Por Leo Vázquez | Ejecución de la pena comentada por personas privadas de la libertad (Análisis de la Ley 24.660 y sus modificaciones) se presenta como un trabajo inédito a nivel mundial, según explican sus realizadores, en su mayoría alumnos de las carreras de Sociología y Trabajo Social del Centro Universitario de la Universidad Nacional de San Martín en la Unidad Penal Nº 48 de José León Suárez (CUSAM), y algunos de Derecho de la UBA en la cárcel de Devoto, el CUD.
La iniciativa partió de la necesidad de poder llevar adelante algunos reclamos por fuera de los marcos institucionales y las acciones tradicionales, en un taller de Sociología del Derecho.
Alrededor de una mesa redonda, escribiendo comentarios en papelitos, cuestionamientos y propuestas sobre los artículos de la ley, cada uno de los y las participantes aportaron miradas, saberes y experiencias en una construcción que luego fue traducida al lenguaje académico porque ese era, lo sabían desde un principio, el ámbito en el cual pretendían se insertase el futuro libro.
“Es para estudiantes, imagínate si alguna vez nos citara a nosotros un juez de Ejecución en un fallo, tocaríamos el cielo con las manos, sería un golazo”, dice Abel Díaz, estudiante de Sociología en CUSAM, uno de los autores.
La publicación cuenta con un prólogo a cargo de Alberto Binder, presidente del prestigioso Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales y Sociales (INECIP), reconocido especialista en Derecho Procesal Penal, e incluye un comentario de Leonardo Pitlevnik, juez, procurador, profesor y Director Académico del Centro de Estudios de Ejecución Penal de la Facultad de Derecho de la UBA. La presentación pública del libro la encabezó el ex juez de la Corte Suprema Raúl Zaffaroni, y en otra actividad estuvo presente Ílison Dias dos Santos, referente de la criminología crítica y sociología penal latinoamericana. Además, el grupo de redactores fue invitado a participar de la cátedra de Alejandro Alagia, fiscal de la Procuraduría de Lesa Humanidad del Ministerio Público Fiscal de la Nación, en la facultad de Derecho de la Universidad de La Plata.
“No pensábamos escribir un libro, pero terminó siendo algo bastante original para mostrar otra realidad, lo que realmente pasa, en la academia, donde siempre está todo encasillado en un mismo lugar, inerte”, apunta Abel.
El CUSAM
Canal Abierto llega al complejo penitenciario de San Martin -que alberga las unidades 46, 47 y 48 en el fondo de José León Suarez, arrinconado contra el Camino del Buen Aire y el Río Reconquista-, invitado por Ernesto “Lalo” Paret, responsable del área de Articulación Territorial de la UNSAM, y coordinador del CUSAM.
Se llega por un largo camino de tierra que comienza en la autopista, por el cual según cuentan el colectivo ya no entra, y en el que cuesta imaginarse las caminatas de las familias durante los días de lluvia.
El primero en acercarse a saludar, antes de ingresar al sector en el que se encuentran los espacios que comprenderán la visita, es Rodrigo, un guardiacárcel que estudió y se recibió allí adentro, junto a los presos, porque el centro universitario San Martin es el único en una cárcel que permite que tanto agentes como privados de la libertad puedan cursar juntos. La UNSAM también es la primera universidad en la que alumnos regulares y privados de la libertad comparten la cursada de algunas materias y diplomaturas.
Por allí, todo junto en un área que parece más un campus de alguna institución social que un reducto carcelario, se acomodan el Gimnasio de Espartanos con su cancha de rugby, la huerta, el pequeño galponcito donde funciona el horno del taller de cerámica y el edificio del centro universitario propiamente dicho en el que hay aulas, oficinas, la sala de ensayo de la banda que participa del taller de música, el área de encuadernación y el estudio de Radio Mosquito, el proyecto comunicacional de los internos, entre otros. A la vuelta, en la misma casa, la panadería/comedor, donde comienza el encuentro. Todos reciben alegremente la recorrida periodística, cuentan sobre sus actividades -inclusive un profe de teatro al que ya le queda poco para recuperar la libertad, que asegura que participar del grupo artístico le posibilitó reencauzar los objetivos de su propia vida-, y reiteran cuestionamientos al sistema carcelario vinculados a la falta de actualización y la imposibilidad de cumplir con sus propios objetivos de resocialización, salvo a través de dispositivos comunitarios como los que aquí funcionan.
La charla se inicia recordando el incendio del que la comunidad del CUSAM fue víctima a fines del año pasado, por parte de –todo indica- los propios penitenciarios, como represalia por la protesta que los presos habían realizado reclamando se aceleren excarcelaciones demoradas y se extremen los cuidados sanitarios para evitar las consecuencias del COVID. Por supuesto, gracias a vínculos políticos y apoyos institucionales a esta altura todo el lugar fue reparado, ya no quedan rastros del siniestro y la infraestructura fue recuperada, pero ni la Justicia investigó el hecho ni el Servicio Penitenciario se preocupó en dar alguna respuesta.
Ya en modo entrevista, Abel cuenta como comenzó a gestarse el libro: “Buscábamos una herramienta no jurídica para poder llevar adelante un reclamo o decir las cosas que nosotros pensábamos, entonces decidimos agarrar la ley y cada vez que la agarrábamos para analizar cuestiones desde la sociología decíamos `che, pero esto no es así, la ley dice esto pero en realidad lo que pasa es esto otro´, entonces nos preguntábamos qué tendríamos que hacer para que la realidad se asemeje aunque sea un poco a lo que dice la ley y hacíamos propuestas”
“La sociedad es dinámica, hasta el Derecho va evolucionando, se castigan nuevos delitos, se amplían derechos, pero la manera de tratar a las personas privadas de la libertad siempre sigue siendo la misma y por eso nosotros empezamos a cuestionar el tratamiento penitenciario, queremos salirnos de esa idea y más analizando dispositivos como este que es el CUSAM y otros que tienen que ver con lo comunitario, lo cooperativo, que es a donde nosotros queremos ir”
Esas ideas, quedaron claramente sintetizadas en la contratapa de la publicación, que reza:
Los comentarios, ideas y propuestas que se mencionan en este libro surgen de las voces de quienes viven la cárcel en primera persona. Esto pudo ocurrir fundamentalmente gracias a que existen espacios, como son los centros universitarios intramuros, que vienen a derribar el ancestral privilegio de la palabra y el pensamiento. Ello alcanzó para que un grupo de estudiantes privados de su libertad decidiera conformar un taller extracurricular con el objetivo de producir una obra escrita por ellos mismos sobre su propia realidad: Se decidieron a escribir la primera Ley de ejecución de la pena, por quienes viven esa pena.
Al debatir de forma colectiva el actual diseño de ejecución penal que propone nuestra ley, surgieron varias apreciaciones y propuestas puntuales que, por cierto, consideramos deberían ser tenidas en cuenta por legisladores y magistrados.
Es de vital importancia tener en presente que difícilmente podamos imaginar las dificultades que transitan solo quienes viven la pena. Quizás por eso las propuestas que salen de sus voces difícilmente podamos imaginarlas más que como ideas que solo dirá en voz alta algún desesperado. Pero eso es absolutamente entendible, es que, de nuestras voces burguesas, voces dóciles, pocas veces salen propuestas concretas y, mucho menos, propuestas hacia un cambio de paradigma.
Sobre el alcance que el libro está teniendo, dice Abel: “Vamos teniendo repercusiones buenas, todos reconocen que es algo innovador, de hecho lo es porque no hay otra publicación igual, no existe en el mundo, no existe una Ley de Ejecución comentada por los presos, pero esperemos que sirva para algo, en principio todo esto de que nosotros podamos hacer presentaciones, que nos inviten, que podamos participar de cátedras y exponer y visibilizar, para nosotros es mucho ya y también es el comienzo de algo: vamos a empezar a hacer seminarios para jueces, para el Poder Judicial y así vamos a contar otras cosas de la cárcel”.
Ese proyecto se desenvuelve en el marco del CERP (Centro de Estudios para la Reforma Penitenciaria), en el que participa el grupo que hizo el libro.
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Sistema Judicial. Sistema Penitenciario. Sistema de la crueldad
Abel Díaz Rodríguez tiene 48 años, había estado preso por robar a un narcotraficante. Comenzó a estudiar. Salió en libertad en 2018 y el femicida Fernando Farré, con quién compartía pabellón, lo involucró en un supuesto plan criminal, que nunca le pudieron probar pero que lo devolvió a la cárcel. Desde entonces es uno de los referentes del Centro Universitario, terminó la diplomatura en Arte y Gestión Cultural y ya tiene tres años de Sociología. Participa en encuentros entre centros de estudiantes de distintos penales y está relacionado a la Comisión Provincial por la Memoria. Tiene dos hijos con los que mantiene buena relación. Le quedan tres años de condena.
Sobre la eternamente demorada reforma del sistema judicial y el régimen penal, sentencia: “Tiene que existir la voluntad política, primero hay que empezar a reconocer que es una mierda, que es una ficción jurídica, no puede ser que nosotros no podamos denunciar a un juez de ejecución porque no cumple la ley, tenemos jueces de Ejecución que son una maquina de negar cosas sin argumentos, que no laburan directamente, es una beca, y tienen bajada de línea de la Procuración. Nosotros sabemos eso, cuando fue el fallo Violini (Nda: en abril de 2020 el juez del Tribunal de Casación Penal bonaerense Víctor Violini emitió un fallo en el que hizo lugar a un habeas corpus que otorgaba la prisión domiciliaria a detenidos por delitos leves en cárceles bonaerenses que se encontraran dentro de los grupos de riesgo frente al coronavirus), la bajada de línea de Conte Grand, de la Procuración de la provincia de Buenos Aires fue que apelen todo, y eso es una decisión política”.
“Gobiernan con el diario del lunes entonces nunca vamos a poder solucionar nada si le damos pelota a los medios de comunicación, los medios muestran El Marginal, a Mauro Zeta a Canaletti, pero ¿quién muestra la cárcel real, la autogestión, cómo un pibe sobrevive cuando cruza la puerta?, si nosotros pudiéramos mostrar cómo vivimos, no tendría sentido el servicio penitenciario”, cuestiona, y advierte sobre las deficiencias estructurales: “Nosotros no nos escapamos porque no queremos, nos cuidan 30 personas, somos 1200, quedó demostrado en el motín, 30 tipos encerrados adentro del control y 1200 personas prendiendo fuego todo, y eso ocurre en todos los penales del país”.
“Vemos un sistema que está controlado por nadie porque cada penal en la provincia de Buenos Aires tienen su lógica, sus jefes, sus historias y maneja sus cosas como quieren, no hay un control judicial, todo está emparchado y el sistema penitenciario de por sí es una montaña de mierda, entonces la Justicia solo puede hacerse la boluda. Si yo para hacer política no tengo que largar a nadie y tener un discurso punitivo, entonces exploto la cárcel de presos y pongo leyes como la reforma de la ley 24660 que implica que la cárcel este superpoblada como está hoy, niego las excarcelaciones, endurezco las penas pero los problemas reales de fondo como el narcotráfico en la provincia con vínculos políticos, policiales, judiciales, siguen, es todo una ficción”, agrega.
“Las dos cosas son una mentira, la cárcel como institución rehabilitadora, y la Justicia, con su ley que maquilla toda esta mierda”
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Murguita, cumbita y Evita
En los barrios del Área Reconquista, al norte de José León Suárez y bordeando el hediento Río Reconquista, existe una multicultural vida de organizaciones e instituciones de todo tipo que conforman la Mesa Reconquista, en la que también están la UNSAM y el CUSAM. En todo ese entramado territorial, desde hace meses se canta la Santa Eva, una canción con perfume a cumbión y espíritu murguero que reivindica la figura de la “abanderada de los pobres”, que se gestó en el taller musical del penal –del cual en años anteriores surgieron los destacados proyectos Rimas de Alto Calibre y Alegrías de a Peso-, y rápidamente trascendió los muros y las rejas para instalarse en las calles de la humilde alegría rebelde.
Su autor y cantor, es Abel: “Vengo de una familia peronista, siempre lo rechace por la historia personal que tenía con mi viejo, tuve una mala experiencia de infancia con él, no lo quise nunca y rechazaba ser peronista porque él era peronista, pero yo a Eva la tengo en la cabeza desde que tengo uso de razón porque mi vieja tenía una foto de Eva y le ponía velas y ella laburó en la Fundación Eva Perón, y después cuando vengo acá, en la materia Estado y Políticas Públicas, que aprobé con un 10, empiezo a estudiar la obra de Eva y me quedó eso, entonces siempre estuvo muy presente y me puse a escribir y fui escuchando discursos, leyendo artículos y salió… Como tengo muchos amigos murgueros, del barrio, la empecé a tararear y quedo así”:
Santa Eva, Santa Eva, Santa Eva la inmortal
La odiaban los poderosos y la amó la humanidad
Santa Eva de los pobres, santa Eva la igualdad
Santa de trabajadores y la justicia social.
Tu nombre está en hospitales, en la escuela, en la ciudad
Tu lucha, la de tu pueblo, tu bandera la humildad
Despreciaba la limosna, despreció la caridad
Por que nacen los derechos donde hay necesidad
Despreciaba la basura de la alta sociedad
Los gorilas festejaron su cruel enfermedad
Y hasta robaron su cuerpo pa’ que no descanse en paz
Volveré y seré millones, dijo Evita la inmortal.
Santa Eva de los pobres santa Eva la igualdad
En el alma de tu pueblo tu nombre siempre estará.
Ejecución de la pena comentada por personas privadas de la libertad (Análisis de la Ley 24.660 y sus modificaciones) – Dirección Felipe A. Lamas y Martina Pedocchi Weisser se puede conseguir en librerías especializadas en publicaciones jurídicas, y en la página de la editorial Editores del Sur
Fotos, entrevista y texto, Leo Vázquez (@LeoVaz2020)