dirigida a la creación de unidades poblacionales en todo el territorio nacional. Un montón de tierras fiscales en desuso y la población hacinada en los grandes centros urbanos”. Así nace la iniciativa que llamaron “1000 pueblos jóvenes”, una propuesta fundacional que pretende impulsar la migración de jóvenes de las grandes ciudades a comunas con una nueva impronta en todo el país.
¿Esa primera iniciativa de los 1000 pueblos jóvenes, lograron articularla con otros sectores?
-Empezamos a discutir una estrategia orientada a la creación de un movimiento que disputara la posibilidad de una iniciativa de repoblamiento de la Argentina que pudiera involucrar a los cientos de miles de jóvenes del conurbano y otras áreas metropolitanas. En ese camino tomamos contacto con otros colectivos con ideas similares como la Mesa de Encuentro por el Trabajo y la Vida Digna, que tiene como protagonista a la Pastoral Social que dirige el obispo Lugones, los Cuidadores de la Casa Común, la Federación de Cooperativas Federadas (FECOFE).
Mientras, un proyecto similar se estaba debatiendo en el marco de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP) y de la CTEP y esas visiones comenzaron a confluir.
Hoy estamos trabajando en un proyecto de Ley que se llama “La marcha al campo” que puede ser la columna vertebral de toda una política que tienda a crear en el territorio nacional unidades poblacionales, cooperativas que tengan una base muy fuerte en lo agrícola, pero que también puedan ser polos educativos, tecnológicos, que impliquen oferta de trabajo para electricistas, herreros, educadores, personal de salud.
A su vez, imaginamos que tengan una orientación organizativa que esté vinculada con la idea de la democracia participativa, de la economía popular y de la cultura comunitaria.
Te puede interesar: El Gobierno y distintos sectores sociales aceleran juntos por el salario universal | Encuentro convocado por la Mesa por el Trabajo y la Vida Digna
¿Sintéticamente, qué pretende impulsar el proyecto de ley?
-Los fundamentos de este proyecto se remontan a los años ‘70, a la estrategia impulsada por Guillermo Gallo Mendoza (ministro de Asuntos Agrarios de la Provincia de Buenos Aires desde mayo de 1973 a febrero de 1974) durante la presidencia del peronismo.
El programa plantea movilizar fuerza de trabajo a nivel nacional, un piso de 600 mil beneficiarios, jefas y jefes de hogar, hacia tierras fiscales ociosas (unos 33 millones de hectáreas en todo el país) que pueden albergar unidades habitacionales de este tipo. El proyecto promueve que sean cooperativas y que esa tierra nunca deje de ser fiscal con un esquema de uso comunitario permanente.
El plan combina distintas iniciativas. Por un lado, frenar el exilio de población rural a los centros urbanos, fortalecer a los pueblos que todavía existen y precisan el apoyo de una estrategia nacional y, por otro, generar las condiciones para la creación de nuevos pueblos.
¿Han avanzado a nivel legislativo?
-El proyecto de ley se está conversando con distintas bancadas en la Cámara de Diputados y estamos trabajando sobre los borradores y enriqueciéndolo. Esta iniciativa puede enhebrar una cantidad de políticas sociales alrededor del proyecto porque permite desplegar estrategias sanitarias, educativas y productivas complementarias. Es un proyecto muy sólido.
Está quedando claro con la pandemia que las grandes concentraciones urbanas son insalubres de por sí y son el pasto para las situaciones de este tipo. Nos tenemos que animar a hacer las cosas mejor, animarnos a ser audaces para crear el modelo de desarrollo que nos puede cuidar.
Las colonias agroecológicas de la UTT
La Unión de Trabajadores de la Tierra alcanzó un acuerdo con la municipalidad de Tapalqué para instalar allí una colonia agroecológica que provea de verduras a la ciudad. Los estados provincial y nacional cederán el uso de tierras fiscales y construirán las viviendas para seis familias de quinteros de Florencio Varela que se mudarán a este municipio a casi 300 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires.
Así se concretan varios avances. Productos saludables, producidos de manera amigable con el ambiente y cerca de los consumidores; hoy la mayoría de la verdura que se consume en Tapalqué viene del Mercado Central, a donde llegan después de realizar largos recorridos. Por otro lado, familias que viven en condiciones precarias en el conurbano migran con un horizonte más promisorio.
Ya son seis las colonias agroecológicas de la UTT. Se ubican en Luján, Mercedes, San Vicente y Cañuelas (provincia de Buenos Aires), en Gualeguaychú (Entre Ríos) y Puerto Piray (Misiones). Se puede pensar otro desarrollo, con justicia social y conciencia ambiental. Ya se está haciendo.
Te puede interesar: Dos leyes para que la tierra sea de quien la trabaja | Recorrida por la Colonia Agroecológica 20 de abril “Darío Santillán”, de la UTT | Video informe