Por Carlos Fanjul | EL PELO DEL HUEVO
El jueves Argentina retoma su rumbo en Eliminatorias, y el viernes arderán Santa Fe y Avellaneda con la final entre Colón y Racing por el torneo doméstico.
Pero lo que de verdad hizo ruido por estas horas, pasó por otro lado. Bastó que Conmebol anunciara a Brasil como sede de la Copa América, para que estallara una emoción patriótica, onda “el gobierno se la dejó robar”, con la Pato Bullrich repudiando la suspensión, sin darse cuenta que así dejaba descolocado a Mauricio Macri, que unas horas antes se había quejado por su realización en Argentina.
El Ejecutivo también dobló en una esquina poco reconocida algunos días antes. Es que tuvo a mano dos encuestas, y el resultado del 70 por ciento en contra de la Copa, volcó la balanza. Fernández sumo 2 más 2, le expresó que podía cambiar la postura inicial a Alejandro Domínguez, y eso alcanzó para que el paraguayo saliera corriendo en busca de otra sede de reemplazo.
Todo se mide en votos potenciales y, entonces, en un minuto se acabó aquello de que el torneo no sería riesgoso y al toque empezaron a surgir voces -en especial bonaerenses- poniendo en duda la ventaja de armar la competencia en territorio argento. Se cuenta que hubo debates, hasta acalorados, puertas adentro, hasta que concluyeron que en año electoral era más lo que se podía perder, que ganar.
Historia pasada, la Copa se fue a Brasil, y ahora es allá donde reinó la discusión. En un país con una realidad sanitaria más grave aún, con 60.000 casos y 900 muertes diarias, se produjeron marchas y hasta una denuncia judicial para frenarla. Tanto se sintió apretado Bolsonaro que tuvo que aclarar que aún lo está pensando, por lo que insistimos en la misma duda de hace una semana. ¿Se jugará la Cepa América?
Inmaterial
Hace algunos días el mundo conoció al Rey de los Piolas. El capo máximo, que se elevó hasta el tope en medio de montones de piolas que hacen de la sarasa un medio de vida. Esta claro que acá podríamos incluir a artistas, deportistas, tipos comunes y hasta políticos y gobernantes, cuyas caras de mentirosos pero con éxito en lo suyo nos hacen sentir seguido los últimos giles del planeta.
Pues bien. El monarca en cuestión tiene al autor de esta columna tentado de risa desde que supo de su existencia. No puede creer el escriba, ya no que él exista, sino que otros salames existan para que él exista. ¿Se entiende?
Se trata del artista italiano Salvatore Garau, escultor parece, quien acaba de finalizar su obra cumbre, la que incluso logró vender en cerca de 20 lucas verdes. O sea, hubo alguien que se la compró (por eso lo del párrafo anterior).
Don Garau, y aquí lo curioso, calificó su trabajo como una ‘escultura inmaterial’, porque no se puede tocar, ni se puede ver….Es totalmente invisible. O sea, uno mira en su dirección y no la ve. O sea…
El tipo la llamó “Yo Soy” (‘Io sono’, en italiano) y hasta se dio el lujo de agregar que es grande, muy grande. Y que para lucirla, por ende, es necesario contar con una habitación también grande, muy grande, “de unos 150 metros por 150 metros”, sugirió. ¡Parece que es grande!
Igual, para tranquilizar al comprador, le dijo que no será necesario montar también un caro sistema de iluminación –como suelen necesitar las esculturas-, simplemente porque igual no se puede ver nada. (Si esto fuera un espacio audiovisual, aquí debería ir un fondo de carcajadas. Pero en este caso no es necesario)
¿Que tiene que ver esta historia, con la temática de El Pelo del Huevo? Nada. Simplemente que llevó la mente de su autor a un personaje que tuvo la ocasión de conocer hace varios años: el rosarino Don Ángel Scaloni, el papá de Lionel. Antes de seguir, se deja constancia para futuras generaciones que este espacio es profundamente ‘scalonista’. Queda claro eso. Como así también a salvo el honor del actual técnico de nuestra selección.
Sigamos: Don Ángel apareció allá por 1996 por la ciudad de La Plata, donde uno cumplía sus tareas periodísticas, para acompañar a su hijo menor, Lionel, quien acababa de ser incorporado por Estudiantes como una joven promesa del interior. Locuaz y muy agradable en el trato, el padre de la nueva joyita no paraba de hablar de su otro hijo, el mayor, de nombre Mauro, quien, según su progenitor, “es hasta superior al más chico….Te juega de marcador, pero también puede hacerlo de volante. Un fenómeno”, insistía. Tanto que al final -se dijo que por una condición ineludible para la firma de Lionel-, los pinchas también lo incorporaron. Ambos venían de jugar en las Inferiores de Newell’s. Bah, uno venía de jugar realmente. De Lionel no hace falta contar mucho, porque es historia ya conocida. Pero de Mauro. De Mauro Scaloni si valen algunos detalles.
Al igual que su hermano menor, nació en la ciudad de Pujato, en la provincia de Santa Fe, y arrancó también en Sportivo Matienzo de esa localidad. Junto a su hermano pasó a las categorías inferiores de la Lepra, y por un conflicto contractual del primero, también juntos llegaron a Estudiantes. Mauro realizó dos pretemporadas en el plantel profesional, pero finalmente nunca debutó y solo jugó en el equipo de reserva. Por esas cosas de Don Ángel, se fue de Estudiantes en el 1997 cuando Lionel fue comprado por el Deportivo de La Coruña, y también ingresó al club de Galicia, aunque, como el lector ya supone, formando parte del Deportivo La Coruña B, el equipo filial, o sea el Deportivo Fabril, de la tercera categoría española.
Allí Mauro tuvo una larga estadía, que se prolongó durante los mismos 9 años que duró la permanencia de Lionel, ya a esa altura todo una estrella, incluso también del seleccionado argentino. Mauro en cambio jugó en el Fabril solo encuentros de tipo amistosos, ya que nunca pudo jugar en los certámenes oficiales del ascenso español.
¿Hoy, a la distancia, como podríamos definir el juego del hijo mayor de Don Ángel? (Hago como que pienso un poco, para darle dramatismo a la cuestión).
¡Horrible! Ahí está, un espanto de jugador por donde uno lo mirara. Casi inmaterial, como la escultura del rey Salvatore…