Redacción Canal Abierto | Un estudio del Hospital Universitario de Frankfurt, Alemania, desató las alarmas. Se trata de un artículo científico publicado en la revista médica JAMA Network que documenta los resultados de una resonancia magnética cardiovascular realizada a pacientes recientemente recuperados de COVID-19. El informe arrojó que 78 de los cien pacientes presentaban algún tipo de afección coronaria.
El dato corrió como reguero de pólvora y se simplificó en una máxima: el coronavirus deja secuelas cardíacas permanentes. Sin embargo, semejante afirmación es, como mínimo, apresurada.
“El estudio consistió en tomar a cien personas que habían tenido COVID-19 y hacerles resonancias magnéticas. Y vieron que un 78% tenían lo que en resonancia se llama T1 y T2 positivas. Eso significa que hay un cierto edema, una cierta inflamación coronaria. Y que el 60% tenía fibrosis, pequeñas cicatrices en el corazón”, explica Roberto Peidro, cardiólogo y director del Instituto de Ciencias del Deporte de la Universidad Favaloro, en diálogo con Canal Abierto.
Luego agrega: “El informe es un trabajo médico, que los médicos pueden entender, pero decirle a la población general que van a quedar secuelas en el 78% de los casos es temerario porque el artículo no dice eso”.
El problema radica en establecer, a raíz de esta publicación y de forma concluyente, que todos los que tuvieron o tienen COVID-19 van a tener secuelas. No sólo es muy pronto para saberlo –incluso en Alemania, donde el brote se desató antes, ya que los recuperados lo están hace apenas unos meses-, sino que la muestra sobre la que se trabajó es muy pequeña y hay muchos factores y estudios comparativos que todavía no fueron analizados.
Un estudio con limitaciones
“Siempre que hay un virus, siempre que alguien tiene fiebre, las virosis dan vueltas por todo el organismo e inflaman distintos órganos: inflaman la nariz, por eso hay mocos, inflaman un poco la tráquea y por eso hay tos, inflaman el intestino y producen diarrea. Y muchas veces inflaman el corazón. Por eso cualquiera que tenga fiebre no puede hacer deporte, por la posibilidad de que estuviera momentáneamente inflamado el corazón. Si les hiciéramos una resonancia en ese momento encontraríamos que muchos tienen inflamado el corazón –detalla Peidro-. Tampoco se sabe si con el tiempo se va a ir desinflamando. Esas no son secuelas, son hallazgos médicos que no fueron comparados con otras personas que tuvieron otros virus. Por eso no podemos saber aún si estas inflamaciones son exclusivas del COVID-19”.
Por eso, en el marco del comienzo de los entrenamientos en los clubes de fútbol de Primera División este lunes, Peidro –especialista en el área- sostiene que lo recomendable es hacerles previamente electrocardiogramas y una prueba de ejercicio a aquellos deportistas que tuvieron una importante afección a causa del SARS-CoV 2 o fueron moderadamente sintomáticos.
La muestra realizada en el Hospital Universitario de Frankfurt tomó sólo mayores de 18 años, por lo que no hay datos en relación a qué ocurre en niños y adolescentes. Por otro lado, entre las personas a quienes se les realizó la resonancia no había asintomáticas, todas habían cursado la enfermedad de forma moderada a grave.
Lo que sí se sabe
En la Argentina, por lo pronto, se sabe que entre los internados graves hay un porcentaje que tuvo problemas cardíacos como arritmias, infartos y miocarditis. “Esto ocurre por distintas alteraciones que produce el virus: una es la inflamación; otra son infartos, porque afecta las arterias; y la otra son insuficiencias cardíacas. Todo eso tuvo alrededor de un 15% de los que estuvieron graves y alrededor de un 30% de los pacientes que murieron fue por problemas cardíacos”, explica el especialista.
Y concluye: “Este estudio que mostró inflaciones se trata de una imagen, que no significa que los estudiados se van a morir del corazón. Fue un hallazgo médico que se publica avisando que tiene muchas limitaciones y que van a seguir investigando. Este artículo no dice que van a quedar secuelas. No sabemos qué va a pasar en el futuro”.
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Ilustración: Marcelo Spotti