Somos 7 mil millones de cuerpos intentando hacernos lugar y las interacciones contemporáneas tienen un nivel de frecuencia y carga vincular nunca antes vista. En función de una reconfiguración de los vínculos, somos profundamente ignorantes en términos vinculares. ¿Cómo habitar la complejidad en términos de cuerpos colectivos? La aceleración biológica (biología molecular, genética, medicina de datos), el cambio climático y geográfico dan cuenta de modificaciones materiales del medio ambiente; las formas de exposición (redes sociales), de lectura de nuestros comportamientos (Big Data), la sobrecarga de tareas y la privatización de cada dimensión de la vida, dan cuenta del derrotero de la subjetividad contemporánea. La pandemia como analizador: la incertidumbre, el ascenso de la trama colectiva a un primer plano, las fuerzas reactivas… Miguel Benasayag nos ayuda a pensar en términos de complejidad.
“Con la pandemia, millones de personas experimentan en sus cuerpos el hecho de que nadie es un individuo aislado, un individuo autónomo. Por eso a los reaccionarios les molestan tanto las medidas de cuidado. Lo que les molesta es que hay que cuidar al otro y la evidencia del lazo. Constatar la fragilidad.”