Redacción Canal Abierto | El histórico plebiscito de ayer en Chile y la victoria del MAS en Bolivia el fin de semana pasado abrieron la puerta de una nueva etapa para la región. Tal como lo adelantaban las encuestas, el triunfo arrasador permitirá cambiar la constitución heredada de la dictadura de Augusto Pinochet. La opción Apruebo ganó por 5.885.721 votos (78,27%) frente a 1.633.932 votos (21,73%) del Rechazo. Y fue mayor aún la diferencia respecto de la decisión de que los 155 convencionales constituyentes sean electos por el voto popular. La participación superó el 50 por ciento del padrón habilitado.
Miriam Liempe es representante del Parlamento Plurinacional y secretaria de Relación con los Pueblos Originarios de la CTA Autónoma de Argentina. Entre el 6 y el 11 de noviembre de 2019 participó de la Misión Internacional de Derechos Humanos que visitó Chile para relevar la situación con respecto a la represión ejercida desde el Estado contra las manifestaciones. El grupo, que estuvo en Santiago, Valparaiso y Temuco, estuvo integrado por la Organización Mundial contra la Tortura (OMCT), Perú Equidad, la Alianza Global contra la Incineración de Basura (GAIA), Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora (Argentina), la Liga Argentina por los Derechos Humanos (LADH), La Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH), La Central de Trabajadores de la Argentina (CTA-Autónoma), el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y el Comité por los Derechos Humanos en América Latina (CDHAL).
En esta conversación con Canal Abierto, Liempe analiza el contundente resultado y describe el origen de la rebelión que abrió la puerta al plebiscito. Además, entrega una mirada desde la perspectiva de los pueblos originarios.
¿Qué pudieron percibir durante la estadía de la Misión en Chile?
– Fuimos testigos en la Plaza de la represión y de las tensiones que había en el gobierno para definir un protocolo, porque hasta ese momento habían ejercido violencia pero no de la manera que lo hicieron después…
Había miedo pero mucha resolución para seguir adelante, mucha solidaridad entre las organizaciones y mucha presencia de jóvenes, eso nos impactó mucho en Santiago, estaban juntas la lucha de los jóvenes, de las organizaciones y de los pueblos originarios, muchas banderas mapuches.
Notaron que no se trataba de una protesta más…
– No era una protesta cualquiera, si bien es cierto que nace con los jóvenes en el metro pidiendo por el boleto, esa represión inicial el pueblo no se la aguantó, “¡otra vez los niños no!”. Y después hubo una solidaridad instantánea. También vimos que no era una organización partidaria, ni de los sindicatos, era el pueblo mismo el que salió a la calle, y luego empezaron a organizarse.
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A veces los gobiernos o los distintos sectores de poder intentan partidizar las manifestaciones para encapsularlas y restarles importancia. En Chile esa estrategia no dio resultados…
– Yo sentí que ahí lo que decían era “cuidado con no escuchar al pueblo”, se hartaron. Querían que se visibilice la lucha genuina del pueblo, por lo tanto hubo tensiones cuando llegó la solidaridad de los partidos, desde los sindicatos, al principio no los dejaban entrar, después hubo más apertura porque hubo un avance de la represión que hizo necesaria mas solidaridad y mas organización.
Chile es un país que se ha caracterizado por la persecución, discriminación y estigmatización de los pueblos originarios y principalmente la criminalización y demonización de las comunidades mapuche. ¿Crees que esta nueva etapa puede representar un cambio en ese sentido?
– Yo creo que sí. Es para todos los pueblos que viven hoy en Chile. Había un cartel que me emocionó que decía «Perdón pueblos originarios por no escucharlos». Encontramos solidaridad en la lucha, y también de los jóvenes mapuche, porque hay tradiciones de resistencia en los territorios, de las autoridades indígenas y también, como en cualquier pueblo, hay tensiones sobre las prácticas de resistencia, pero se encontraron. Ver gran cantidad de jóvenes mapuche junto con los jóvenes chilenos en la Plaza fue muy emocionante.
Después visitamos las comunidades, fuimos con Norita Cortiñas a Temuco, donde está más concentrada la represión, estuvimos con familiares de víctimas, les montan causas, los encarcelan. Esa solidaridad en la lucha creo que se la está permitiendo por primera vez el pueblo chileno. Por supuesto esto tiene su complejidad, los pueblos preexistentes en los dos estados no tienen reparación histórica y han sufrido represión y silenciamiento sistemáticamente. Hoy hay otra posibilidad, de visibilizar, de respeto mutuo, y de salir juntos de esta.
¿Qué actividades pudieron hacer en las comunidades?
– Fue muy emocionante. Norita es la única Madre de Plaza de Mayo que ha visitado las comunidades. Hemos ido juntas otros años a visitar los presos mapuche y es muy querida, es muy bien recibida y respetada, para la comunidad significa mucho, la reciben con protocolos como si recibieran a un presidente, casi una ceremonia, es una autoridad filosófica para ellos.
La recibieron las autoridades, almorzamos con ellos, tuvimos una reunión, les contamos los objetivos de la Misión y nos expresaron sus reclamos. Estamos en contacto y trabajando, para nosotros es un solo pueblo del lado de Chile y de Argentina.
¿Qué pensaste ayer cuando los resultados iban confirmando el triunfo de Yo Apruebo?
– Pensé en la maduración de las luchas, en la decisión de hacer respetar los derechos humanos, en la consigna “ya no vamos a permitir más muerte y persecución”. Y valorar que esa lucha nace de la juventud, que tienen la perspectiva de ser felices, no solo ellos sino los que viven alrededor. Es un gran desafío que ellos se permitieron alzando las banderas de todos los pueblos. Muchos son tan jóvenes que ayer no votaron, pero son los iniciadores de la lucha. Emanciparon sus pensamientos, y eso es una gran esperanza para Latinoamérica.