Redacción Canal Abierto | El 6 de julio, el ministro de Relaciones Exteriores, Felipe Solá, y el ministro de Comercio de la República Popular China, Zhong Shan, anunciaban los avances hacia un tratado de asociación estratégica para la producción de 9 millones de toneladas de carne porcina de alta calidad.
Lo que se comunicaba con bombos y platillos terminó encendiendo las alarmas en el ambientalismo y levantando más dudas que certezas en la sociedad. “Esto es un enclave más del agronegocio que se ofrece como solución hace muchísimo tiempo y nunca ha beneficiado a nadie más que a los mismos que lo perpetran. Después, el resto de los poblados donde el agronegocio se encuentra son siempre más pobres, más enfermos, con más deterioro de sus bienes comunes, con menos acceso a cuestiones básicas como el agua”, explicó Soledad Barruti, periodista, escritora y activista.
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A su vez, señaló: “Es más de lo mismo, solo que se suma la variable que hasta ahora estaba muy poco debatida en nuestro país que tiene que ver con el peligro de los virus y bacterias que trae cualquier explotación animal a gran escala en granjas industriales. Esto ha despertado otras gripes, otras pandemias y enfermedades graves en nuestro planeta, pero que ahora, a la luz del coronavirus, -parece un chiste- China se quiere sacar de encima estas explotaciones para librarse de los problemas que conlleva este tipo de producción y está buscando países como Argentina para hacerlo y sus propias formas de salida brutales como fábricas de siete pisos con subsuelos donde vivan miles de animales encerrados”.
El rechazo que despertó la idea de estas granjas hizo que el Gobierno cajoneara un poco más el avance en las negociaciones. Sin embargo, dejó las puertas abiertas para que las provincias –sobre todo las del norte- manejen individualmente los posibles acuerdos.
En este sentido, Barruti destacó: “El agronegocio está buscando expandirse y los que ven beneficios en estas producciones son los productores de maíz y también los hay de soja. El combo tóxico viene todo junto, porque también es más deforestación para expandir los cultivos. Son territorios y personas cada vez más enfermas y despojadas de cualquier posibilidad de vitalidad”.
#GranjasDeCerdos 🚨 🐖 | “El combo tóxico viene todo junto. Es más deforestación, son territorios y personas cada vez más enfermas y despojadas de cualquier posibilidad de vitalidad”, dice @solebarruti sobre el acuerdo porcino con #China. pic.twitter.com/mmETi4L8fC
— Canal Abierto (@canalabiertoar) December 17, 2020
Por estos días, la discusión se reavivó cuando Alberto Fernández recibió a la modelo Liz Solari en representación de la Unión Vegana Argentina, quien le presentó medio millón de firmas en contra de esta medida. En la foto se ve a Fernández posando junto a la urna de firmas con la frase donde reza la frase “No al acuerdo porcino con China”, lo cual provocó más dudas.
“Detrás de esa foto lamentablemente hay cholulaje y una necesidad de tomar un tema que revolucionó las redes y plataformas de activismo en el país a lo largo de estos meses que trabajan la defensa de los territorios y en la no expansión del agronegocio. A esto se sumaron un montón de actores y famosos que vienen realizando su militancia alrededor de la defensa de los derechos de los animales y fueron de influencia para muchas personas que muchas veces no se acercan a esas luchas”, precisó Barruti.
Y agregó: “Esa viralización a través de los famosos siempre a los políticos les genera algún ruido porque no es lo mismo que estas cosas las digan sociólogos, biólogos o médicos lamentablemente. Si lo dice un famoso tiene más injerencia en la sociedad porque tiene naturalmente una amplificación más grande de la voz. Pero de todos los activismos que existen eligió el flanco más fácil, que viene desde un lugar medio inapelable, que tiene que ver con la sensibilidad hacia los animales y que se puede atender rápidamente de una forma empática y amable y ya, cuando en realidad hay muchos otros movimientos y militancias que vienen trabajando alrededor de este tema y que lo que plantean es una cuestión de fondo, un modelo productivo, un sistema y una forma de tratar a los territorios y a las personas que nos está dejando cada vez peor”.
Lo que se pensaba como algo a celebrar no salió como esperaban. Ahora, lo que resta es saber si este acuerdo se frena completamente, si avanza, y de ser así, cómo lo haría. Sobre esto, Barruti refirió: “Hoy los territorios están muy despiertos. Las asambleas que hay están muy activas, muy despiertas, muy vitales y no creo que a nadie le resulte fácil avanzar como si nada. Obviamente hay provincias más difíciles, con más espacios no urbanizados, rurales, humildes, en muchos casos empobrecidos y marginalizados en los que es más complicado detener el problema que, por lo general, viene acompañado de falsas promesas como el empleo. Pero creo que el país está mucho más despierto y las personas están mucho más dispuestas a defender lo que es suyo, que la lucha a partir de ahora va a ser desde los territorios y que va a ser un largo trabajo ir frenando una a una cada granja que se quiera poner”.