Por Leo Vázquez | El 11 de noviembre de 2019 Alberto Fernández habló por teléfono con Andrés Manuel López Obrador y diseñaron el “puente aéreo” por el que Evo Morales, Álvaro García Linera, sus familiares y funcionarios escaparían de la barbarie que los tenía cercados.
“Pensé en internarme en la selva y gobernar desde allí”, contó Morales meses después, en un libro escrito y publicado ya durante su exilio en Argentina, cuyo título premonitorio aventuraba “Volveremos y seremos millones”.
Sin embargo, el avión de la Fuerza Aérea mexicana despegó pasada la medianoche. Perú, donde había realizado la última escala antes de descender en el aeropuerto de Chimoré, cedió a las presiones le negó el regreso a Lima para cargar combustible. Nuevamente los presidentes de Argentina y México operaron rápidamente y la alternativa paraguaya se activó con la autorización de Mario Abdo para que la nave pudiera abastecerse en Asunción. De allí, al DF. Un mes más tarde, a Buenos Aires.
Las dos potencias continentales, los extremos norte y sur de la región, jugaron una potentísima carta de presentación del nuevo eje político que se propone ponerle límites los intentos injerencistas de Estados Unidos, y contrapesar el desteñido resurgir de las derechas latinoamericanas. Y fue una carta ganadora, con efectos positivos de alcances aún incalculables para la historia de Latinoamérica. En lo inmediato, once meses después, los protagonistas del gesto humanitario ya pasaron por caja a cobrar dividendos más que interesantes al recuperar un aliado ideológico para la reconstrucción de la UNASUR, o la creación de un nuevo bloque.
Un año después, este lunes, Morales reingresó a su país por otro puente que, esta vez, representó un arco del triunfo coya y aymara, de los pueblos originarios y de los pobres del mundo. El Paso Internacional la Quiaca entregó una foto que no podrá ser evitada en los libros de historia de América del siglo XXI, escriba quien los escriba.
Luego del contragolpe democrático que representó la elección de octubre de este año, en la que los dos candidatos que protagonizaron el golpe de Estado, sumando sus votos, quedaron más de 12 puntos por debajo de Lucho Arce –que a su vez casi duplicó el porcentaje del segundo, Carlos Mesa-, el sueño restaurador de la Embajada y los gobiernos neoliberales comenzó a mutar en pesadilla populista.
Buenos aires para Latinoamérica
El capítulo argentino del exilio del ex presidente boliviano será estudiado a través de la lupa de la historia tanto cómo la etapa Madrid de Perón, el México de Fidel Castro, o los 27 años de prisión de Mandela.
Si bien su idea original era instalarse en Jujuy, cerca de la frontera con Villazón, para desde allí intentar mover algunos hilos de la resistencia, la presión fue más fuerte y se instaló en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Primero en Colegiales, finalmente en Liniers donde, contó varias veces, las colectividades bolivianas le entregaron muestras constantes de afecto y acompañamiento.
El gobierno argentino siguió apostando fuerte en el apoyo a la estrategia de Morales, gestionando el asilo político, disponiendo una custodia de policía federal, manteniendo un diálogo permanente y, sobre todo, desconociendo al gobierno de facto de Jeanine Añez.
Por otra parte, el mandatario depuesto fue tejiendo alianzas con centrales obreras, sindicatos, organizaciones sociales y colectividades de bolivianos y bolivianas residentes en este país, al tiempo que sorteaba uno a uno los obstáculos que la dictadura en su tierra le iba imponiendo.
Uno de esos lazos, el más potente y visible, Evo Morales lo consolidó con ATE Nacional y la CTA Autónoma. Ya convertido en jefe de campaña del MAS, utilizó las instalaciones del gremio y de la central como comando de prensa y bunker partidario, y realizó allí las conferencias más importantes de su estancia en Argentina. En el Hotel de los estatales denunció ante el mundo que el golpismo le impedía presentarse para senador, presentó a Luis Arce como candidato presidencial, confirmó la victoria en las elecciones, y se despidió de Argentina al tiempo que anunció su regreso a Bolivia, entre muchas otras. Con la cúpula gremial aguardó el demorado anuncio del triunfo.
Pero el vínculo fue más allá: Con sus delegaciones provinciales y seccionales, ATE ayudó con la logística a las y los bolivianos residentes en distintos puntos del país el día de las elecciones, para facilitar el trasporte hacia los centros de votación.
Finalmente, el secretario General del gremio y Adjunto en la CTA-A, Hugo “Cachorro” Godoy, fue invitado oficialmente a la asunción de Arce el domingo pasado y participó de las celebraciones en Plaza Murillo y del histórico acto de traspaso de mando en la Asamblea Legislativa.
#Bolivia ya tiene un gobierno democrático!#BoliviaRecuperaSuDemocracia #CanalAbiertoEnBolivia
Fotos: @dicoluciano pic.twitter.com/mnL7jt1L20
— Canal Abierto (@canalabiertoar) November 8, 2020
Al otro día, una delegación de dirigentes de la Asociación Trabajadores del Estado y de la central autónoma partió desde Jujuy en la caravana que durante tres días concretó el regreso de Evo a su patria, algo que fue reconocido y agradecido en su discurso final, en el aeropuerto de Chimoré frente a más de un millón de personas. Los ponchos rojos y los chalecos verdes pusieron en práctica un compromiso de solidaridad popular y obrera que, a la luz de los hechos, cumplió un rol destacado en la construcción en curso de la Patria Grande.
🇧🇴“Estoy seguro que ganamos en Ecuador y ya tenemos UNASUR nuevamente para enfrentar a la OEA”. Evo Morales presentó a Andres Arauz @ecuarauz, y agradeció el acompañamiento de ATE y la CTA-A de Argentina durante el discurso de cierre de la caravana. #CanalAbiertoEnBolivia pic.twitter.com/vricQec62C
— Canal Abierto (@canalabiertoar) November 12, 2020
Juntos a La Paz
Alberto Fernández y AMLO comienzan a ver posible la refundación de una alianza progresista que pueda resistir las imposiciones del norte, con capacidad de iniciativa propia y fuerza de oposición al Grupo de Lima. La vuelta del MAS al poder, el aplastante resultado del plebiscito para cambiar la constitución en Chile –empujado por las imparables movilizaciones sociales-, y la posibilidad de la vuelta del corresismo al gobierno en Ecuador en febrero (el candidato Andrés Arauz se reunió con Fernández durante la asunción de Arce, y ayer estuvo en el escenario junto a Morales), le devuelven un horizonte a la estrategia regional anunciada por el presidente argentino inmediatamente después de ganar las elecciones, en el marco de un primer año de gestión, puertas adentro, plagado de dificultades, promesas incumplidas, renunciamientos y debilidades evidentes.
Dijo Morales ayer: “Volvimos millones”, como había prometido tantas veces en estos meses. Invocando al caudillo aymara Tupac Katari antes de ser descuartizado por los españoles en 1781, puso en marcha un viento que recorre una contracurva de la historia tan esperanzadora como imprevisible.
Luciano Di Costanzo, fotógrafo de Canal Abierto, estuvo cubriendo las actividades por el traspaso presidencial en La Paz, durante el sábado y el domingo. Marcelo Paredes y Mariano Vázquez, periodistas colaboradores de Canal Abierto, participaron de los tres días de caravana, desde Jujuy a Chimoré. La cobertura completa se puede ver en las notas anteriores y las redes de este medio.